Además de refrescantes para el calor agobiante del presente, las lluvias de los últimos 60 días distrajeron –porque no alivian definitivamente– la tensión preocupante que el periodo seco del primer cuatrimestre del año generó en el abasto de agua a la población.
Las precipitaciones de mayo y junio contribuyeron a elevar los volúmenes acopiados en los principales embalses cubanos; sin embargo, no provocaron que ya exista una alta disponibilidad de agua en el país, «pues las cuencas subterráneas necesitan más tiempo para su recuperación que las presas», explicó Bladimir Matos Moya, vicepresidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (inrh).
El perjuicio de la sequía de inicios de 2020 había implicado a más del 90 % de los municipios de las tres regiones geográficas del archipiélago, con la consecuente depresión de la mayoría de las fuentes de abasto, ya afectadas por el déficit lluvioso de 2019, dijo Matos Moya, quien puso como ejemplo la compleja situación generada en el suministro de agua a la capital cubana.
En números, los beneficios durante junio, el mes más lluvioso del año, no fueron parejos en la Isla. Emilio Cosme Suárez, director general de Gestión Integrada del Agua, del inrh, detalló que cayeron, como promedio nacional, 140,1 milímetros (mm) de los 195 que fija la media histórica; pero los registros de occidente (217,9 mm, para el 96 % de la cota regional) difieren de los reportes en el centro y en oriente (124,2 y 91,8 mm, respectivamente), que apenas rozaron el 60 % de lo que habitualmente llueve en ambas zonas.
Sobre los embalses del país, al cierre del 2 de julio contaban con el 52 % (4 774 millones de metros cúbicos) de la capacidad total de almacenamiento (9 150 millones), y de todas las presas, 85 se encontraban al 75 % de llenado, 95 estaban por debajo de la mitad, y otras 34 no superaban el 25 % de agua disponible.
Las lluvias tampoco han significado una sólida recuperación de las cuencas subterráneas, pues de las 101 principales, al cierre de junio había nueve en descenso, 20 estables y 72 ascendían.
En La Habana, la provincia más afectada, únicamente la subterránea Cuenca Sur, que abastece a los municipios del centro de la urbe, reporta un estado normal y ascendiendo; pero al decir de Matos Moya, vicepresidente del INRH, el escenario sigue siendo crítico, debido al nivel muy bajo de disponibilidad.
Aunque ha habido una mejora en el bombeo, dijo, en la capital la carencia todavía impacta a más de 474 000 habitantes, un número que en el país rebasa las 606 000 personas.
Luego de La Habana, los territorios más lacerados son Camagüey y Santiago de Cuba, con cifras cercanas a los 30 000 usuarios afectados.
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