Pinar del Río.– En el pequeño salón donde culminan los procesos, Yoan Manuel Pérez chequea los parámetros de calidad. Sus ojos y sus manos son el último filtro de una producción que luego recorrerá el mundo con el nombre de Cuba.
Antes de llegar a él, cada pieza fue tomando forma en las mesas de trabajo de Leanis, Osvaldo, Raúl y otros expertos en transformar la madera en auténticas obras de arte.
Hasta no hace mucho, decenas de miles de estuches para envasar el tabaco cubano, como los que ahora revisa Yoan Manuel, se elaboraban en China.
De ahí el empeño con que este joven pinareño verifica el acabado de las piezas, el funcionamiento de las bisagras y los cierres, el brillo de los esmaltes, los cuños y el emblema dorado de Cohíba.
«Uno siente orgullo de saber que ayudamos a evitar importaciones y aportamos un granito de arena a la economía del país –dice–. Yo he visto los que se hacían en China y le puedo asegurar que los nuestros tienen la misma calidad».
El artesano Jorge Luis Milán, líder del colectivo de creación artística Decuba, Arte en Maderas, cuenta que en 2020 produjeron 32 000 estuches que, hasta entonces, se traían del otro lado del mundo. Este año la cifra debe crecer a 40 000.
UN MENSAJE DE CUBANÍA
Conformado por 27 artistas y artesanos, y 75 trabajadores, Decuba, Arte en Maderas exporta sus creaciones desde hace 23 años a los mercados más selectos del mundo.
El proyecto surgió en 1995, con solo tres integrantes que empezaron a adentrarse en el mundo de los humidores en los cuales se conserva el tabaco.
Milán recuerda que al principio hacían «cosas muy elementales», y que, poco a poco, con ayuda de un profesor de la Escuela de Arte pinareña, fueron profundizando en el estudio de las maderas y las técnicas para transformarlas.
El hecho de vivir en la tierra del mejor tabaco del mundo y descubrir la rica cultura que rodea a este cultivo centenario que sorprendió a los conquistadores españoles a su llegada a América, se convirtió en motivo de inspiración.
Primero incorporaron la talla, luego emprendieron el rescate de la marquetería, una técnica que se hallaba casi extinta y de la que hoy son un referente en el país.
A través del Fondo Cubano de Bienes Culturales lograrían las primeras exportaciones. Luego, tras recibir la licencia de Habanos S.A. para el uso de sus marcas, los humidores y envases del colectivo se han comercializado en más de cien países.
«La competencia es muy fuerte. Nos toca medirnos con empresas de China, Italia, Francia, España, Alemania, Centroamérica, y eso solo se puede lograr si tienes un equipo de creadores con mucha experiencia», asegura.
El rescate de técnicas y de oficios que prácticamente se habían perdido, les ha permitido abrirse paso en un mercado extremadamente exigente y asumir la confección de colecciones exclusivas.
El colectivo tiene, además, el mérito de haber donado al sistema de Salud Pública los ingresos por las piezas subastadas en festivales. En total, suman más de 1 860 000 euros.
CALIDAD, EXPERIENCIA Y SERIEDAD
Sin condiciones apropiadas de humedad y temperatura, el tabaco se deteriora. Por ello, para su conservación por periodos prolongados, se suelen emplear estuches de madera, o envases especiales dotados de dispositivos para controlar tales parámetros, llamados humidores.
Más allá del aspecto utilitario, la labor de proyectos como Decuba ha convertido estos objetos en exquisitas obras de arte.
Así lo confirma Yulianela Bernal, directora de Desarrollo de la Empresa de Envases para el Tabaco ARCA, perteneciente al Grupo empresarial Tabacuba, quien precisa que, hasta la fecha, este tipo de producciones cooperadas se lleva a cabo en el país con tres proyectos de creación, de los cuales, Decuba es el mayor y más antiguo.
En 2021, entre todos, deberán entregar 80 000 envases de lujo destinados a la exportación de tabaco cubano.
La calidad de sus trabajos, la experiencia y la seriedad para asumir los contratos, han sido determinantes para la realización de este tipo de alianzas, añade la funcionaria, y señala que en la actualidad se labora en el desarrollo de otros envases, por nuevos productores potenciales.
LA ÚLTIMA PIEZA SIEMPRE ES LA MÁS IMPORTANTE
La creación nunca se detiene. El director de Decuba explica que desde 2002 su colectivo asume la colección Habanos, que comprende 3 000 piezas cuyo diseño nunca se repite.
El artesano asegura que, para su equipo, la pieza más importante siempre es la que tienen entre manos. «En 2019, por ejemplo, fue el humidor San Cristóbal de La Habana 1519, que rindió homenaje al aniversario 500 de la capital, con las principales calles de La Habana Vieja grabadas en él».
La de 2020 fue la del aniversario 175 de la marca Partagás. «Una pieza bellísima, con un sistema de cierre y apertura novedoso, que se hacía por primera vez».
Obras alegóricas al cultivo del tabaco en las vegas de Vueltabajo, o que semejan edificios patrimoniales de La Habana Vieja o Trinidad, o inspiradas en personalidades de nuestra cultura, forman parte del extenso catálogo que se enriquece con los años.
«Cada humidor cuenta una historia y lleva un mensaje de cubanía por el mundo. Por eso tenemos un equipo de comunicación que investiga antes de emprender un proyecto».
MÁS PROTAGONISMO A LOS CREADORES NACIONALES
A pesar del prestigio conquistado durante años por varios proyectos como el suyo, Milán lamenta que el país siga acudiendo a los mercados foráneos para encargar envases y humidores, que pudieran obtenerse acá y ahorrarle divisas a nuestra economía.
La directora de Desarrollo de la Empresa de Envases para el Tabaco, proveedora nacional de Habanos S.A., considera que el trabajo con estos grupos demuestra cuánto talento existe en Cuba para asumir este tipo de producciones.
«Son muchos los artistas que nos piden que los incluyamos en la cartera de proveedores de ARCA, por lo que no nos caben dudas de que tenemos competitividad para asumir la sustitución de estas importaciones», dice.
Para ello, junto a la voluntad de dar más protagonismo a los creadores nacionales, advierte que deben establecer mecanismos expeditos para garantizar el aprovisionamiento oportuno de las materias primas y herramientas de trabajo, a fin de disminuir los tiempos entre el diseño, la producción del primer prototipo y su industrialización.
No obstante, el director de Decuba considera que la decisión desde 2020, de asumir con los artesanos de la Isla la fabricación de decenas de miles de piezas que anualmente se traían de China o Europa, constituye un paso de avance.
«Es una contribución concreta a la sustitución de importaciones y un éxito de las nuevas medidas que el país promueve para impulsar los encadenamientos productivos», dice.
Raúl Gutiérrez, otro de los integrantes del grupo pinareño, también lo ve como una oportunidad para despejar dudas sobre cuánto más pudiera confiarse a los artistas y artesanos cubanos, en una labor que demanda talento y rigor, pues un solo milímetro de diferencia en una pieza, se considera un error grave. «Esto –dice– tiene que quedar perfecto».




















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