ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Cartel contra el bloqueo. Foto: Ruene, Andrés

A partir de este lunes, las sucursales bancarias cubanas no aceptarán, temporalmente, los depósitos en efectivo de dólares estadounidenses, medida que, desde su anuncio, sigue generando inquietudes.

Las opiniones, como suele ocurrir con todo lo que impacta en el bolsillo de la gente, han ido de un extremo a otro, y algunos se han demorado en entender que lo dispuesto, como han explicado las autoridades, es «un acto de defensa inevitable», a pesar de su alto costo a lo interno del país.

Solo que a Cuba todo le cuesta, y mucho, en especial si se trata de sortear el bloqueo económico de EE. UU., ese lazo al cuello que aprieta... y aprieta... y aprieta, con impacto directo en el pueblo, aunque haya quien diga oportunistamente lo contrario. Esta medida (y sus inconvenientes), que no es causa sino efecto, es un ejemplo clarísimo.

Si bien la persecución financiera contra la nación ha escalado en los últimos tiempos a «niveles inusitados», los bancos siempre han sido diana predilecta para los dardos de la medida coercitiva de Washington. Desde hace mucho, a las operaciones cubanas no se les pierde pie ni pisada, y tampoco a los bancos de terceros países, que han osado negociar. El ataque, más que en cualquier otro sector quizá, ha sido directo al mentón.

Y no estamos ilesos. ¿Cómo estarlo, si la cruzada económica de Estados Unidos contra este archipiélago, que ya dura casi 60 años, se ha hecho particularmente cruda en medio de una pandemia que ha frenado todo con su paso mortal.

Para tener una idea de la arremetida, bastaría mencionar la creciente negativa de instituciones bancarias y financieras extranjeras de tramitar operaciones de entidades cubanas, unida al cierre de cuentas y contratos ya establecidos, la constante devolución de transacciones bancarias, así como la cancelación de claves para el intercambio de información.

Entre abril de 2019 y marzo de 2020, 137 bancos extranjeros se negaron a realizar operaciones con Cuba, y 14 específicamente no accedieron a realizar transferencias de fondos desde o hacia nuestro país, ni a prestar otros servicios bancarios. Las afectaciones monetario-financieras ocasionadas a la economía cubana en este periodo superaron los 284,3 millones de dólares.

Las vicisitudes, agudizadas desde mediados del año pasado, incluidos los perjuicios al envío de remesas y las agresiones contra cualquier entidad más o menos representativa del panorama económico nacional, tuvieron su colofón a inicios de 2021, con la absurda inclusión de Cuba en la unilateral lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo.

Desde entonces, reconocieron recientemente directivos del Banco Central de Cuba (BCC), las relaciones bancario-financieras se han hecho casi nulas. Y, por si fuera poco, a las pérdidas generadas por la imposibilidad de emplear el dólar en las transacciones comerciales y financieras, se agregó el impedimento de poder colocar en bancos internacionales los billetes de esa denominación recaudados en plaza.

Ello, además de poner en jaque el cumplimiento de las obligaciones financieras del país y la ejecución de operaciones de comercio exterior, tan básicas como importar alimentos o insumos médicos, impacta incluso en la sostenibilidad de las ofertas de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC).

Entre la espada y la pared o, mejor dicho, entre el bloqueo y los dólares, Cuba optó por poner en pausa los depósitos en efectivo de esta moneda, al tiempo que mantiene intactas las demás operaciones, «tanto de ingresos como de pagos autorizados» mediante cuentas y tarjetas magnéticas en MLC.

La duración de esta medida que se aplica desde este lunes, según afirmó el BCC, «dependerá de la eliminación de las restricciones que impiden el normal funcionamiento de los procedimientos de exportación de la moneda estadounidense».

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