SOPLILLAR (Ciénaga de Zapata).–En el espacio más céntrico de Soplillar, comunidad reanimada y embellecida para la ocasión, colocaron este 24 de diciembre alrededor de cien mesas para celebrar la Nochebuena.
Resultó una celebración bulliciosa pero familiar, una comida a disposición de todos para conmemorar el aniversario 60 de la histórica cena de Fidel con los carboneros de la zona el 24 de diciembre de 1959.
En la ya tradicional festividad estuvieron las principales autoridades políticas y gubernamentales de la provincia y el municipio cenaguero, y fue estimulante ver también a Nemesia Rodríguez Montano, nacida y criada en el corazón de la Ciénaga, y cuya dramática historia familiar inspiró la Elegía de los zapaticos blancos, memorable poema de Jesús Orta Ruíz.
Los participantes degustaron de un plato de la típica comida cubana: lechón asado, yuca con mojo, arroz congrí y verduras frescas; una cena a cielo abierto, distinta y a la vez muy parecida a la de hace 60 años.
Otra vez el líder histórico de la Revolución fue la estrella de la celebración. Aunque la vida y la Revolución los ayudó acrecer, testigos de aquel suceso siguen estremeciéndose ante la sola idea de haber cenado con Fidel.
Los recuerdos de una cenaguera

Haydeé García Montano tenía entonces apenas nueve años de edad cuando el Comandante, junto a Celia y otros revolucionarios decidieron pasar la nochebuena con los pobres de Soplillar, entre quienes estaban sus padres Rogelio y Pilar.
En la evocación de esta mujer revolucionaria está el sentir de muchos cenagueros. «Recuerdo cuando el Comandante llegó y le preguntó a mi papá si tenía lechón para la cena. Él le dijo que sí y lo llevó hasta donde lo estaba asando. Fidel le pidió permiso para arrancarle la colita al cerdo,algo que le gusta a todo el mundo como ustedes saben.
«Después decidieron poner las mesas pero mi papá y mi mamá no tenían nada. Mi padre era carbonero y recibía nueve centavos por un saco de carbón. Éramos una familia de siete hermanos, muy pobres. Empezaron a buscar tablas para inventar donde sentarse, y por suerte llegaron los vecinos más cercanos y ayudaron a completar las mesas y los taburetes.
«Yo llevaba puesta una bata de color rosadito pálido, la única que tenía para ocasiones así. Estaba sentada en una mesa cerca de donde se encontraba Fidel, y como muchacho al fin, sentí curiosidad por tocarlela barba. Pero no lo intenté, por respeto y por temor a que fueran a regañarme. Nunca pude cumplir ese deseo.
«Pasó el tiempo, y recuerdo que los campesinos hablaban de esa reunión con mucho cariño. Fue una cosa muy impresionante. No podían explicarse aquella visita, como no fuera por arte de magia o una casualidad.
«Tú sabes lo que es unPrimer Ministro ir a cenar con los más pobres de aquí de la comunidad. Eso nunca se había visto en ningún Gobierno. Fidel pudo ir a cenar a La Habana, a cualquier hotel. Era la primera cena de la Revolución, sin embargo decidió pasarla con los más humildes. De eso hemos vivido muy orgullosos los cenagueros.
«Lo llevamos en nuestros corazones porque, hacia donde quiera que miremos, vemos que todo aquí es obra de la Revolución. Él está en todas las cosas, nosotros no teníamos nada antes del triunfo de la Revolución. Por eso esta tradición de celebrar cada año el 24 de diciembre es un merecido homenaje a Fidel; lo recordamos con mucho amor y cariño.
«Por suerte otra vez lo volví a ver desde bien cerquitacuando Kcho (Alexis Leiva Machado) nos invitó a mi prima Nemesia y a mí a una exposición suya en La Habana, y a la que asistió Fidel. No pude hablar con él y mucho menos tocarle la barba, pero bueno, me queda el regalo inesperado que nos dio aquella Nochebuena hace 60 años. Creo que por eso nunca me he ido de Soplillar, ni pienso hacerlo».



                        
                        
                        
                    





    
    










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Flower dijo:
1
26 de diciembre de 2019
08:38:20
Mario Gonzalez Urbina dijo:
2
26 de diciembre de 2019
10:19:55
Enrique alfonso rosell dijo:
3
26 de diciembre de 2019
16:06:59
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