Ante su losa, y en actitud de reverencia, en ocasión del aniversario 115 de la muerte del insigne Máximo Gómez Báez, volvió a nombrársele con énfasis, al Generalísimo, «soldado leal, cuyo legado de patriotismo e internacionalismo está muy presente en nuestros valores patrióticos».
El homenaje sencillo –que impone el contexto epidemiológico actual- pero profundo en el tributo, tuvo lugar este miércoles en la capitalina Necrópolis de Colón, mediante la colocación de una ofrenda floral a nombre del pueblo de Cuba.
En la ceremonia, que presidió el general de cuerpo de ejército Ramón Espinosa Martín, miembro del Buró Político del Partido y viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se honró el valioso legado que dejó para la historia nacional, a la vez que se exaltaron los aportes políticos y militares del jefe mambí, que trascendieron como referencia universal.
El doctor Eduardo Torres Cuevas, director de la Oficina del Programa Martiano, repasó los hitos que significaron, por ejemplo, las cargas al machete, y su intolerancia a la existencia de la esclavitud en la Cuba que conoció en 1865, cuando tenía apenas 29 años de edad.
Destacó el genio militar, demostrado en incontables hazañas, tales como la icónica Invasión de Oriente a Occidente, «un modelo a estudiar en las academias militares del mundo», y la campaña de La Reforma, así como su fortaleza intelectual. Definió a Máximo Gómez como un lector inteligente, que escribía bien, y que era capaz de poner en sus acciones todos los conocimientos.
En el solemne tributo a quien, por sus méritos y liderazgo, ocupara el cargo de mayor jerarquía del Ejército Libertador cubano, estuvieron también el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido, Víctor Gaute López, jefe de su Departamento Ideológico; Luis Antonio Torres Iríbar, primer secretario del Partido en La Habana; así como jefes de las far y de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.
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