Velasco, Holguín.– «¡Cómo me gusta sembrar frijol! Ese es mi cultivo favorito. Si no fuera porque la vista no me lo permite, todavía estaría en el campo», comentó Manuel Cruz Rodríguez, quien con cien años cumplidos el pasado 14 de junio, «¡nada menos que el día del nacimiento de Maceo y Che!», como afirmó con ímpetu y claridad que retan el tiempo vivido, es el miembro más longevo de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en la provincia. A esta organización se sumó en el instante de su creación, porque fue «una idea de Fidel, lo más grande que ha tenido Cuba».
«Comenzamos con una asociación campesina y algunos vecinos me dijeron que estaba loco al dar ese paso. Pero les expliqué que todo lo que proponía Fidel para los campesinos era bueno. Yo les decía que malos si eran los comerciantes y los otros negociantes, que se llevaron por muchos años el
frijol y los demás productos por precios muy bajos», recordó.
En el portal trasero de su casa, en la zona de Mallorquín, sentado junto a una mesa, pulcramente vestido y con un sombrero alón, a lo tejano, Manolo continuó hablando con la fluidez que ya había advertido Leonardo Carralero Torres, presidente de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Congreso Campesino en Armas, la misma a la que el viejo labriego aportó en el momento de su fundación –12 de septiembre de 1977– ocho rosas de tierra, dos vacas, un añojo, una yunta de bueyes, dos arados y una cultivadora.
Lo eligieron vicepresidente y tras dejar ese cargo continuó trabajando fuerte en la CPA, hasta que a los 90 años, por los problemas de la vista, tuvo que desistir de trabajar la tierra, pero a esas alturas, rememoró, ya hacía mucho tiempo que pertenecía al Partido Comunista de Cuba; con el «honor de ser el primero en esta zona de Mallorquín en recibir el carné de militante».
Con precisión de detalles y nombres relató su participación en las movilizaciones de la Crisis de Octubre y en la Lucha Contra Bandidos. «Un día me llamaron a Holguín con un grupo de compañeros y luego que el Ministerio del Interior nos hizo un reconocimiento, nos comunicaron que habíamos sido elegidos para ser auxiliares de la Policía y acepté enseguida, sin dejar de trabajar en el campo».
Fue un encuentro agradable, en el que Manolo habló de las hijas y los nietos, así como de su presencia sistemática en las reuniones de la cooperativa, ocasiones en las que ofrece consejos, que se tienen en cuenta. A la vez bromeó y reafirmó sus dotes de improvisador, al ofrecer décimas en las que, con agudo sentido del humor, describió las características de la mujer que aún busca.
En la despedida estrechamos las manos. Al hacerle saber que, debido a su edad, no esperaba el fuerte apretón que dio a mi diestra, risueño respondió que en su largo paso por la vida, además de cultivador de frijol y transportista de caña en carretas, fue ordeñador.
COMENTAR
Daisy T. Rivero Leon dijo:
1
24 de septiembre de 2019
03:02:12
Responder comentario