ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Entre lágrimas, narra que su hermano murió en sus brazos en el mar. Foto: Enrique González Díaz/Cubadebate

Yaritza Méndez Ramírez y su hermano salieron de casa el pasado lunes 5 de julio, para emprender la peligrosa travesía de 90 millas mar afuera, que los llevaría a EE. UU., sin saber que el episodio terminaría en una tragedia.

Ellos se lanzaron al mar, a pesar de que estaban advertidos del paso de la tormenta tropical Elsa por ese trayecto, creyendo que les daría tiempo a llegar antes de que ese fenómeno natural transitara por los mares al norte de Cuba, y que los guardafronteras cubanos no iban a estar atentos, pues el país se preparaba para enfrentar el evento hidrometeorológico.

Cinco días después, Yaritza se encontraba nuevamente en nuestro país, lista para ser trasladada a un centro de aislamiento para vigilancia anti-covid-19 y luego volver a su casa en Guanabacoa e incorporarse a la vida social. Sin embargo, su hermano ya no estaba con ella, pues yacía en algún lugar desconocido en el fondo del mar.

La improvisada embarcación con 22 ciudadanos –entre los cuales se encontraban Yaritza y su hermano– zarpó por las costas del municipio capitalino de Habana del Este. Iban en busca del «sueño americano», que pronto se convirtió en una gran pesadilla.

«Yo decidí irme con mi hermano. Él tenía un amigo y habían quedado en que nosotros lo esperáramos en un lugar para encontrarnos. Eso fue sobre las ocho de la mañana del lunes 5 de julio. En el camino nos interceptaron los guardafronteras cubanos y nosotros no quisimos regresar. Tiraron salvavidas, pero decidimos seguir», cuenta Yaritza, de 34 años.

Ninguno de los balseros hizo caso a las advertencias de los miembros de Tropas Guardafronteras de Cuba sobre el peligro del mal tiempo y las malas condiciones de la rústica embarcación.

«Ya por la noche, sobre las 9:00 p.m., el mar estaba muy furioso. De un momento a otro sucedió todo. Se viró la lancha y tratamos de estar unidos en ese momento, pero poco a poco nos fuimos alejando unos de otros. Algunos no resistieron. Fue algo muy duro.

«Yo estuve con mi hermano hasta la mañana del martes. Nos quedamos a la deriva sin nada de qué aguantarnos. Éramos cinco con dos salvavidas. Estuvimos la noche entera tratando de sobrevivir. Por la mañana, mi hermano estaba muy débil y tenía mucho frío; no pasaron 20 minutos y me dijo que ya él no resistía más… le dio una hipotermia.Lo mató el frío. Falleció en mis brazos», rememora entre lágrimas Yaritza, quien es madre de dos niños, a quienes por poco no vuelve a ver.

A Yaritza la travesía le dejó un dolor irreparable, por lo que es de esperar su actitud cuando afirma, decididamente, entre llanto, que nunca más en su vida lo vuelve a hacer. «Había escuchado otras historias, tragedias en el mar, pero en ese momento uno no piensa en eso, pone la mente positiva y cree que sucederá lo contrario».

Marlin Leliebre Tiezco, otra de las sobrevivientes, en un estado de pánico y tristeza a la vez, relata que estando a 20 millas de las costas de la Florida, la furia de las olas viró el bote de un golpe. «Se desató el infierno», dice.

«Yo quedé debajo del bote. Él (el novio) se sumergió y me ayudó a salir. Yo tenía un salvavidas, porque cuando veníamos en el camino nos encontramos a los Guardafronteras cubanos, nos hicieron señas de que no siguiéramos, que viráramos porque la embarcación se iba a virar. Ellos tenían seguridad de que se iba a virar la embarcación… Todos los que quedaron debajo lograron salir, menos una persona que, según escuché, se enredó con una lona azul que llevábamos y se ahogó», lamenta.

Una vez que lograron emerger, Marlin, su novio y una amiga se agarraron de la lancha volcada, que aún flotaba. «Mi pareja nos amarró a nosotras dos en la lancha y él era el que nos guiaba, porque ninguna de las dos sabíamos nadar.

«Estuvimos alrededor de 22 horas en el agua hasta que nos rescataron. Yo pensé que no me iba a salvar realmente», expresa esta guantanamera de 34 años.

El joven de 27 años, Yaikel Darias Tabares, ya había intentado, con anterioridad, otra salida ilegal del país. Estuvo entonces cinco días perdido en el mar, cerca de México, hasta que fue devuelto a la Isla.

Al hablar sobre lo vivido durante la noche-madrugada del 5 de julio, no quiere expresar las razones que lo llevaron a lanzarse por segunda vez a la travesía, pero lo cierto es que volvió a presenciar, en carne propia, otra odisea en alta mar.

«Alrededor de las seis de la tarde las olas comenzaron a crecer, eran de tres y cuatro metros de alto. Ya después de las diez de la noche eran olas inmensamente grandes y llegó el momento en que no se pudo cortar las olas, nos cogió una por el lado y fue cuando nos viró la embarcación. Estuvimos casi tres horas aguantando el oleaje contra la embarcación virada», narra Yaikel, quien asumió el mando en medio de esa tragedia.

Las horas siguientes al naufragio fueron aterradoras. Yaikel recuerda que cuando se volcó la embarcación todos se fueron separando por grupos, mientras sucumbían de uno en uno ante la saña del mar.

«Tú te hundías de pronto y levantabas la cabeza y faltaban dos personas; te volvías a hundir y faltaban dos más; al ratico intentabas mirar para el lado y sucedía lo mismo; lo único que veías eran sombras. Así fue toda la noche, intentando salvarnos… hasta por la mañana. Cuando amanecimos, todavía había mucho oleaje y solo de mi grupo quedábamos seis: tres de ellos después se ahogaron y quedamos una mujer, un muchacho y yo», rememora.

 

Yaikel Darias Tabares recuerda que cuando se volcó la embarcación todos se fueron separando por grupos, mientras sucumbían de uno en uno ante la saña del mar. Foto: Enrique González Díaz/Cubadebate

UNA TRAVESÍA A MUERTE MOTIVADA POR POLÍTICAS HOSTILES DE EE. UU.

Del naufragio sobrevivieron, finalmente, 13 personas. Ocho de ellas ya se encontraban en Cuba, mientras otras cinco serían devueltas.

Tras permanecer alrededor de 20 horas en el mar, los cubanos fueron rescatados el martes 6 de julio por un barco del Servicio de Guardacostas de Estados Unidos, que ya había sido alertado de la salida ilegal.

«Nos subieron a bordo…, estábamos prácticamente sin energía y nos dieron una frazada para taparnos. Esa noche dormimos ahí y al otro día por la mañana nos cambiaron para un barco más pequeño, en el cual estuvimos unos cuantos días hasta que nos trajeron para Cuba», manifiesta Marlin, quien ante la pregunta de por qué tomó la decisión de intentar irse ilegalmente por el mar, contesta: «Hay ciertos momentos en que la desesperación te lleva a dar ese paso, pero si yo para ir para Estados Unidos tengo que irme en lancha, no voy; de esa manera no».

Durante más de 60 años miles de cubanos han optado por una migración irregular, insegura y desordenada para llegar a Estados Unidos, con la pérdida irreparable de muchas vidas en esos peligrosos intentos, estimulados por el impacto cotidiano del recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero del Gobierno norteamericano, que pretende provocar desesperación en nuestra población.

También fomenta la migración irregular la vigencia de la criminal Ley de Ajuste Cubano de 1966 y el no cumplimiento de los acuerdos migratorios bilaterales y, más recientemente, la suspensión injustificada de las actividades del servicio consular de la Embajada de EE. UU. en La Habana, que ha convertido el otorgamiento de visas de reunificación familiar en un proceso insostenible en los últimos años.

El coronel Lázaro Delgado Chaple, segundo jefe de la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería del Ministerio del Interior, señala que solo en lo que va de este 2021 se han producido más de 35 operaciones de devolución de cubanos. Indica que 792 personas han sido retornadas a Cuba por diferentes vías (aérea y marítima), de las cuales 504 provienen de Estados Unidos.

El Estado cubano ha ratificado su voluntad de impedir las salidas ilegales, que ponen en riesgo la vida humana, y de luchar contra actos de violencia y los delitos asociados a la trata y el tráfico de personas. Sin embargo, mientras la administración estadounidense continúe con el mismo tratamiento diferenciado, por motivos políticos, para los ciudadanos de nuestro país, conminándolos a emigrar ilegalmente en embarcaciones precarias a EE. UU., e incumpla con el otorgamiento de visas, es muy probable que sigan ocurriendo trágicos episodios como los que vivieron Yaritza, Marlin y Yaikel.

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Jorge dijo:

1

11 de agosto de 2021

16:30:26


Es una tragedia. Pero esas son una de las tantas ratas que abandonan el barco cuando hay oleaje como dijo el Comandante en jefe en 1987.