Para todo el escándalo que provocaron, en vida y en muerte, las fotografías de Robert Mapplethorpe, su colección de fotos de orquídeas y lirios pasarían, en una primera lectura, como obras casi virginales. No lo son.
Mapplethorpe fue un fotógrafo de Nueva York que murió en 1989 de sida. Para el momento de su muerte, su obra fotográfica era famosa, en particular los retratos en blanco y negro que hiciera, a lo largo de su carrera, de personajes famosos, incluyendo unas cuantas celebridades de Hollywood.
Robert era homosexual, condición que, lejos de ocultar, incorporó a su obra, para estrépito, censura y provocada notoriedad. Pero decirlo de ese modo no le hace justicia al lugar que el fotógrafo dio a la sexualidad en su vida. Explorando lo que él consideraba los límites individuales del placer erótico, Robert no solo exponía su sexualidad a pleno pulmón, sino que revindicaba el dominio que sobre él debía ejercer cada persona a la medida de su propia plenitud.
En una entrevista a Vanity Fair, cuando ya estaba avanzado el sida, resumió el sentido de sus fotos más sexualmente explícitas, diciendo que obligar a las personas a hacer cosas que no desean no es erótico. La consensualidad implicaba también el atrevimiento de buscar más allá de lo convencional, mientras se tratara de «personas buscando un orgasmo simultáneo».
La obra de Mapplerthorpe es un grito continuo de búsqueda infructuosa del yo, en la imagen que lograba capturar de los otros. En ese sentido, a través de algunas de sus fotos, el espectador trastoca su condición de observador a la de observado. Lo que sí ocurre en todas es que resulta casi imposible no reaccionar frente a ellas. En muchos casos, incomoda la comodidad de nuestro subconsciente, que acepta bello lo que el consciente adoctrinado se empeña en rechazar. Un colega fotógrafo, de manera anónima, le confesó a un cronista que la obra erótica de Robert no hubiera sido aceptable si se hubiera tratado de relaciones heterosexuales. Probablemente tiene razón, tal es el prejuicio.
La colección El momento perfecto, donde se exhibían fotos explícitas de alto contenido sexual (de todo tipo), fue censurada por pornográfica por la Corcoran Gallery of Art, de Washington. La controversia alcanzó tal prominencia, que incluso miembros del Congreso de ee. uu. se pronunciaron sobre el destino que se le daba a los fondos públicos para promover el arte. En 1990, el Contemporary Arts Center, de Cincinnati, fue llevado a juicio por la exhibición de la colección, tildada de obscena. La galería resultó absuelta, junto a su director Dennis Barrie. Esta fue la primera vez que una galería de arte fue demandada por los contenidos de una exhibición.
En 1998, un libro que exhibía las fotos de Mapplethorpe fue confiscado por la policía en Inglaterra. Un estudiante de la University of Central England, que escribía una tesis, llevó el texto para que le hicieran copias de algunas fotografías a una tienda local, y el dependiente, alarmado por las fotos que vio, llamó a la policía, y esta no creyó en artes. A la universidad se le exigió, como condición para la devolución del libro, que determinadas páginas de este fueran ocultadas. Después de seis meses de idas y venidas, el libro fue finalmente devuelto sin censura alguna.
La conocida escritora, música y dramaturga Patti Smith fue pareja de Mapplethorpe, a quien conoció en una librería a mediados de los años 60. La relación fue tan profunda como tórrida pues, para esa época, Robert lidiaba aún con su identidad sexual. A pesar de su separación como pareja, permanecieron amigos toda la vida, y ella lo calificó como una de las personas más importantes de su vida.
En 1969, Patty y Robert se mudaron para el hotel Chelsea, aledaño al cual estaba el restaurante El Quijote. Como describe Craig Brown, al entrar Patti en el restaurante, «la escena era absurdamente característica de la era, dispersos en proporciones iguales músicos y botellas de tequila. Jimi Hendrix se encuentra allí con un sombrero grande, encimado sobre una mesa al final; a su derecha, Grace Slick y el resto de Jefferson Airplane, sentados alrededor de otra mesa; a su izquierda, Janis Joplins conspira con sus músicos».
Fue Bobby Neuwirth, amigo de Bob Dylan, quien introdujo a Patti a Janis. Le dijo a la cantante: «Esta es la poeta Patti Smith». Desde ese momento y hasta la muerte de Joplins, esta llamó a su amiga, la poeta.
De Porgy and Bess es la famosa aria Summertime, cuya letra es de DuBose Heyward y la música de George Gershwin, versionada fuera de la ópera de origen, e interpretada por los más diversos artistas a lo largo de los años, hasta el punto en que se considera que existen más de 25 000 grabaciones de la canción, comenzando por su primer éxito comercial en 1936, en la voz de Billie Holiday.
Ella Fitzgerald y Louis Amstrong tienen su versión de Summertime, con una introducción de trompeta memorable, seguida por la irrupción de la voz de Ella alternando con la de Louis: Can it get any better? Quizás no, pero en 1976 Ray Charles la versionó con Cleo Layne a una altura trascendente, y Miles Davis (¡ah!, Miles) hizo de las suyas en una versión instrumental que fue fiel a su condición de Midas: todo lo que tocaba lo convertía en jazz.
En otra vena, Peter Gabriel, con una subyugante introducción de armónica por Larry Adler, nos entregó un Summertime con voz gutural para rompernos como un lápiz, y Sting, en 1991, hizo lo suyo con la orquesta Holandesa del siglo XXI.
Pero, a pesar de toda la excelencia de esas interpretaciones, me quedo, si de escoger se trata, con la incomparable Janis Joplin, la voz de varias generaciones que llegaron con el flower boy y la oposición a la guerra de Vietnam, junto al rompimiento de las normas sexuales de la década de los 60.
Qué bella eres Janis. / Cantabas como si fueran confesiones. / No importa si las canciones eran de otros, / las hacías testimonio de tus pecados.
Janis Joplin nació en Texas, en 1943, y en la escuela sufría el abuso de otros estudiantes por rara. Era obesa y con un acné muy fuerte, le gritaban cosas horribles, incluyendo ofensas raciales por congeniar con personas negras. Sus refugios fueron la lectura, pintar y la música. Estando en la Universidad de Texas, el periódico del campus se refirió a ella como una mujer valiente, sin temor a distinguirse de los demás por la manera en que vestía, contraria a las convenciones de la época, su afición por la música y su costumbre de andar descalza.
Nadie manejó la capacidad discursiva del grito como ella lo hizo, / nadie gestionó el lenguaje corporal como ella lo hizo. / Lo suyo era el método llevado a la canción. La James Dean / de ese mundo que asumió hasta que la reventó / como a él: al volante de carros diferentes. / Todo eso y más ocurrió antes que los cuervos descendieran / y volvieran todo el paisaje en una feria de juegos artificiales.
En una ocasión, Janis lloraba desconsoladamente, porque un ligue de la noche se había marchado con otra mujer. Vestida de magenta y rosado, con una especie de bufanda de plumas púrpuras, deprimida por su fracaso, le dice a Patty: «Esto siempre me sucede, socia. Otra noche solitaria». Patti acompaña a Janis a su habitación y la escucha una y otra vez narrar lo infeliz que era. A modo de consuelo, Patti le confiesa que le ha escrito una canción y se la canta para animarla. En una explosión de alegría depresiva, Janis salta encantada del tema: «Esa es mi canción», le grita, mientras se arregla su bufanda frente al espejo. Dos meses después moría de una sobredosis de droga.
No me consta que Robert Mapplethorpe haya fotografiado directamente a Janis Joplins, pero se me antoja verla en las orquídeas magentas, rosadas y púrpuras que adivino detrás de sus fotos, aun en las de tonos de grises. Las orquídeas del fotógrafo trascienden la inocencia para volverse lo que quizá sea su ruptura más agresiva.
Lejos del chocante mensaje directo contra la convencionalidad pacata, esas fotos donde las flores terminan siendo erotismo puro, expresan una aprehensión trascendente, y de determinado modo fulminante, de algo hermosamente inasible. Nos gritan que nuestra sexualidad, no importa cuál, solo puede ser juzgada en su belleza, por nuestra propia manera de asumirla respetando al otro.



















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Tejeda dijo:
1
14 de septiembre de 2020
17:24:57
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