Fulgencio Oroz, uno de los muchos jóvenes asesinados por la tiranía, tuvo solamente un punto en común con el dictador responsable de su muerte: el nombre. A 60 años de este crimen, es imprescindible recordar su pensamiento martiano y su entrega incondicional a la lucha revolucionaria.
Cursó los estudios primarios en su pueblo natal de Candelaria, en la escuela José Martí del maestro Armando de Pedro Capetillo, y gracias a él conoció de la vida y obra del Apóstol y se declaró seguidor de sus ideas. Como parte de su formación política, también leyó materiales del Partido Socialista Popular y en particular textos de Karl Marx.
En el libro A pecho limpio, de las escritoras Argentina y Nancy Jiménez Rodríguez, se da fe del amor que profesaba Oroz por el magisterio, razón por la cual ingresó a los 14 años a la Escuela Normal para Maestros de La Habana. Una vez allí, comenzó a relacionarse con diferentes grupos estudiantiles y posteriormente con el Movimiento 26 de Julio y la Juventud Socialista.
Durante su etapa de estudios en la Escuela Normal, denunció públicamente los manejos ilegales de la directora de la institución. Se destacó por participar en disímiles protestas, manifestaciones reprimidas, mítines relámpago y muchas otras actividades revolucionarias.
Su incorporación cada vez mayor a la lucha lo convirtió en líder de la Dirección de la Juventud Socialista en la capital. En 1955, durante una manifestación en la escalinata universitaria, la policía de Batista hiere a Fructuoso Rodríguez, líder de la Federación Estudiantil Universitaria y miembro del Directorio Revolucionario, momento en el cual Oroz lo auxilia y logran escapar juntos del lugar.
A partir de este momento la represión estudiantil se agudiza y en diciembre del 56 el Gobierno cierra la Universidad. Ya en marzo de 1958, después de
continuas manifestaciones estudiantiles, se declara la huelga general indefinida de la enseñanza media.
El 2 de diciembre de 1958, Fulgencio Oroz fue apresado en la calle Remedios, barrio de Luyanó, junto a otros compañeros del movimiento obrero. Lo condujeron a la décima estación de la Policía Nacional, en el Cerro, y lo torturaron. Después, fue trasladado al Buró de Represión de Actividades Comunistas del municipio de Marianao, donde continuaron degradando su integridad, hasta que sus captores desistieron en el intento de una delación.
No pocos fueron los reclamos para que fuese puesto en libertad, pero su cuerpo nunca apareció. Después del Triunfo de la Revolución, en enero de 1959, el Comité Nacional de la Juventud Socialista creó una comisión para la búsqueda de los restos de Fulgencio Oroz: se tuvieron en cuenta todas las informaciones y declaraciones de diversas personas, pero los restos no aparecieron jamás.

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maguero dijo:
1
5 de diciembre de 2018
08:09:27
ricardo dijo:
2
5 de diciembre de 2018
14:56:42
maguero dijo:
3
5 de diciembre de 2018
16:53:34
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