ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Archivo de Granma

¿Qué le habrá pasado a Camilo? ¿Cómo pudo desaparecer para siempre, cuando tanto Fidel hizo por encontrarlo? Son preguntas que, desde niños, todos nos hacemos cuando vamos a dejarle flores.

Pensar en su muerte, esa muerte injusta que no devolvió su cuerpo, acrecienta el mito del joven rebelde que partió a la eternidad, mientras no ha faltado el miserable que ha procurado manipular su desaparición.

Lo cierto es que aún hoy corremos el peligro de reducir a Camilo a su muerte: en los mitos, en las mentiras, en las manipulaciones; cuando fue él un hombre de constantes nacimientos, de palabras y hechos, de fidelidad, de plena conciencia en sus actos, de choteo, cubanía y radicalidad.

Los mitos alimentados por el tiempo y, a veces, por la ignorancia, no deben sobreponerse a lo que Camilo, en voz y letra, dijo y creyó. Tratar de separar a Fidel de Camilo sigue siendo la reacción impotente de quienes no pudieron soportar ver la Revolución vencer cada año, uno tras otro, tarea tras tarea, batalla tras batalla, con el liderazgo de quien Camilo consideró un amigo y un jefe al que no enfrentaría, ni siquiera, en la pelota.

«Oímos las voces de este pueblo valiente que dice: ¡Adelante, Fidel, que Cuba está contigo!», dijo en su último discurso, como para que jamás hubiese esas dudas que han tratado de promover los que nos quieren divididos.

Así lo aseguró: «sabemos que este pueblo cubano no se dejará confundir por las campañas hechas por los enemigos de la Revolución», porque el pueblo de Cuba sabe que, por cada traidor que surja, se harán nuevas leyes revolucionarias en favor del pueblo (ovación); porque el pueblo cubano sabe que, por cada traidor que surja, habrá mil soldados rebeldes que estén dispuestos a morir defendiendo la libertad y la soberanía que conquistó este pueblo».

Y la gente amaba a Camilo porque era un hombre sin filtros, con una sonrisa larga y antimperialista que acompañaba una barba tupida en patria. Aquel muchacho que le hacía maldades al Che y le decía las cosas que nadie más se atrevía. Aquel tremendo militar que recibió la tarea de avanzar a occidente comandando la Columna 2. Aquel de la icónica foto al lado de Fidel, cuando la caravana de la auténtica libertad llegó a La Habana, a su Habana.

Las calumniosas versiones que ha echado a rodar el enemigo durante tantos años es la muestra del desespero de la contrarrevolución ante la unidad promovida por el Señor de la Vanguardia, y sostenida después de su muerte.

Camilo creyó desde el principio en la Reforma Agraria y en el control obrero. Camilo no fue el mito que pretende acomodar a sus cobardías la contrarrevolución. Fue líder real de los patriotas revolucionarios.

Los fantasiosos que, desde Miami, tratan de profanar la historia, pretenden que olvidemos que Camilo fue quien sentenció para siempre esta posición que hemos asumido: «Para detener esta Revolución cubanísima, tiene que morir un pueblo entero».

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José Garcés dijo:

1

7 de febrero de 2022

07:51:28


Viva Camilo