ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
El coronel Pilar García

Matanzas.–El ya extinto fotógrafo matancero, Guillermo Miró, contaba a menudo el episodio audaz que protagonizaron más de medio centenar de jóvenes cuando el 29 de abril de 1956 asaltaron la fortaleza militar Domingo  Goicuría, inspirados muy probablemente en la gesta del Moncada.  

El también camarógrafo se las arregló para llegar al lugar de los hechos a escasos minutos después del asalto, y nunca ocultó que aunque estaba de algún modo preparado para lo que iba a ver, al llegar allí sudó de miedo al presenciar los cuerpos acribillados de los jóvenes revolucionarios. 

Nunca olvidó el momento en que el sanguinario jefe del regimiento,  conocido como La Hiena, se hizo retratar junto al cuerpo inerte de Reynold García, líder del grupo de asaltantes. En la foto el coronel batistiano muestra la sonrisa cruel que acentuaba su aire de criminal. 

Frustrado el factor sorpresa de la acción por un repentino accidente, seis de los asaltantes que iban en el único de los cinco vehículos que pudo adentrarse en el perímetro defensivo del cuartel cayeron de inmediato.

Posterior a la los hechos, a varios sobrevivientes los rastrearon como a perros por toda la ciudad y sin darles ni tiempo ni posibilidades de defenderse los asesinaron y luego fueron tirados en el patio de la instalación militar, una maniobra astuta para eludir el peso de la opinión pública.  Al final la lista de los muertos se elevó a 15. 

Los sicarios de la dictadura no se tomaron siquiera el trabajo de darles a los cuerpos una decorosa sepultura. Los arrojaron de forma secreta en fosas comunes del cementerio local.

Pero en vano procuraron esconder su ejemplo, sostienen los investigadores Clara Enma Chávez y Arnaldo Jiménez de la Cal. Tras el triunfo de la Revolución fueron definitivamente identificados los restos de aquellos 15 jóvenes, y en su honor se erigió un mausoleo adonde acuden matanceros de todas las generaciones en señal de respeto y admiración.

Los historiadores remarcan que a medida que el tiempo pasa se entiende mejor el significado de una acción que no tuvo un plan improvisado, pues aquellos valientes pretendían con su acción avivar el levantamiento popular contra la dictadura e incorporarse a la lucha insurreccional.

Sostienen que aunque el suceso no tuvo el éxito esperado, conmocionó al país y constituyó un llamado a la conciencia del pueblo. 

Apenas tres años después de la gesta, las tropas rebeldes, al mando de Fidel, consiguieron la libertad soñada por tantos cubanos a lo largo de muchos años.

La Revolución convirtió el antiguo  recinto militar en el Centro Escolar Mártires del Goicuría, sitio donde palpita el legado de Reynold García y sus compañeros de armas.

Este año se extrañará el habitual ataque simbólico que cada 29 de abril reeditan decenas de niños en homenaje a los jóvenes que, al decir del fotógrafo Guillermo Miró, debieron tener los pantalones bien puestos para desafiar a pleno día a los esbirros de la dictadura, superiores en armamento y número.

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