
Ceballos, Ciego de Ávila.–Uno lo ve así, guajiro bonachón, parco al hablar, y piensa que es lento para todo. Y uno, en medio del naranjal, le comenta que por los finales de la década de los 70 era capaz de llenar un palé en una mañana; que aprendió a recoger el fruto de los cítricos desde el sexto grado y así continuó hasta el duodécimo, como parte de la generación que estudió en las escuelas secundarias y preuniversitarios en los campos de Ceballos, donde existía uno de los mayores polos citrícolas del país.
Antonio Alberto Soler Jiménez es educado y espera a que uno termine y, con una voz casi imperceptible, te dice que en la unidad básica de producción cooperativa (ubpc) Lenin, más o menos por esa misma fecha, él y el compañero de labor recolectaban naranjas para llenar 700 cajas (¡31! palés en una jornada), entonces no tienes más remedio que callar y pensar que la humildad es una virtud que no cuesta cosechar.
«Era muy diferente», comenta desde lo alto de la escalera, mediana, recostada sobre un naranjo de unos seis años de edad y no tan alto como aquellos de la ubpc donde él laboraba, o los de Buena Suerte, los campos más vigorosos de todo Ceballos.
«Eran otros tiempos, con muchos naranjales jóvenes, bien abonados, con agua suficiente; tampoco había atacado la tristeza de los cítricos, una enfermedad que obligó a tumbar todas, absolutamente todas, las matas de naranjas que había en la empresa», recuerda mientras a una velocidad difícil de medir deposita los frutos en el jolongo.
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Las primeras plantaciones de cítricos se establecieron en Ceballos en 1902: unos 10 000 árboles en las zonas de Casa de Piedra, Tres Ceibas y el Noventa. Cuatro años después aumentó a 200 000 matas de naranja, toronja y limón, pertenecientes a propietarios norteamericanos, para convertirse en 1923 en el mayor productor de naranjas de Cuba, con unas 5 000 toneladas anuales.
Años después, desde las pródigas tierras de Ceballos salieron grandes cantidades de toronjas hacia Estados Unidos y envíos ocasionales de naranjas hacia Inglaterra.
Con la llegada del enero luminoso de 1959 y la Primera Ley de Reforma Agraria, se intervinieron las grandes fincas de propiedades norteamericanas de la zona y se creó la Granja del Pueblo Mariana Grajales.
En 1964, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz visitó la finca La Princesa, en dicha granja, donde surge la idea de crear en Ciego de Ávila la Agrupación Evelio Rodríguez Curbelo, especializada en cítricos, piña y otros frutales.
Entre los años 1968 y 1975 las producciones oscilaron entre las 13 000 y 22 000 toneladas de cítricos anuales, con unas 2 000 hectáreas en explotación. Durante esta etapa el principal avance tecnológico lo constituyó la introducción del riego por aspersión.
Aparejado a la nueva división político-administrativa del país, en 1976 fue creada la Empresa Citrícola Ciego de Ávila, que adoptó diferentes formas económicas y organizativas de producción: distritos, granjas, brigadas permanentes de producción y dentro de ellas fincas estatales. Posteriormente, con el movimiento de producción cooperativa y campesina, estas áreas pasaron a formar parte de las ubpc.
Los campesinos asociados a cooperativas de créditos y servicios y a cooperativas de producción agropecuaria con plantaciones citrícolas de la región fueron también asesorados por la empresa, que contrató sus producciones.
En el periodo de 1976 a 1980 tuvieron lugar importantes cambios en la agrotecnia del cultivo, los avances tecnológicos de este lapso de tiempo contribuyeron al aumento de las producciones que llegaron a alcanzar las 60 000 toneladas en el año 1990, cuando continuaron con la introducción de nuevas tecnologías, como la implementación del riego localizado, el fertirriego y su automatización, adelantos que llevaron a la empresa al récord productivo de 87 000 toneladas, en el 2001.
En septiembre de 2006, especialistas de la empresa observaron por primera vez plantas con síntomas asociados a la devastadora enfermedad Huang Long Bing (hlb o tristeza del cítrico), razón por la cual hubo que eliminar unas 3 000 hectáreas en los sectores estatal y en el cooperativo y campesino, con pérdidas de unos siete millones de pesos.
De inmediato, otra epidemia, la del trabajo, invadió los campos: a partir de 2008, se estableció el programa nacional de manejo en las áreas afectadas para rescatar los sembrados y se estableció como prioridad la diversificación de las producciones.
La reanimación ha permitido llegar hasta el momento a 160 hectáreas de toronja, 610 de naranja y 62,6 de limón, donde se ponen en práctica nuevas estrategias de siembra con tecnología avanzada, en las que tienen un papel preponderante los viveros tecnificados, capaces de aportar unas 200 000 posturas al año, lo que da la posibilidad de sembrar 300 hectáreas, aspecto fundamental en el desarrollo de los cítricos.
También constituye fortaleza el hecho de contar con un banco de yemas libres de plagas y enfermedades y un área para la producción de semillas de patrón, además de la instalación de modernos sistemas de riego, con alto coeficiente de ahorro, toda vez que la empresa utiliza el agua de los pozos del sector hidrogeológico número cinco, uno de los que más tiende a deprimirse en la provincia en época de sequías extremas.

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Antonio Alberto, el guajiro parco al hablar y manos rápidas, que recoge naranjas en la finca 30 c, perteneciente a la unidad empresarial de base (ueb) Frutales Ceballos, explica que los nuevos campos de naranjas están vigorosos, libres del hlb, y dan frutos con gran dulzura y mucho jugo, excelentes para ser procesados en las líneas del combinado.
Osmeny Gómez González, director de la ueb, comenta que el núcleo de las plantaciones pertenece a la parte estatal y a las ubpc El Tesón y La Estrella, hasta ahora las más adelantadas en los sembradíos.
«¿Sabes en cuánto se cotiza en el mercado internacional una tonelada de aceite esencial? En 18 000 dólares», refiere Osmeny, quien comenta que el néctar de naranja tiene gran aceptación y lo comercializan en frontera, al sector del turismo.
Wilver Bringas Fernández, director de la Empresa Agroindustrial Ceballos, explica que si bien es cierto que la mayor cantidad de fruta va al combinado para elaborar los jugos que llegan a Europa, y que dan divisas al país, también enviaron en la presente campaña unas 48 toneladas de naranjas frescas a los Mercados Agropecuarios Estatales, muy por debajo de la demanda, imposible de satisfacer con los incipientes niveles productivos.
«No olvides que estamos saliendo de la debacle y el fruto del naranjo tarda unos tres años en aparecer, no obstante, seguiremos con el plan de desarrollo del cítrico». Pasito a pasito, sin pisadas en falso, al menos por lo que uno aprecia cuando visita los nuevos campos.









    
    










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13 de febrero de 2019
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Pedro Rodríguez Batista dijo:
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juana Jiménez Gutiérrez dijo:
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13 de febrero de 2019
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13 de febrero de 2019
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Maritza Respondió:
22 de febrero de 2019
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