
Mira las lomas con nostalgia. Dice que no es necesario verlas con la claridad de antes. Las imagina en la distancia, allá, lejos, por donde caminó trillos, cruzó arroyos y conoció cada ave del monte por el cantío: «Ese es un tocororo», afirma, sentado en el portal de su casa, con guayabera azul, un pitusa de igual color y la medalla de Héroe del Trabajo de la República de Cuba prendida en el pecho.
Fumero (Félix Balbino Fumero Expósito) bajaba y subía las lomas a la velocidad del venado, casi siempre en contra del aire y con el rostro negro de la noche cayéndole encima; se detenía, observaba, olfateaba y descubría dónde estaban los alzados con la precisión de cualquier jíbaro del monte.
«Se escondían en cualquier lugar. Donde menos uno pensaba, ahí los escuchabas: dentro de una cueva, encima de un árbol, dentro de los matorrales. Caminaban de noche y de día. Yo nunca me dejé ver, porque si me veían era una muerte segura.
«Conocía de intimidades y el trabajo secreto dentro de muchas bandas en la zona de Los Ramones, Marroquí, Tamarindo, Venegas (donde nació), Jicotea, Jíquima, Guano Cana, lugares de donde fui desalojado cuatro veces, hasta que Fidel nos invitó a La Habana al viejo y a mí, y nos dieron las tierras. Después del triunfo de Fidel, cumplí muchas tareas relacionadas con la tierra y con el cuidado de mi Revolución.
«Yo amo tanto a mi Revolución y a la tierra porque sufrí mucho el desalojo y las ofensas de esos caciques y mandamases que se creían dueños de todo, y dominaban con la ayuda de testaferros, gente cerrera que no creía en súplicas, ni en perdones, ni en sus madres».
No es una exageración afirmar que Fumero nació niño-hombre.
«Por juguetes yo tenía caballos y bueyes, pero de los de verdad, para labrar el campo de tabaco. Con diez años trabajaba como el que más. Después de que al viejo se le partió la pierna, tuve que hacerme cargo de la familia, porque detrás de cada moneda ganada con sudor, estaban diez bocas que se abrían y cerraban, en espera de que yo llegara con el dinerito. Incluso, tuve un hermano al que le pagué los estudios para que avanzara. Fue dirigente y siempre estuvo integrado a la Revolución. Eso me hacía bien, porque nunca torció el camino.
«La traición y que no digan la verdad es lo que más me molesta. No admito la mentira, porque cuando la persona miente una sola vez, ya no puedo creerle jamás en la vida».
No hubo trabajo que un ser humano pudiera hacer en la agricultura, o en cualquier otro lugar que no asumiera. Fumero dejó de salir de los límites de varios kilómetros a la redonda y se aplatanó en Mamonal; después lo hizo en un lugar cercano a Las Pojas, donde junto a 24 guajiros de la zona fundó la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Roberto Carvajal, por muchos años la mejor del país en el cultivo del tabaco sol en palo. «Al tabaco le dediqué mis mejores tiempos y le di mi vida».
Después que cesó como Presidente de la cooperativa, volvió al trabajo de campo, «como soldado raso». A los 87 años seguía. Y no se cansaba.
«Más o menos por esa época se me reventó el ojo izquierdo y así seguí trabajando. Sacaba el pañuelo, me lo limpiaba y continuaba, sin dar chance a que me vieran. Hasta que se dieron cuenta y Gonzalo –su relevo y actual presidente de la CPA– y parte de mi familia me llevaron a La Habana, a la Liga contra la ceguera y me operaron y me acotejaron el ojo».
–¿Y por qué lo nombraron jefe de la CPA?
–Pienso que por ser hombre honesto y revolucionario.
–¿Le gustaría volver al monte?
–Claro, seguro que me curaría los achaques.
–Un momento triste en la lucha contra los bandidos y en su vida…
–La pérdida de algunos hermanos, y de mi esposa.
–Razones que le alegran la vida.
–Mi familia, mi Revolución. Cuando conocí a Camilo y me regaló la escopeta, y cuando el Presidente Díaz-Canel me puso esta medalla de Héroe del Trabajo. Ha sido la única vez que he sentido un escalofrío así, como un temblor. Todavía no me lo creo.
«La medalla la tengo aquí, pero la escopeta un día me la recogieron y todavía no me la han devuelto. Yo quiero tenerla para entregarla al museo y que los muchachos y jóvenes vean que aquí hubo mucha gente humilde que se batió duro para defender a los Barbudos que nos liberaron de la esclavitud, y a esta Revolución grandísima».
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Ricardo dijo:
1
28 de julio de 2022
02:47:10
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