¿Cómo no va a molestar la democracia nuestra a los predicadores universales del ejercicio del poder, si el tamiz del capital –que es por donde único saben ver, juzgar y calificar a conveniencia los aliados y los enemigos– no les permite entender este sistema cubano que define, como un deber de todo diputado, cualquiera sea su nivel, eso de irse a rendir cuenta al municipio que lo eligió?
¿Cuánto les incomodará a quienes adversan la Revolución, esa cercanía real pueblo-Gobierno, que ya no es solo la que materializa el delegado ante los vecinos de su cuadra, sino las cuentas que también va a dar allí, en el barrio, el propio titular del Parlamento?
Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado, acudió el domingo a Arroyo Naranjo a detallar su gestión, y en su desenfado natural, pero con disciplinado apego a lo que ordena la Constitución, repasó, ante los representantes de todos los electores de ese municipio de La Habana, la agenda que lo ha ocupado, la cual, en la altura de su cargo, es como explicarle al barrio la agenda del país.
Dijo, por ejemplo, cómo los órganos que encabeza han trabajado en el cumplimiento de un intenso cronograma legislativo, como parte del perfeccionamiento continuo de los órganos del Poder Popular, cuya clave de éxito radica, resaltó, en lo bien que funcionen las estructuras de base, la asamblea municipal, el consejo popular…
De eso habló, y de mucho más, en el tono de una conversación que aleccionó, además, que lo reglamentado no amarra este ejercicio a lo insípido y formal.
Así, sin ruido, esto ha estado pasando con cada diputado, en cada municipio, y cada vez que acontece es otro espacio valioso, útil, donde se va a informar al pueblo, pero también a escuchar del pueblo, concreción de ese «pegar el oído a la tierra» que es, por cubano, nuestro legítimo modo de hacer la democracia que a otros molesta.
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Flavio Fernandez Fuentes dijo:
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28 de diciembre de 2021
09:13:41
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