ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Tomada de Internet

Un hecho poco tratado, aunque se estudia en las clases de Historia en las escuelas, es que las tropas de Estados Unidos intervinieron y ocuparon dos veces a Cuba y quedaron pensando en una tercera vuelta que nunca ocurrirá.

En 1899 primero y el 29 de septiembre de 1906 después, en ambas ocupaciones decidieron sobre el futuro del país, impusieron la Enmienda Platt, robaron una parte de nuestro territorio en Guantánamo, se adueñaron de las mejores tierras del país y de sus recursos naturales, suscribieron abusivos tratados comerciales y dejaron el país sin fondos públicos y endeudado.

La primera es la más conocida. Luego de la intervención de Estados Unidos en la larga guerra que sostenían los patriotas cubanos contra el colonialismo español, y cuando ya los mambises la tenían casi ganada, intervino Washington, derrotó a España y Cuba quedó en manos del naciente imperialismo norteamericano.

La ocupación militar estadounidense, legitimada por el Tratado de París del 10 de diciembre de 1898 y que se prolongó por tres años y cinco meses, fue un marco experimental para la aplicación de su política con respecto a la Mayor de las Antillas.

El 1ro. de enero de 1899, Estados Unidos entraba formalmente en posesión de Cuba, materializando así una antigua ambición, y el primer mandato de Washington fue hacer desaparecer las instituciones representativas del movimiento libertador en la Isla.

Para ello se apoyaron en las debilidades y contradicciones existentes entre los cubanos, referidas fundamentalmente a los procedimientos para licenciar al Ejército Libertador. El resultado fue la desaparición de todas sus instituciones, junto con la disolución del Partido Revolucionario Cubano (PRC), creado por José Martí, por traicionera decisión de su delegado, Tomás Estrada Palma, lo cual disgregó y dejó acéfalas a las fuerzas independentistas.

Estrada Palma, fue así el Presidente escogido e impuesto a Cuba por el gobierno de Estados Unidos el 20 de mayo de 1902, y confirmó su alejamiento de los ideales independentistas, al constituir su Gabinete, donde todos los secretarios (ministros) seleccionados por él provenían del autonomismo: ni un solo veterano de la guerra, ni un solo emigrado revolucionario, ni un hombre que hubiera sufrido cárcel o deportación por defender la independencia.

Dando cumplimiento a la Enmienda Platt, impuesta a la Constitución de 1902, el gobierno de Estrada Palma firmó un Tratado Permanente de Relaciones entre Cuba y Estados Unidos que reproducía los ocho artículos de ese apéndice a la Carta Magna con sus limitaciones a la soberanía, y arrendaron a Estados Unidos territorios ubicados en Bahía Honda (costa norte de Pinar del Río) y la bahía de Guantánamo (costa sur de Oriente), lugar donde se construyó la base naval, que aún mantiene en sus manos el gobierno norteamericano en contra de la voluntad del pueblo cubano.

Años más tarde, Estados Unidos abandonaría el territorio que ocupaba en Bahía Honda, a cambio de una importante ampliación del área de su base naval de la bahía de Guantánamo, la tercera bahía de Cuba por su extensión y con magníficas condiciones de resguardo y profundidad, lo cual daba a Washington gran importancia estratégica para garantizar el control militar sobre el Caribe, América Central y del Sur, incluido el canal de Panamá.

Al año siguiente de su ascenso al poder, el gobierno de Estrada Palma enfrentó dos levantamientos armados, que fueron aplastados brutalmente. En ese mismo año, 1903, se produjeron grandes protestas populares por los desventajosos acuerdos y el sometimiento a Washington. Un papel destacado en la defensa del legado mambí, de las riquezas del país y la soberanía nacional, correspondió al movimiento obrero. En noviembre de 1902, poco después de asumir Estrada Palma la presidencia, se produjo la primera huelga general de Cuba republicana, la llamada «huelga de los aprendices».

En ese entorno nacional complejo, se crearon en La Habana, Manzanillo y otras regiones del país, a partir de 1903, las primeras organizaciones políticas de carácter marxista, encabezadas por el dirigente obrero y luchador independentista Carlos Baliño y otros líderes de la emigración revolucionaria que regresaron a Cuba.

Se acercaba el fin del mandato presidencial de Estrada Palma, y fueron convocadas las elecciones para el 23 de septiembre de 1905. El malestar contra ese gobierno entreguista se generalizó al conocerse la intención del mandatario de reelegirse como presidente, alentado por Estados Unidos.

El día antes de las elecciones fue asesinado por la policía en Cienfuegos el coronel del Ejército Libertador Enrique Villuendas, jefe liberal de Las Villas. Su asesinato colmó de indignación a la ciudadanía, y el Partido Liberal se retiró de la contienda. Estrada Palma quedó como único candidato, al igual que había ocurrido en 1901, y se proclamó ganador en los comicios.

Los jefes liberales no aceptaron pasivamente el escandaloso fraude y tomaron las armas en varios lugares del país en agosto de 1906.  La Guardia Rural asesinó a machetazos en La Habana al general Quintín Banderas, uno de los más aguerridos jefes de las guerras de independencia.

La insurrección, conocida históricamente como «la guerrita de agosto», fue cobrando fuerza hasta amenazar con tomar la capital. Ante la gravedad de la situación, Estrada Palma manifestó una vez más su vocación anexionista, y en vez de procurar un acuerdo pacífico entre cubanos, pidió nuevamente la intervención militar de Estados Unidos.

El gobierno norteamericano aceptó la solicitud y el 29 de septiembre de 1906, el Secretario de Guerra de Estados Unidos, William H. Taft, asumió el cargo de Gobernador Provisional de Cuba.

Taft suspendió las funciones del Congreso y se arrogó todas las facultades legislativas; disolvió las fuerzas insurrectas y milicias creadas por Estrada Palma, y nombró un supervisor y varios asesores norteamericanos en la Guardia Rural. Su breve mandato daría paso a quien ocuparía la gobernación del país mientras durara la intervención: Charles E. Magoon.

Contrario a los pretendidos fines moralizadores que se le atribuyeron oficialmente, la intervención se caracterizó por el derroche de los fondos públicos, la corrupción política y administrativa, el endeudamiento de la República y las transacciones onerosas. Puede decirse que la segunda intervención yanqui sentó las bases de la corrupción desenfrenada, que sería desde entonces uno de los más graves males de la república neocolonial.

El 28 de enero de 1909 tomó posesión de la Presidencia de la República el antiguo candidato del Partido Liberal, general José Miguel Gómez. Terminaba la segunda intervención norteamericana, que había durado dos años y cuatro meses y dejó al país severamente endeudado con Estados Unidos, que controlaba las mejores tierras, casi sin tesoro nacional, y con un movimiento popular diezmado por las represiones, dividido y carente de liderazgo.

Continuaría así la República mediatizada hasta el 1 de enero de 1959.

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