SANTIAGO DE CUBA.–Como hace 60 años, tras la proclamación del triunfo de la Revolución, la Ciudad Héroe volvió a despedir a la Caravana de la Libertad, entonces liderada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, y que esta vez reeditan, hasta su entrada a La Habana el 8 de enero, jóvenes destacados de las provincias comprendidas en el trayecto.
Momento significativo fue el homenaje que los 60 caravanistas tributaran a Fidel, ante la roca monumento que atesora sus cenizas en el cementerio Santa Ifigenia, previo a la partida, desde la entrada principal del otrora cuartel Moncada, en presencia de Lázaro Expósito Canto y Beatriz Johnson Urrutia, máximas autoridades del Partido y el gobierno en el territorio, respectivamente.
Con especial brillo en los ojos, entre los combatientes asistentes estaba Ángel Luis Delgado Carmenate, porque, según confesó a Granma, por su mente desfilaban el Levantamiento del 30 de noviembre de 1956, cuando en busca de armas asaltó con otros compañeros la ferretería Marcé, la incorporación al II Frente Frank País y su participación en la histórica Caravana.
«Esa última fue la orden más feliz recibida en mi vida de luchador revolucionario», afirmó «Negrito» (nombre de guerra que el propio Frank asignara a este hombre de tez blanca), ya que como parte de la Compañía A Otto Parellada, que al mando del capitán Raúl Menéndez Tomassevich había tomado San Germán el 1ro. de enero, dos días después pasó a la caravana.
«Nuestra compañía era mayormente de santiagueros –rememoró– y formábamos parte de la Columna 17 Abel Santamaría, a cuyo Comandante Antonio Enrique Lussón Battle llamó desde Santiago de Cuba el Comandante Raúl Castro Ruz, jefe del II Frente, para ordenarle que asumiéramos la vanguardia de la caravana, como su escudo defensor.
«Era un extraordinario orgullo ir al frente protegiendo a Fidel, en un trayecto caracterizado por el júbilo del pueblo y donde solo tuvimos que detener a algunos “casquitos” descontrolados, sin resistencia alguna. Ya en La Habana, el Comandante en Jefe ordena a Tomassevich recoger inmediatamente todos los tanques que estuviesen en los alrededores de la capital.
«Así lo hicimos y concentramos los blindados en San Antonio de los Baños, listos para actuar ante cualquier sublevación que pudiese originarse, pues no había marcha atrás con esta Revolución que a mis 84 años sigo defendiendo hasta el último día, y a la cual les pido a los jóvenes que, como dijo ayer Raúl, la mantengan siempre joven y victoriosa».



















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