(…) Nosotros hemos sido agentes de esta Revolución, de la revolución económico-social que está teniendo lugar en Cuba. A su vez, esa revolución económico-social tiene que producir inevitablemente también una revolución cultural en nuestro país.
(…) Nosotros creemos que la Revolución tiene todavía muchas batallas que librar, y nosotros creemos que nuestro primer pensamiento y nuestra primera preocupación debe ser qué hacemos para que la Revolución salga victoriosa.
(…) El problema que aquí se ha estado discutiendo –y que lo vamos a abordar– es el problema de la libertad de los escritores y de los artistas para expresarse. El temor que aquí ha inquietado es si la Revolución va a ahogar esa libertad, es si la Revolución va a sofocar el espíritu creador de los escritores y de los artistas.
(…) Permítanme decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene razón de ser.
(…) Si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa, nosotros diremos: el pueblo. Y siempre diremos: el pueblo. El pueblo en su sentido real, es decir, esa mayoría del pueblo que ha tenido que vivir en la explotación y en el olvido más cruel. (…) El prisma a través del cual nosotros lo miramos todo es ese: para nosotros será bueno lo que sea bueno para ellos; para nosotros será noble, será bello y será útil todo lo que sea noble, sea útil y sea bello para ellos.
(…) El pueblo es la meta principal. En el pueblo hay que pensar primero que en nosotros mismos. Y esa es la única actitud que puede definirse como una actitud verdaderamente revolucionaria.
(…) La Revolución debe tener la aspiración de que marchen junto a ella no solo todos los revolucionarios, no solo todos los artistas e intelectuales revolucionarios. Es posible que los hombres y las mujeres que tengan una actitud realmente revolucionaria ante la realidad, no constituyan el sector mayoritario de la población: los revolucionarios son la vanguardia del pueblo. Pero los revolucionarios deben aspirar a que marche junto a ellos todo el pueblo. La Revolución no puede renunciar a que todos los hombres y mujeres honestos, sean o no escritores o artistas, marchen junto a ella; la Revolución debe aspirar a que todo el que tenga dudas se convierta en revolucionario; la Revolución debe tratar de ganar para sus ideas a la mayor parte del pueblo (…). La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios.
(…) La Revolución tiene que comprender esa realidad, y por lo tanto debe actuar de manera que todo ese sector de los artistas y de los intelectuales que no sean genuinamente revolucionarios, encuentren que dentro de la Revolución tienen un campo para trabajar y para crear; y que su espíritu creador, aun cuando no sean escritores o artistas revolucionarios, tiene oportunidad y tiene libertad para expresarse. Es decir, dentro de la Revolución.
Esto significa que dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada. Contra la Revolución nada, porque la Revolución tiene también sus derechos; y el primer derecho de la Revolución es el derecho a existir. Y frente al derecho de la Revolución de ser y de existir, nadie –por cuanto la Revolución comprende los intereses del pueblo, por cuanto la Revolución significa los intereses de la nación entera–, nadie puede alegar con razón un derecho contra ella. Creo que esto es bien claro.
(…) Por respetables que sean los razonamientos personales de un enemigo de la Revolución, mucho más respetables son los derechos y las razones de una revolución tanto más, cuanto que una revolución es un proceso histórico, cuanto que una revolución no es ni puede ser obra del capricho o de la voluntad de ningún hombre, cuanto que una revolución solo puede ser obra de la necesidad y de la voluntad de un pueblo. Y frente a los
derechos de todo un pueblo, los derechos de los enemigos de ese pueblo no cuentan.
(…) La Revolución no puede pretender asfixiar el arte o la cultura, cuando una de las metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un verdadero patrimonio del pueblo. Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en el orden espiritual, queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural.
(…) Quiere decir que tenemos que luchar en todos los sentidos para que el creador produzca para el pueblo y el pueblo a su vez eleve su nivel cultural (…), para que el pueblo pueda comprender cada vez más y mejor.
(…) Ustedes van a constituir pronto la Asociación de Artistas, van a concurrir a un congreso (…). Y una de las cosas que nosotros proponemos es que la Asociación de Artistas, adonde deben acudir todos con espíritu verdaderamente constructivo (…). Y creemos que ustedes son capaces de celebrar en ese espíritu ese congreso. Que se organice una fuerte asociación de artistas y de escritores (…), y que ustedes organizadamente contribuyan con todo su entusiasmo a las tareas que les corresponden en la Revolución.
(…) Nosotros hemos estado aquí preocupados por la situación actual de los escritores y artistas, un poco nos hemos olvidado de las perspectivas del futuro. Y nosotros (…) también le hemos dedicado algún instante a pensar en los artistas y en los escritores del futuro, (...) cuando salgan los primeros frutos del plan de academias y de escuelas que hay actualmente.
(…) La selección social dejó en la ignorancia quién sabe a cuántas decenas de miles de jóvenes superiores a todos nosotros; esa es una verdad. (…) Vamos a llevar la oportunidad a todas esas inteligencias, vamos a crear las condiciones que permitan que todo talento artístico o literario o científico o de cualquier orden pueda desarrollarse.
Y piensen lo que significa la Revolución que tal cosa permita y que ya desde ahora mismo, desde el próximo curso, alfabetizado todo el pueblo, con escuelas en todos los lugares de Cuba, con campañas de seguimiento y con la formación de los instructores que permitan conocer y descubrir todas las calidades (…), al mismo tiempo, van a despertar el gusto artístico y la afición cultural en los adultos.
Porque han hablado aquí algunos de que es necesario elevar el nivel del pueblo. (…) El Gobierno Revolucionario está creando esas condiciones para que, dentro de algunos años, la cultura, el nivel de preparación cultural del pueblo se haya elevado extraordinariamente. (…) Esas son, más que ideas o sueños, realidades ya de la Revolución (…).
(…) Mas la Revolución no pide sacrificios de genios creadores. Al contrario, la Revolución dice: pongan ese espíritu creador al servicio de esta obra (…).
(…) Les estamos pidiendo que las desarrollen en favor de la cultura precisamente y en favor del arte, en función de la Revolución, porque la Revolución significa precisamente más cultura y más arte. Les pedimos que pongan su granito de arena en esta obra que, al fin y al cabo, será una obra de esta generación.
La generación venidera será mejor que nosotros, pero nosotros seremos los que habremos hecho posible esa generación mejor. Nosotros seremos forjadores de esa generación futura.
(…) Vamos a echar una guerra contra la incultura; vamos a librar una batalla contra la incultura; vamos a despertar una irreconciliable querella contra la incultura, y vamos a batirnos contra ella y vamos a ensayar nuestras armas.
(…) Nos ha tocado el privilegio de vivir y ser testigos presenciales de una auténtica revolución, de una revolución cuya fuerza es ya una fuerza que se desarrolla fuera de las fronteras de nuestro país, cuya influencia política y moral está haciendo estremecer y tambalearse al imperialismo en este continente (…).
(…) Y ustedes, escritores y artistas, han tenido el privilegio de ser testigos presenciales de esta revolución. Cuando una revolución es un acontecimiento tan importante en la historia humana, que bien vale la pena vivir una revolución aunque sea solo para ser testigos de ella. Ese también es un privilegio, que los que no son capaces de comprender estas cosas, los que se dejan tupir, los que se dejan confundir, los que se dejan atolondrar por la mentira, pues renuncian a ella.
(…) Y ustedes tienen la oportunidad de ser más que espectadores: de ser actores de esa revolución (...).
Nota: Por su importancia y ante la recomendación del Presidente cubano de traer sus conceptos a nuestros días y defender su indiscutible vigencia, Granma publicó íntegramente este texto en su página web.



















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