
«Pórtate como un hombrecito», «ese no es un juego de niñas», «las hembritas van de rosado y los varoncitos, de azul»... ¿Cuántas personas no crecieron escuchando estas frases?
A pesar de los constantes esfuerzos de las instituciones y el Estado cubano para lograr la formación equitativa desde los primeros años de vida, numerosos infantes son testigos de manifestaciones sexistas, reproducidas de manera consciente o no en el seno del hogar y la escuela.
En tal sentido, el ámbito académico- pedagógico en el país confiere gran valor a la formación, para asegurar una adolescencia y adultez donde ambos sexos vivan libres de cualquier tipo de discriminación.
La reglamentación jurídica y la voluntad política existen. La Resolución 139 de 2011 del Ministerio de Educación plantea un programa de educación de la sexualidad en las academias nacionales. Entre sus objetivos establece la promoción de la igualdad, basada en el respeto, la reciprocidad y la plena participación de mujeres y hombres para «superar exclusiones y subordinaciones, en aras de superar estereotipos y prejuicios sexistas».
La investigadora Miriam Rodríguez Ojeda, en su tesis doctoral Estrategia pedagógica para la educación con perspectiva de género en la escuela primaria, ubica a los centros escolares como uno de los contextos más importantes en el desarrollo «de nuevos vínculos de interacción y comunicación equitativos», extensivos a la vida familiar y social.
Aunque muchos trabajan para convertir la equidad en realidad irrebatible, en algunos lugares los prejuicios sesgan la formación igualitaria. Así lo atestigua la madre capitalina Gretel Martén, cuando relata cómo una compañera de círculo infantil de su hija recibió un regaño por «jugar el día entero con carritos».
A través de las tutorías a trabajos investigativos, Rodríguez Ojeda –también pedagoga y miembro de la dirección de la Cátedra de Género, Salud y Educación de la Sexualidad de la Universidad Pedagógica Enrique José Varona– constató la persistencia del sexismo consciente o inconsciente en el proceso educativo.
Según esa indagación, papeles establecidos en la relación profesorado-estudiante, así como contenidos del programa de estudios, actualmente en rediseño, suponen algunas de las principales manifestaciones negativas identificadas.
La educadora de preescolar Rosa María Méndez Rico, con más de 15 años de experiencia en el círculo infantil Mi alegre pelota, destaca la importancia del juego de roles en la configuración de representaciones sociales.
En él, los niños y las niñas deben reproducir la vida doméstica, laboral y las múltiples relaciones sociales entre las personas, en un ambiente ajeno a patrones discriminatorios. Esta actividad influye en el crecimiento sicológico y la formación de la personalidad.
«En ocasiones las manifestaciones machistas vienen del propio hogar», asevera Méndez Rico. «Algunos parientes todavía imponen a sus hijos hacer solo actividades reconocidas para los varones. Pero nos sentamos a conversar, incluso buscamos cuentos. Los niños cambian poco a poco esas hipótesis. Además, mensualmente realizamos actividades conjuntas, como las reuniones de padres, donde evaluamos estas características. Orientamos a la familia, y esta ayuda mucho».
Desde el hogar, la educación de los pequeños para garantizar su respeto por los integrantes del otro sexo resulta decisiva. Yeneys Vega y Liangel Batlle, residentes en el municipio de Cerro, inculcan en sus tres hijos los preceptos de la igualdad. Para ello los involucran en pequeñas tareas del hogar. «Ven el ejemplo, porque mi esposo friega, limpia...», asegura Yeneys. «Los incentivo para que ayuden. Barren, guardan los percheros... Ellos son dispuestos para eso», agrega Liangel.
Rolando Pérez, de Diez de Octubre, también forma a sus hijos «desde la base del respeto a su mamá y su hermana». Le explicamos cómo debe comportarse con sus amigas y amigos, señala.
El vínculo escuela-familia continúa en la agenda de investigación cubana. Rodríguez Ojeda comenta sobre los retos de la educación de género en nuestro país. Aunque no podemos tener una óptica triunfalista, pues aún resta mucho por hacer, «tenemos como política la formación en el respeto de los derechos y la diversidad.
Esta legislación ayuda a que se lleven a cabo acciones en este terreno».
* El autor es estudiante de periodismo de la Universidad de la Habana
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Francisco Ruiz dijo:
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21 de mayo de 2019
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Yo dijo:
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21 de mayo de 2019
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yusel dijo:
3
21 de mayo de 2019
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carlosvaradero dijo:
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Dani dijo:
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Nany de Holguín dijo:
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Jorge R. Vega Pérez dijo:
10
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alejandra carreño cisneros dijo:
11
22 de mayo de 2019
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