ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Ricardo López Hevia

La inconformidad o la rebeldía a secas puede ser conducida contra sí misma. Los cubanos que se alzaron contra Batista se autopercibían como rebeldes y el ejército que constituyeron fue adjetivado de esa manera. El periódico de la juventud cubana se nombró Rebelde. Pero la rebeldía alcanzó, en esos hombres y mujeres, su coto más alto: se hizo revolucionaria. El capitalismo es experto en impedirlo, no mete sus manos, pero amarra al individuo recién llegado a la vida adulta en los códigos de una existencia cuyo éxito mayor es la acumulación material.

No tiene que ser de manera explícita: hay canales que drenan sus aguas en el cauce central. Con paciencia y constancia –y una maquinaria mediática que recicla los fracasos en la construcción de otro mundo mejor y necesario, y que incluye la industria del entretenimiento­», ha reubicado la zona de prestigio intelectual (que en los años 60 y 70 del siglo pasado estuvo en la entrega a un ideal colectivo de justicia social), en el espacio hogareño, o en la reivindicación de consignas abstractas que solo tienen concreción en la conveniencia personal.

El sistema estimula y globaliza la rebeldía que irrumpe sin programa, porque puede ser útil o inocua: se cerca y desoye a los indignados –cuando amenazan el status quo– para que se consuman, día tras día, en su propio fuego, hasta que el viento recoja las cenizas; o alienta y financia a los inconformes de gobiernos incómodos o inconvenientes al imperialismo, para que derriben a sus gobernantes. En ambos casos no es necesario un programa, su ausencia es un requisito indispensable.

Pero los segundos serán estimulados con frases grandilocuentes: es «un día histórico», dirán, y los ingenuos rebeldes creerán que son ellos los que hacen la historia. Porque, desde luego, sí existe un programa: el del imperialismo, que es el de la dominación. El crítico y curador de arte Helmo Hernández insiste en un dato de suma importancia: la Revolución cubana mantiene su vigencia porque tiene un sustrato anticolonial. Cuba es la demostración de que es posible vencer a los colonialistas de viejo y nuevo cuño (incluso a 90 millas de sus costas). Cuba es una esperanza para la inmensa mayoría de la población mundial.

Recuerdo que en los primeros años del nuevo siglo, un escritor nacido en Cuba mancillaba la bandera cubana en un performance disfrazado de arte. Es lo mismo que hace Otero Alcántara. No hay novedad en ello, como no la hubo antes. Son gestos que intentan «suavizar» el significado de la Nación, debilitar sus fronteras simbólicas. En esa línea de actuación se ubican –por más que ellos no lo sepan–, los delincuentes pagados para manchar con tinta roja los bustos de José Martí.

El pasado 4 de diciembre, Pardo Lazo, el primero de estos profanadores, publicó un artículo en Cibercuba, uno de los medios financiados por agencias federales estadounidenses, cuyo título, En defensa del Zanjón, podría ser objetado por cualquier escolar cubano, pero nos permite avanzar en la comprensión del programa imperialista (antimartiano). Su autor-vocero, dice: «En el Zanjón ganó obviamente el verbo y perdió ominosamente la violencia. En más de un sentido, el Zanjón fue la cuna fecunda de nuestra democracia. José Martí, un hombre que no creía en el sufragio universal, y que fungía como representante de terceros países en los Estados Unidos (de hecho, vocero de tiranías extranjeras), le temía más a la sabiduría del Zanjón que a su propio suicidio súbito en Dos Ríos».

Mi intención no es refutar un texto que parece un ejercicio docente para que los estudiantes de secundaria lo desguacen. El punto al que quiero llegar es este: los de la casa de San Isidro, paradójicamente, han utilizado con desfachatez el símbolo de Baraguá para rechazar el encuentro de los artistas cubanos con las autoridades de Cultura. Pero olvidan algo elemental: el Zanjón fue un pacto de paz entre los colonizados y la metrópolis, no un diálogo entre cubanos. ¿Fue acaso un acto de rebeldía contra lo estipulado por la República en Armas? Quizá. Esa es la rebeldía manipulada contra la Rebeldía. Y los de la casa de San Isidro o de Tío Sam Isidro, se mueven en el carro del Encargado de Negocios de la Embajada yanqui, reciben sus dineros e instrucciones. La «cuna fecunda de la democracia» que añoran, según Pardo Lazo, se resume en el Zanjón, es decir, en un pacto de paz sin independencia con la metrópolis, española o estadounidense.

La inconformidad o la rebeldía son consustanciales a la juventud, y son bienvenidas. Pero no pueden ser conducidas a la defensa solapada del colonialismo. Hoy no es posible ser anticolonialista (antimperialista) si no se es socialista. La mayor herejía de la historia cubana, la rebeldía mayor, es su Revolución anticolonial y socialista.

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Alexander dijo:

1

8 de diciembre de 2020

07:24:42


Solamente disentiría con su opinión en un punto. Sí se puede ser anticolonialista y no socialista. Los ejemplos en el mundo entero y a través de la Historia sobran. En Cuba se le ha dado un matíz distinto y casi que de sinónimos a varias palabras que definen cosas diferentes y todas buenas. Ese es un ejemplo. Necesitamos acaso librar una guerra con todo el disienta del socialismo, pero no quiera que volvamos a ser neo-colonia ó colonia de nadie? Ejemplos se sobran ahora mismo en Miami. Cubanos que no quieren socialismo, pero se la están jugando por eliminar el bloqueo y la tranquilidad ciudadana en Cuba. Algunos amigos me acusan de socialista y comunista por un lado. Otros de todo lo contrario. Pero, en realidad a mi lo que me interesa es construir una mejor Cuba, libre de los intereses neocoloniales. No me importa como le llamen a esa Cuba. Pero que sea libre, con Todos y para el bien de Todos, excepto los que se auto-excluyen al formar pactos con potencias extranjeras.

Pedro Rafael dijo:

2

8 de diciembre de 2020

11:43:14


Es elemental que esto es parte de la guerra multiforme que nos impone el imperio a todos los que no doblan su cerviz ante el. Ahora lamentablemente confunde a algunos representantes del sector cultural he intelectual de Cuba que se han confundido con cantos de viejas y decrepitas sirenas, que tratan de envenenar el alma de la nación. A los confundidos que se llamen a su conciencia y beban de la profunda sabia nacional de sus raíces antimperialistas y soberanas. a los nuevos Plantistas solo decirles No Pasaran!!!!

Fermín Sánchez dijo:

3

9 de diciembre de 2020

11:14:29


Cuando hablamos de Cuba, se hace sobre el pensamiento del sentir de la mayoría, porque es la que sustenta lo que concebimos como libertad de expresión y deseo inaludible de seguir con el proyecto social elegido, no podemos someternos a los que tratan de vender nuestros designios a intereses imperiales. Tenemos nuestra propia historia y queremos seguir respetando la independencia que se ganó a base de sacrificios de muchos jóvenes y hombres de pensamiento que sucumbieron para dignificar a la Patria.

Orlando Luis Pardo Lazo dijo:

4

2 de junio de 2021

14:20:00


Muchas gracias por esta contundente respuesta!