Contrario a lo que muchos piensan, la teoría especial de la relatividad no dijo que todo era relativo. Por el contrario, su principio fundamental es que la velocidad de la luz en el vacío es absoluta; es decir, no importa desde dónde la midas, siempre es la misma. Si usted está en la terminal de trenes y mide la velocidad de la luz que emite un bombillo, esa velocidad será la misma que medirá cualquier pasajero en el tren en movimiento. Esa es la misma que hubiera medido un cosmonauta desde la estación internacional, de fijarse en la bombilla. Esa tesis tiene la consecuencia de que el tiempo y el espacio son relativos. Que el tiempo es relativo significa que ese mismo cosmonauta medirá un tiempo distinto al que mide usted, parado en el andén de la estación. Cuando le digan que, según la teoría de la relatividad, todo es relativo, responda, con conocimiento de causa, que no es cierto, que aquello que ilumina es absoluto.
Energía y materia no son lo mismo. La energía es una propiedad de la materia, como lo es la masa, que dicho sea de paso, tienen una equivalencia que Einstein también halló. No confundamos las magnitudes que describen a la realidad con la realidad. La realidad existe sin importarle si le hemos hallado una explicación. Que «todo» tenga energía no es igual a que «todo» sea energía. El signo de la energía es arbitrario y solo depende desde qué referencia se mide. Uno tiene libertad de escoger la referencia que quiera. Energía positiva no quiere decir buena, y energía negativa no quiere decir mala. La energía no tiene intención, ni propósito. Si alguien le dice que está recibiendo energía negativa, dígale que la culpa es suya, que la mida, sin cambiar nada, desde otra referencia.
El principio de incertidumbre de la cuántica no dice que las cosas no se pueden saber con exactitud y que hay incertidumbre en todo. Lo que dice es que hay ciertos pares de magnitudes como la velocidad y la posición que no se pueden medir simultáneamente más allá de determinada precisión. Pero usted puede medir con precisión arbitraria una magnitud por sí sola, eso incluye a la propia velocidad y a la propia posición. De hecho, muchas de las predicciones más precisas que ha hecho el ser humano, se han basado en la cuántica. Si alguien le dice que la cuántica expone que no podemos saber nada, pues todo es incierto, dígale, con conocimiento de causa, que más ignorante es él.
En ciencia hay que distinguir entre hipótesis y teoría. Una hipótesis es una propuesta de explicación a un fenómeno que aún espera la comprobación observacional. Una teoría es una explicación consistente que ya ha pasado esa comprobación. A finales del siglo xix se creía que había una sustancia llamada éter, que era el medio en el cual viajaba la luz. Numerosos experimentos, en especial uno, que mereció un premio Nobel, donde se midió de manera muy precisa la velocidad de la luz en distintas direcciones, hizo desechar esa hipótesis. Se llegó a la conclusión de que el éter no existe, esa hipótesis no llegó a teoría. En el caso de la relatividad especial de Einstein, se predice que el tiempo medido desde dos lugares distintos puede no coincidir. La relatividad de Einstein nos permite, con los datos apropiados, calcular esa diferencia de tiempo. La hemos medido y coincide con la predicción precisa. La hipótesis de Einstein pasó a ser una teoría, no solo por comprobarse experimentalmente, sino porque no hay observación alguna que esté en contradicción con ella. La corrección en los tiempos medidos está incorporado en todos los gps que usamos, incluyendo el de nuestros teléfonos móviles.
Pueden haber muchas hipótesis sobre un fenómeno, todas tentativas de explicación, por comprobarse. Pueden haber varias teorías sobre un fenómeno; en ese caso, dos escenarios son posibles. En uno, las teorías son equivalentes entre sí, solo se trata de que fueron propuestas en lenguajes distintos. Eso le pasó a la teoría cuántica, que fue expuesta de manera distinta por distintos científicos, luego se comprobó que todas eran equivalentes. En el otro escenario, si ambas teorías inequivalentes explican por igual el fenómeno, entonces el fenómeno no es suficiente para determinar cuál de las dos teorías es más correcta.
Cuando dos teorías inequivalentes que explican por igual un fenómeno, no pueden descartarse sobre la base de otros experimentos, en ciencia se aplica un principio que se llama la Navaja de Ocam. Este principio dice que de las dos explicaciones, uno debe escoger aquella que sea más sencilla, es decir, la que necesita menos consideraciones. La Navaja de Ocam no dice que la explicación más sencilla sea la correcta, es solo un criterio de sentido práctico hasta que se logre distinguir entre las dos explicaciones. Por eso si a usted le enseñan una foto borrosa de un objeto volador no identificado (ovni), a falta de mejores evidencias, asuma lo más sencillo, que se trata del vecino empinando chiringa y no de un cohete tripulado por seres de otros planeta que viajaron una distancia tremenda para no mostrarse de manera clara.
La Navaja de Ocam es más útil de lo que pensamos. Cuando Copérnico planteó su hipótesis de que el sol está en el centro del sistema solar, y la tierra giraba a su alrededor como el resto de los planetas, las predicciones de dicha hipótesis eran menos precisas que la explicación alternativa de Ptolomeo, que ponía a la tierra en el centro del sistema solar y todo el universo girando a su alrededor. El problema con el modelo de Ptolomeo es que cada vez que se hallaba un nuevo astro, había que corregir toda su explicación para incorporar al nuevo personaje, mientras la hipótesis de Copérnico no necesitaba correcciones, era más sencilla. La explicación de Copérnico se convirtió en teoría, la de Ptolomeo pasó a ser una hipótesis fallida. No somos el centro del universo, somos un planeta más entre miles de miles de millones de otros astros, tan especiales como nosotros por sus propias razones. Seamos humildes.
No es cierto que la ciencia ignora lo que no explica. Por el contrario, la ciencia anhela lo que no entiende. La ciencia no debe verse como la forma más acabada de buscar respuestas; antes que eso, es la forma más racional que tenemos de hacernos preguntas. La ciencia, ante todo, es una forma de cultura. Donde el artista se maravilla del milagro, la ciencia comienza a buscar las razones de la maravilla. Necesitamos ambos, arte y ciencia, para no perder la capacidad de maravillarnos y para dar pie a nuevas maravillas.



















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Ernesto Díaz dijo:
1
22 de junio de 2020
01:43:33
Omar Fernandez dijo:
2
22 de junio de 2020
10:05:23
Zoe Respondió:
22 de junio de 2020
19:36:12
PViltres dijo:
3
22 de junio de 2020
21:08:29
Nestor Pérez Lache dijo:
4
22 de junio de 2020
21:11:39
Aleida dijo:
5
23 de junio de 2020
08:01:58
Luis A. Montero Cabrera dijo:
6
23 de junio de 2020
09:06:49
Dieudome dijo:
7
23 de junio de 2020
09:19:14
Rey Báez dijo:
8
23 de junio de 2020
10:41:49
Pedro Barrera dijo:
9
4 de enero de 2023
20:20:04
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