ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Parece una tortuga gigante dormida, imponente, infranqueable, negada a mostrar su intimidad.

Quien intente descubrirla a priori, saldrá con alguna magulladura en las manos, en los dedos, en la cabeza si no entras con el casco laringófono. Es la primera señal de que será difícil domesticar a una mole de 36 toneladas; como mínimo, deberás pasar seis meses de entrenamiento para que te muestre algunos secretos: potencia, maniobrabilidad, velocidad, alcance máximo del tiro directo, capacidad combativa…

I

En el verano de 1980, la vida del estudiante de preuniversitario dio un vuelco.

—¡Vieja me lleva el servicio militar y para allá voy! Después sigo estudiando.

Licenciatura en periodismo, lengua Extranjera Inglesa o rastrero, eran las preferidas.

Nada había que lamentar. En cierto modo, la misma escena se había repetido infinidad de veces en otros jóvenes que no vacilaron a la hora de acudir al llamado de la Patria, en Cuba y en otras tierras del mundo.

A Esther le asombró la noticia. Su hijo era buen estudiante, pero al terminar el preuniversitario le faltaron dos décimas, justamente las que le hubieran hecho falta para no ser llamado a filas; precisamente, las mismas que hoy, en el recuento, se alegra de no haberlas obtenido.

Fue así como se adentró en la vida de los tanques de guerra y encarnó en su propia piel el personaje de conductor mecánico de una de esas moles blindadas.

El joven, que había leído sobre esas máquinas poderosas y sobre quienes las conducían, recordó historias de la Segunda Guerra Mundial: la de Dmitri Lavrinenko, el tanquista que en poco más de dos meses de lucha, a bordo del legendario T-34, destruyó 52 tanques enemigos; María Oktiábrskaia, la primera mujer en conducir uno de esos vehículos; la Batalla de Kursh, en la que participaron más de 6 300 de esas máquinas de combate, las luchas en África o la invasión a Playa Girón, donde esa arma fue una de las protagonistas de la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina, que tuvo su epílogo con el disparo «mortal» que Fidel le hiciera al barco Houtson, desde un SAU-100.

Previamente, las fuerzas blindadas habían avanzado ininterrumpidamente sobre las posiciones de los mercenarios, haciéndolos retroceder hacia la playa y las esteras de los tanques no pararon hasta tocar el agua y lograr la rendición enemiga en la tarde del 19 de abril de 1961.

Un día antes habían entrado en acción los primeros tanques T-34, procedentes de la Unión Soviética, en el enfrentamiento a las fuerzas mercenarias que pretendían tomar Playa Larga y Playa Girón. Fue en el campo de batalla donde nacieron y vencieron las unidades blindadas, en su mayoría conformadas por combatientes del Ejército Rebelde.

«Un arma ruda, de mucho trabajo, esfuerzo, sacrificio, abnegación, pero a la que se le llega a tomar cariño», reveló en una ocasión el General de División, Néstor López Cuba, combatiente de Playa Girón y uno de los primeros tanquistas de la época revolucionaria. Y en verdad, es así.

II

Pasaron los primeros seis meses, y, en el año 1981, el joven al que le faltaron las dos décimas se vio al mando de una de esas tortugas gigantes, un T-55 de combate, casi acabado de llegar a Cuba, procedente de la antigua Unión Soviética.

Poco tiempo después andaba por una de las grandes unidades del Ejercito Oriental y era miembro del batallón de tanques de la unidad militar Protesta de Baraguá, Orden Antonio Maceo, de Santiago de Cuba.

Orgulloso de haber pertenecido por espacio de dos años a las tropas regulares de las fuerzas blindadas de Cuba y por más de 20 a las de la reserva, siempre como conductor mecánico, también celebró este 18 de abril el Día del Tanquista, fecha que se inscribe en la historia en homenaje a los combatientes que derrotaron a la brigada mercenaria en las arenas de Girón.

A lo lejos en el tiempo, casi 40 años después de aquel agosto de 1980 y de las dos décimas que faltaron, da la impresión de jamás haber dejado de estar allí, con alma acorazada, de la misma manera en que hoy muchos tanquistas defienden la obra que se ha vivido como dignos herederos de la caballería mambisa.

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