La seguridad alimentaria del pueblo cubano ocupa desde 1959 un lugar prioritario dentro de las políticas económicas y sociales trazadas por el Gobierno revolucionario.
Llevar adelante tamaño propósito implica para esta Isla un esfuerzo inimaginable, esencialmente por la existencia, hace casi seis décadas, de un cerco económico sustentado en las más absurdas políticas de persecución comercial y financiera, al que sus creadores llaman sutilmente «embargo», pero para los cubanos tiene un nombre muy claro: «bloqueo», y por su impacto directo en la vida cotidiana de 11 millones de personas ha sido catalogado también como un crimen.
Sus afectaciones para la Industria Alimentaria y la Agricultura, durante el periodo de abril del 2017 a marzo del 2018, ascienden a 413 793 100 dólares. Un paneo por la historia reciente, escrita a partir del 17 de diciembre del 2014, demuestra que entre los representantes de esos sectores en Estados Unidos existe un claro rechazo a la brutal política.
UN REPASO AL CAMINO RECORRIDO
Cuando en sus respectivas alocuciones los presidentes cubano, Raúl Castro Ruz, y estadounidense, Barack Obama, dieron a conocer la voluntad mutua para el paulatino restablecimiento de las relaciones entre ambos países, importantes expectativas se levantaron en torno al proceso que seguiría después.
Producto de los diálogos iniciados al efecto, ambos países rubricaron más de 20 instrumentos bilaterales, entre los cuales dos memorandos estuvieron dirigidos a la Agricultura. Primero, entre el Ministerio cubano del sector y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, en marzo del 2016; posteriormente, otro para la cooperación entre las Direcciones de Sanidad Animal y Sanidad Vegetal de nuestro ministerio y el Servicio de Inspección Sanitaria Animal y Vegetal del Departamento de Agricultura del norteño país, en enero del 2017.
Al calor del nuevo escenario, fue posible también un encuentro entre el ministro cubano de ese sector, Gustavo Rodríguez Rollero, y el entonces Secretario de Agricultura de Estados Unidos, Thomas Vilsack.
El intercambio evidenció que, más allá de la posibilidad real de quien ocupe la Casa Blanca para actuar sobre muchos de los aspectos que sustentan al bloqueo, uno de los que más afecta a los agricultores de ambos países está contenido entre los que escapan a las prerrogativas presidenciales: la obligación de Cuba de pagar en efectivo y por adelantado, las compras de productos agrícolas provenientes de Estados Unidos.
En enero del propio 2015, otra importante iniciativa había marcado la seria postura de los agricultores estadounidenses contra el bloqueo: el surgimiento de la Coalición Agrícola de Estados Unidos para Cuba. Su documento fundacional explica que la Isla es un mercado lógico para las exportaciones y que normalizar las relaciones comerciales entre ambos países mejorará el acceso de los ciudadanos cubanos a alimentos asequibles, mientras proporcionará a la comunidad agrícola y empresarial de EE. UU. nuevas oportunidades de acceso al mercado.
Días antes de la visita a Cuba de Barack Obama, Engage Cuba (coalición de negocios privados y organizaciones que trabajan contra el bloqueo a los viajes y al comercio con Cuba) dio a conocer un minucioso análisis de las ventajas que traería un acuerdo comercial entre ambos sectores.
Este señalaba que el impedimento a los exportadores norteamericanos de ofrecer créditos para las importaciones cubanas hizo que EE. UU. cayera en su posición de suministrador para Cuba. Explicaba, además, que si el Congreso cambiara la política de EE. UU. sobre las exportaciones agrícolas hacia la Isla, estas pudieran ser más competitivas y capaces de recapturar las cuotas de mercado perdidas.
No obstante, Obama concluyó su paso por la Casa Blanca sin haber hecho todo lo que hubiera podido en función de debilitar el bloqueo y lamentablemente, la llegada al poder de un controvertido magnate inmobiliario vino a convertirse en obstáculo para el respetuoso proceso de diálogo bilateral sostenido hasta entonces.
AL RETROCESO SE LE IMPONEN VOLUNTADES
Cuando el 16 de junio del 2017 Donald Trump dio a conocer en Miami las esencias de la política de su gobierno en relación con Cuba, el mundo vio con pesar cómo se daba el primero de muchos pasos en contra del restablecimiento de las relaciones entre los dos países.
Su voluntad manifiesta de recrudecer el bloqueo, avivó la llama de algunos de los más encarnizados detractores de la Revolución Cubana en ese país, pero, a la vez, movió la desaprobación de quienes veían un futuro más promisorio, esencialmente en el ámbito comercial. Eso incluye a los agricultores, que además sufren las consecuencias de una descabellada guerra económica desatada bajo el chovinista eslogan presidencial de «Estados Unidos primero».
No es extraño entonces que importantes personalidades políticas de estados donde se concentran las mayores producciones agrícolas del país, y grupos de agricultores, expresaran su desacuerdo con la posición de Trump.
Por ejemplo John Boozman, senador por Arkansas, publicó en su cuenta de Twitter que era de vital importancia el crecimiento de ventas agrícolas de Estados Unidos a Cuba. Boozman fue, además, uno de los impulsores del proyecto titulado Ley de Expansión de las Exportaciones Agrícolas, con el fin de levantar la prohibición a los bancos privados y las compañías que ofrecen créditos, para apoyar las ventas a Cuba.
En abril del 2018, ambos países evaluaron el estado de los memorandos de cooperación firmados, y en junio de este propio calendario, representantes de la Asociación Nacional de Departamentos Estaduales de Agricultura de Estados Unidos (Nasda) exigieron en La Habana, durante una visita a nuestro país, que la actual administración derogue la arcaica política.
Durante una rueda de prensa ofrecida en esta capital, su presidente, Steven Reviczky, calificó de «inconsistente» la postura de Washington respecto a Cuba y pidió a congresistas y senadores abrir sus mentes, para hacer realidad el comercio libre.
Otra demostración reciente del interés de este sector por ampliar sus relaciones comerciales con la Mayor de las Antillas fue la petición al Congreso, por parte de un grupo bipartidista de más de 60 asociaciones de agricultura, empresas y funcionarios electos de 17 estados, de incluir en la Ley Agrícola 2018 una enmienda en relación con el comercio con Cuba, que de acuerdo con la Oficina de Presupuesto del Congreso podría ahorrarle a ese país 690 millones de dólares en diez años.
Si alguna duda quedaba al mundo de esta fuerte postura contra el bloqueo, la reunión sostenida por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez con empresarios y líderes de organizaciones del sector agrícola estadounidense en la sede de la Misión de Cuba ante las Naciones Unidas debió disiparla.
«Es muy importante que personas como ustedes puedan visitar Cuba, que podamos conversar, intercambiar para que se conozca realmente nuestra realidad y, a partir de eso, ir creando toda la fortaleza y la construcción de la unidad que nos permita acabar con el bloqueo».
Ante estas declaraciones del mandatario de la Isla, sobran las palabras.
LA REALIDAD INNEGABLE
Cada año, nuestro país da a conocer en la ONU su resolución acerca de los daños causados por el bloqueo económico, comercial y financiero a la Isla, que demuestra con creces el carácter genocida de esa política, y la mayoría de los Estados miembros la aprueban porque reconocen esa innegable verdad.
Sin embargo, lo que una larga lista de mandatarios estadounidenses ha tratado de camuflar bajo el manto de un «interés por ayudar al pueblo cubano», también ha dejado profundas heridas en su pueblo y en la economía de su país.
Sin esa insólita política, los sectores agrícolas de los dos países tendrían posibilidades de cooperación ilimitadas. La voluntad de ampliar esas relaciones está claramente expresada desde ambas partes. Esta Isla seguirá apostando por la apertura del intercambio, sin que medien las absurdas y retrógradas limitaciones del bloqueo.
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Oscar Ramos Isla dijo:
1
20 de noviembre de 2018
09:12:25
Markos Akuña dijo:
2
20 de noviembre de 2018
20:16:04
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