ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Los municipios deben convertirse en creadores de iniciativas que favorezcan la economía y también la calidad de vida de las personas. Foto: Pérez Cabrera, Fredy

Con el proceso de actualización del modelo económico cubano, el desarrollo local –con un enfoque que supone la interacción activa de los actores y resortes territoriales– se reafirma como uno de los componentes básicos de la estrategia para el progreso nacional.

En el escenario de ordenamiento y transformaciones que vive Cuba, resulta vital que nuestros municipios se desarrollen como instancia fundamental, con la autonomía necesaria para protagonizar los cambios, y avancen, en igual medida, hacia la consolidación de una base económico-productiva.

Tampoco es casual que durante este año se hayan aprobado un conjunto de normas jurídicas en función de impulsar, precisamente, el desarrollo territorial y conducir, sin escollos burocráticos o demoras innecesarias, la gestión de los proyectos locales. En este propósito común, el estudio Ascenso a la raíz. La perspectiva local del desarrollo humano en Cuba 2019, define prioridades y esboza, objetivamente, algunos de los retos en el camino del fortalecimiento integral y sostenible de los territorios, aprovechando sus potencialidades sobre la base de una mayor autonomía institucional.

Sobre el informe, elaborado por el Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM), en coordinación con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la participación de varias instituciones cubanas, se ha expresado que contribuye de manera significativa a abordar el bienestar de las personas, desde una mirada multidimensional.

Al respecto, Maribel Gutiérrez, representante del pnud en Cuba, señaló que el documento considera que cada sitio tiene una manera particular de construir sus relaciones y prácticas sociales, y dispone de recursos naturales, económicos, sociales y culturales específicos, factibles de ser puestos en valor.

Ramón Pichs Madruga, director del CIEM, destacó que la Isla enfrenta los mismos desafíos económicos que afectan al resto de los países en desarrollo, aunque a ello se suman la aplicación y el recrudecimiento del bloqueo económico impuesto por el Gobierno de EE. UU. por casi 60 años, y, en el presente, el impacto que ha generado la COVID-19 a todos los niveles en la sociedad.

En las nuevas condiciones, dijo, se promueve el desarrollo local a partir del fomento de las capacidades endógenas y el aprovechamiento de lo que pueden hacer los territorios, sin perder el necesario vínculo con el proyecto nacional.

En esa línea de acción, este documento –que es el cuarto que se elabora en Cuba– también trasciende porque combina las perspectivas del desarrollo humano con el reto planteado por la Agenda 2030 y el papel protagónico que se le concede al municipio, refrendado en nuestra Carta Magna.

Incluso, aun cuando las cifras y datos son de 2019, detalló, los procesos y conflictos que subyacen en el entretejido social siguen presentes; de ahí la vigencia del estudio y su mirada a los municipios como espacios para la innovación y la construcción de alianzas.

EL MUNICIPIO COMO EPICENTRO DE LA VIDA ECONÓMICA Y SOCIAL

Si bien el componente territorial del desarrollo no es una novedad en Cuba, pues ha sido uno de los objetivos del proceso revolucionario desde su inicio, y las significativas transformaciones llevadas a cabo en los últimos 60 años lo demuestran, sí lo es la importancia del tema en la estrategia nacional.

Por mucho tiempo, la conceptualización sobre la planificación centralizada, en la que las localidades debían esperar por decisiones centrales, que pretendían definir al detalle los procesos de desarrollo en lugares y contextos concretos, rigió el funcionamiento y el quehacer en los territorios.

Esta manera de hacer, señaló Jourdy Janes Heredia, coordinadora de uno de los capítulos del informe, entendía el desarrollo como resultado de grandes planes nacionales, que desde arriba llegaban a impactar a los municipios. «Estos recibirían pasivamente esos planes, en los que la participación de los actores locales era muy poca o escasa».

Lo negativo de tal esquema no era la lógica de subordinación al nivel nacional, sino la pasividad de los territorios y la carencia de interacciones entre ellos y los niveles centrales, que esterilizaban los saberes y las experiencias locales, y minimizaban sus actores a la condición de receptores pasivos, comentó.

La visión del desarrollo humano local confiere, por otra parte, un papel protagónico a los actores económicos, sociales y políticos del territorio, en la planificación, la construcción y la gestión de su actividad.

Ello, aclaró, no significa la desvinculación con las premisas del proyecto nacional, sino el reconocimiento de la capacidad local para aprovechar las oportunidades. «Se trata de llevar a la práctica la articulación de lo territorial con lo nacional, en ambos sentidos para favorecer la economía y también la calidad de vida de las personas».

La visión actual es potenciar lo local; hacer que el municipio no sea solamente un agente de recaudación o una instancia para recuperar establecimientos de comercio minorista o aplicar políticas públicas, sino centro propulsor de políticas que –en articulación y coordinación con la estrategia nacional– contribuyan a conducir la vida social y económica del territorio.

En tal sentido, se destaca que los municipios deben convertirse en creadores de iniciativas que estimulen la producción de alimentos, la construcción de viviendas, las ofertas complementarias para el turismo, el establecimiento de cadenas productivas y otros proyectos para la conservación del ambiente y el crecimiento de la cultura.

«No se trata de que se conviertan en territorios autónomos e independientes, sino que dispongan de facultades y competencias que en la práctica los empoderen para cumplir las funciones de activos agentes y gestores del desarrollo».

La reconfiguración del modelo de funcionamiento socioeconómico del país también pasa por mejorar el desempeño económico, incrementar los niveles de inversión, aumentar las exportaciones y reformas del sector público, indicó.

Sectores y esferas sociales  también han enfrentado en los últimos tiempos tensiones, y muestran huellas de impactos adversos causados por la crisis económica.

En medio de ese panorama, puntualizó el Director del ciem, es necesario construir la senda hacia un desarrollo sostenido, inclusivo, a través de políticas públicas e instrumentos de planificación, presupuesto, monitoreo y evaluación, que aseguren la prosperidad de todas las personas.

Aplicar tales nociones, con uso del conocimiento, la ciencia y la innovación –ajustados, además, a las necesidades propias de cada lugar–, conducirá a provechosas transformaciones, aunque ello también implica retos, sobre todo, desde la gestión y la mirada intersectorial que acompañan estos procesos.

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