Manzanillo, Granma.–La franqueza de Tomasa tiene el tamaño de su humildad. No puede enmascarar la una ni la otra, y por tal de reafirmar lo humilde no dice que aún le sorprende el título de Heroína, que no sabe todavía por qué se lo dieron.
«Sí sé. Claro que sé. Mis manos y este cuerpo tienen las huellas del trabajo de muchos años, aunque no se les noten todas, o no permito que se dejen ver. Pero también sé que como yo y María Ortega, en esta industria, entre los pescadores, o en cualquier otro sector de esta ciudad hay unos cuantos obreros que lo merecen igual».
Inscrita bajo el nombre de Salvadora López Rivera, el Tomasa con que todos la llaman es casi su seña oficial. Permanece de pie en el mismo puesto de labor donde empezó a los 16, compulsada por la suegra poco después de casarse, y si entonces la destreza sin par de la mozuela sorprendió el primer día en el salón de procesar el pescado, hoy, al filo de los 60, suma a la habilidad intacta la experiencia y el liderazgo natural que impone el predicar con el ejemplo.
Es una de las Heroínas del Trabajo de la República de Cuba «fraguadas» en la manzanillera Empresa Pesquera Industrial de Granma, y su historia destila, en lo fiel y cotidiano, esa sazón que consigue lo que brilla por sencillo.
LAS MADRES DE TOMASA
El título que lleva adelanta bastante sobre ella, porque ganar los méritos del trabajo es cosa que requiere carácter, resolución e independencia. Sin embargo, confiesa que una de sus claves está en haber seguido la ruta de todas las madres de su vida: «Cada vez que miraba pa’lante, tenía el ejemplo de una».
La primera es aquella a quien pasa a abrazar todos los días, en la ida o a la vuelta del trabajo, de cuyo vientre salió y puso en curso los años iniciales de su vida.
Nacida en el 60, no recuerda, por supuesto, la casuchita de El Manglar, barrio humildísimo de pescadores y braceros del puerto de Manzanillo, de donde salía el padre a la calle para vender su pesquería, mientras la madre cobraba por lavar y planchar.
Y no lo recuerda porque al añito de vida se vino con sus padres a la casa flamante de hormigón que le dieron a la familia en la Ciudad Pesquera, el primero de los asentamientos para pescadores construidos por la Revolución.
«Aunque no es persona, también me considero hija de esa obra grande. Todas las oportunidades para una vida digna la tuve gracias a ella: la casa familiar en que crecí, el apartamento que ahora habito, la escuelita primaria cerquita del hogar, la secundaria nueva que cursé hasta el octavo grado.
«¿Por qué? Porque me enamoré. Tal vez habría avanzado más de seguir estudiando, pero me casé y salí a dedicarme tempranito a la vida casera de la esposa.
«Fue con Lupe Reyes –la otra madre mía, además de ser la de mi esposo– que empecé en la industria pesquera. Cumplido mis 16, el servicio militar convocó a Eduardo y ella quiso llevarme a su trabajo. Me adiestró rápidamente y en las primeras pruebas demostré gran habilidad. Desde entonces, no me separé más de esta mesa.
«Lo más rápido que hacía era descolar el camarón, pero tenía disposición para todo. Ahí estaba siempre Lupe Reyes y esa otra joya de madre que conocí allí y acompañé hasta el final de sus días: María Eloísa Zambrano.
«Ambas eran como trenes dentro de la planta, lo mismo en el proceso del pescado que cargando cajas, y mi propósito siempre fue seguirlas en todo, hacer lo mismo que ellas, imitarlas hasta el detalle.
«Después del trabajo Lupe llevaba a la casa las tareas del sindicato. Pasaba la medianoche ordenando papeles, ajustando las finanzas: “hay que procurar que el tiempo alcance para todo, mija”, me decía, y al otro día de nuevo a la industria.
«María Eloísa, por su parte, imponía autoridad natural. Nadie le ponía un pie delante en la capacidad de trabajo, ni en la voluntad. Tenía obsesión con sentirse útil todo el tiempo, y rápido se convirtió en mi referente mayor.
«Era una máquina en todo, y yo tras ella. Junto a María Ortega, las tres formamos una especie de hermandad que halaba al resto en materia de trabajo, de solidaridad, de compañerismo. Empezamos juntas a merecer condecoraciones, estímulos, medallas, incluidas las tres órdenes de la Jesús Menéndez.
«La de mayor jerarquía se la puso Fidel en el pecho a María Eloísa, que se emocionaba contándolo, y fue el momento en que se propuso no parar hasta ser Heroína del Trabajo, a pesar de la edad.
«Varias veces dijo que ella daba la vida por el trabajo. Y así fue. Un día, frente a nosotras, se desplomó sobre la mesa de la industria, doblegada por su corazón.
«Desconsoladas, María Ortega y yo asumimos por ella el sueño de ella, y en ese orden, años después, ambas merecimos, y le dedicamos, el título de heroínas».
UN TÍTULO EN EJERCICIO
Reguladora de peso en la moderna planta que procesa el camarón exportable, Tomasa mantiene hoy un equilibrio perfecto entre voluntad y vitalidad. De pie frente a la pesa en que corrige el contenido de las cajas, sigue siendo capaz de irse primera a donde haga falta, a limpiar pescado o desconchar ostiones, que es lo más duro del combinado, por recio y resbaloso.
Se satisface viendo a los jóvenes lo fácil que lo hacen. «Así fui yo una vez», y evoca el orgullo sano con que la acogieron entonces allí.
El título de Heroína colgó en su pecho en 2017, y a la par que la premiaban, recordó los años más duros en que solo la voluntad de los obreros mantuvo a flote la empresa, cuando el periodo especial se combinó con la crisis en la manifestación del camarón marino, y hubo que sobrevivir procesando machuelo, y haciéndolo sardinas, a fin de defender con las uñas un salario que era entonces muy bajito.
Por eso siempre que puede habla a los nuevos de la fidelidad, del resistir, del no cejar y de los frutos buenos que reserva el trabajo honrado.
Hoy cobra un salario alto, de más de mil pesos y sobre medio centenar del otro peso. Sus compañeros igual, y ella se los hace ver a cada rato, lo importante que es para la familia ganar eso, y para el país.
Por franca y por maternal, todo el mundo en sus problemas va a verla primero a ella. Vienen de cualquier salón de la industria, porque habla igual lo mismo al colega de la mesa como al director de la Empresa. «Vienen a ver a la Heroína, dicen, pero prefiero que vengan por Tomasa, la amiga y compañera».
Refieren los más cercanos que todo en ella es bondad, que pareciera que nada le molesta. No es tan así. Tiene una hernia discal que la resiente, porque es de pie su trabajo, y se ayuda con una pastillita que nadie ve.
El título que guarda dice Tomasa que es como un compromiso, como una condición que desterró la convención de la edad. Es por eso que desmiente los rumores sobre jubilarse a los 60, el año que viene, que tiene aún muchas fuerzas para dar en el trabajo –si es que la mamá no se le enferma–, y que todavía le quedan los 15 de su nieta.
«Si tendría que pedir algo, sería salud. Más nada. Salud para trabajar y servir a los que quiero. Basta eso para sentirme satisfecha».
Precisiones De la Ley de Pesca:
- Su objeto resulta establecer las regulaciones para el adecuado ordenamiento, administración y control de la pesca, en función de la conservación y el aprovechamiento racional de los recursos hidrobiológicos en las aguas marítimas, fluviales y lacustres de la República de Cuba, con el fin de contribuir a la soberanía alimentaria de la nación.
- Los recursos hidrobiológicos, los componentes de la diversidad biológica y la información genética de estos que se encuentran permanente u ocasionalmente en el territorio nacional de la República de Cuba y en las áreas bajo su soberanía, forman parte de su patrimonio y corresponde al Estado cubano establecer las condiciones para su protección, uso y aprovechamiento racional.
- La ordenación de los recursos pesqueros, en correspondencia con las obligaciones nacionales e internacionales, se rigen por los principios siguientes: la conservación y uso sostenible; el enfoque precautorio; la implementación de criterios científico-tecnológicos; y la protección de los ecosistemas marinos, fluviales y lacustres.
- De acuerdo con su finalidad la pesca comprende las modalidades siguientes: comercial; deportiva; recreativa; y de investigación.
- Las zonas de pesca se determinan por el Consejo de Ministros en el Reglamento de esta Ley.
- La ordenación y manejo de los recursos pesqueros en estas zonas corresponde al Ministro de la Industria Alimentaria.
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Sebastián dijo:
1
28 de noviembre de 2022
08:32:01
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