ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Según el Che, al terminar la guerra, Camilo era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros. Foto: Archivo de Granma

Los actos de recordación de los héroes caídos van constituyendo con el tiempo cierta especie de tarea disciplinaria, y más o menos –quiérase o no– se convierten en un acto mecánico. Por eso, muchas veces personalmente he tratado de hurtarle el cuerpo a la rememoración de compañeros que significan cosas muy importantes en nuestra vida, amigos forjados en la lucha, compañeros de los primeros momentos, de aquellos momentos en que apenas un poco más que los dedos de la mano alcanzaban para numerarse. El recordarlos año tras año en discursos va creando esa mecánica de que les hablaba; mecánica que, para los que han conocido íntimamente a Camilo, por ejemplo, como yo, choca.

Yo quería decirles pocas palabras y tratar de expresarles lo que creo que significa Camilo. Es muy difícil, casi imposible diría.

Un día de derrota, uno de los tantos días de derrota que tuvimos que afrontar, nos habían sorprendido; en la huida yo perdí mi mochila, alcancé a salvar la frazada nada más, y nos reunimos un grupo disperso. Fidel había salido con otro grupo. Eramos unos diez o 12. Y había más o menos una ley no escrita de la guerrilla que aquel que perdía sus bienes personales, lo que todo guerrillero debía llevar sobre sus hombros, pues debía arreglárselas. Entre las cosas que había perdido estaba algo muy preciado para un guerrillero: las dos o tres latas de conserva que cada uno tenía en ese momento.

Al llegar la noche, con toda naturalidad cada uno se aprestaba a comer la pequeñísima ración que tenía, y Camilo –viendo que yo no tenía nada que comer, ya que la frazada no era un buen alimento– compartió conmigo la única lata de leche que tenía; y desde aquel momento yo creo que nació o se profundizó nuestra amistad.

Tomando sorbos de leche y disimuladamente cuidando cada uno de que el reparto fuera parejo, íbamos hablando de toda una serie de cosas. En general versaba la conversación sobre comida, porque las conversaciones de las gentes versan sobre los problemas más importantes que le aquejan, y para nosotros la comida era una obsesión en aquellos días. Así, me contó del arroz... no, de la harina, creo que la harina con cangrejo, que era una especialidad de la mamá de Camilo, y me invitó a comerla después del triunfo.

Hasta ese momento, no éramos particularmente amigos; el carácter era muy diferente. Desde el primer momento salimos juntos. Desde el Granma, desde la derrota de Alegría de Pío estábamos juntos, sin embargo, éramos dos caracteres muy diferentes. Y fue meses después que llegamos a intimar, extraordinariamente.

Chocábamos por cuestiones de disciplina, por problemas de concepción de una serie de actitudes dentro de la guerrilla. Camilo en aquella época estaba equivocado. Era un guerrillero muy indisciplinado, muy temperamental; pero se dio cuenta rápidamente y rectificó aquello. Aun cuando después hiciera una serie de hazañas que han dejado su nombre en la leyenda, me cabe el orgullo de haberlo descubierto como guerrillero. Y empezó a tejer esa urdimbre de su leyenda de hoy en la columna que me había asignado Fidel, mandando el Pelotón de Vanguardia.

Después, fue comandante; escribió en el llano de Oriente una historia muy rica en actos de heroísmo, de audacia, de inteligencia combatiente e hizo la invasión, en los últimos meses de la guerra revolucionaria.

Lo que a nosotros –los que recordamos a Camilo como una cosa, como un ser vivo– siempre nos atrajo más, fue, lo que también a todo el pueblo de Cuba atrajo, su manera de ser, su carácter, su alegría, su franqueza, su disposición de todos los momentos a ofrecer su vida, a pasar los peligros más grandes con una naturalidad total, con una sencillez completa, sin el más mínimo alarde de valor, de sabiduría, siempre siendo el compañero de todos, a pesar de que ya al terminar la guerra, era, indiscutiblemente, el más brillante de todos los guerrilleros.

A los pocos meses del triunfo, cuando todavía estábamos en la efervescencia de la destrucción del viejo orden y apenas comenzaba a discutirse sobre la necesidad de la organización, Camilo murió.

Pero a mí no me cabe duda de que así como rectificó aquellos primeros errores de los días nacientes de la guerrilla y se convirtió en el mejor de todos nosotros, así también se hubiera adaptado a las exigencias de esta nueva época, y hubiera sido una columna firme en la organización del Ejército, o en la organización de cualquier organismo, cualquier parte del Estado que le fuera confiada.

Sin embargo, toda esta parte, no ha podido ser ni presenciada, ni
ejecutada, ni colaborar en su ejecución, por Camilo. Nos cabe solo pensar en lo que podría haber hecho, pensar en la ausencia que dejó, en aquellos momentos en que todavía la conjunción de las fuerzas revolucionarias no se había deslizado plenamente, y el papel que jugaba cuando, con su autoridad indiscutida en toda una serie de discusiones, de malquerencias que existían entre los revolucionarios, surgía Camilo para imponer siempre el llamado a la cordura, el llamado a hacer prevalecer los principios y el espíritu revolucionario sobre cualquier querella del momento.

Nuestra historia también está llena de esas desavenencias, está llena de esas luchas que a veces fueron muy violentas; está llena de desconocimiento de nosotros mismos; y, producto de ese desconocimiento: desconfianzas, formaciones de grupos, luchas entre grupos y, al mismo tiempo, la reacción trabajando dentro de ella. Allí es donde hay también un gran trabajo de Camilo que se desconoce. Y fue evidentemente un factor de unidad.

En aquellos momentos era necesaria la presencia de los hombres que no tuvieran la más mínima ambición personal, la más mínima desconfianza, que fueran hombres enteramente puros y dedicados a la tarea revolucionaria exclusivamente, para poder realizar lo que casi podría llamarse el milagro de la unidad. Y a esa clase de hombres pertenecía Camilo. ¡Y los hay pocos!

Todos nosotros, la mayoría, por lo menos, tenemos muchos pecadillos que contar de aquellas épocas, muchas suspicacias, desconfianzas, a veces
hasta malas artes empleadas con un fin que considerábamos muy justo, pero con métodos que a veces –muchas veces– eran incorrectos. Y nunca se puede decir que Camilo haya recurrido a ellos.

Claro que se puede pensar que Camilo es el muerto, y que de los muertos se puede hablar en forma distinta. Y es natural que si Camilo estuviera vivo y presente entre nosotros, un sentimiento hasta de pudor natural nos impedirían decir cosas como estas, pero son absolutamente justas.

Esa es la significación que tiene Camilo para nosotros. Difícil de expresar, difícil de mostrar ante ustedes, porque definir en lo que vale un compañero, en lo que vale internamente para cada uno de los que tuvo alguna responsabilidad en la lucha revolucionaria y en el periodo de construcción, es algo muy difícil. Pero quería, simplemente, anotar ante ustedes, aunque fuera esa significación interna, privada, que tiene para mí, para muchos de nosotros, Camilo.

Y la seguridad, expresarles la seguridad de que aquel ¿«voy bien»? de Fidel, cuando le preguntara a Camilo, en la Ciudad Militar a los primeros días o el primer día de su llegada a La Habana, no significa la casualidad de una pregunta hecha a un hombre que de casualidad estuviera a su lado, era la pregunta hecha a un hombre que merecía la total confianza de Fidel, en el cual sentía, como quizás en ninguno de nosotros, una confianza y una fe absoluta.

Y por eso, aquella pregunta es todo un símbolo, un símbolo de lo que significara Camilo. Seguirán pasando los años, tendremos muchas luchas por delante, nuestra importancia en el mundo acrecentada día a día, hará que se escriba una historia desde perspectivas diferentes. Y aquellos dos años de lucha en la Sierra, y aquel primer año de gestación revolucionaria serán apenas unas pequeñas líneas en la historia de nuestra Revolución y de la revolución mundial.

Pero por pequeñas que sean esas líneas, por escueto que sea el comentario y la poca importancia que se le reconozca en el futuro, aquella guerra de escaramuzas de un grupo de hombres que tuvo como virtud fundamental la de tener fe, en esas pequeñas líneas, necesariamente, debe estar inscrito el nombre de Camilo. Porque aun cuando su actuación comparada ya retrospectivamente, es fugaz, y con el correr de los años será más fugaz en tiempo; su acción, su influencia, sobre los hombres que tuvieron la fortuna de participar en toda aquella serie de sucesos, fue enorme.

Y aun, cuando siempre lo digamos mecánicamente, y aun cuando parezca una de las tantas frases con que se adornan la vida de los héroes caídos, por lo menos, créanme, cuando lo digo con toda la más grande sinceridad, que para mí, Camilo no ha muerto.

(Fragmentos del discurso pronunciado por el Che en homenaje al Comandante Camilo Cienfuegos, el 28 de octubre de 1964).

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Magdalena dijo:

1

27 de octubre de 2018

03:35:20


"Hasta la victoria. Siempre"

juan dijo:

2

27 de octubre de 2018

04:16:10


Muchas gracias por permitirme una vez mas revivir en mis sentimientos a dos grandes de nuestra Historia que junto con PAPA Fidel nos dieron lo mas hermoso y sagrado que tiene un ser humano la Libertad

Juan Jose Vega Colmenero dijo:

3

27 de octubre de 2018

04:38:08


Tengo 74años y màs de cuarenta deseando poder ir a Cuba,mi màs deseo ardiente para poder agradecer al pueblo cubano cuan grande es una de las revolucciones màs hermosas que ha dado la humanidad.

Carmen Fernández López dijo:

4

27 de octubre de 2018

08:06:20


Siempre había oído hablar bien de Camilo,pero una descripción tan perfecta y tan detallada,nunca la había leído.Gracias Che,por hacerlo y darnos la oportunidad de conocer mejor a esos valientes. Como valientes siguen siendo todos los cubanos que tuvieron la suerte de tener a esos grandes comandantes que los llevaron a la Libertad,y que siguen en ella,ya quisiera que en este miserable país que hábito pasara algo similar,y despertar del sopor que provoca la religión católica y la ignorancia. Un abrazo muy cálido para todos los cubanos desde Gijón Asturias

Lioni dijo:

5

27 de octubre de 2018

09:21:33


Bueno día ,halar de Camilo,es hablar de aquel gran hombre que dio tanto por nuestra revolución,hombre inteligente ,alegre y querido por todos los cubanos de aquel entonces y los cubanos de hoy de la cuba de hoy ,en la cual estoy incluido .Pienso que nuestro comandante Camilo ,debe ser recordado todos los días ,no solo el día de su muerte o de su nacimiento o en las escuelas camilito como un símbolo ,sino en todas la intituciones escolares del país ,en cada rincón de nuestra tierra ,pero también aprender de su ejemplo ,de todo lo que hizo por nuestra patria .Camilo fue, es y será nuestro eterno amigo ,nuestro eterno Comandante.

Miguel Angel dijo:

6

27 de octubre de 2018

17:33:47


La descripción sobre Camilo realizada por el Che es sincera, certera y conmovedora. Se trata de grandes héroes de la patria, en este caso el Che habla de Camilo, como pudo ser a la inversa. Lo comenta el propio Che, sus personalidades y carácter, eran muy diferentes, sin embargo, no fue óbice para que se estableciera entre ambos una amistad entrañable. Porque los unían ideales y objetivos revolucionarios comunes. Es muy justa la expresión del Che, de que el paso de Camilo fue fugaz en el tiempo, pero inmenso en su legado, en su ejemplo. Su presencia es permanente, tanto entre los que tuvimos la dicha de conocerlo, de apreciarlo junto a Fidel en las tribunas improvisados de los múltiples actos revolucionarios de aquellos meses de intensa efervescencia revolucionaria, respondiendo: "vas bien Fidel"; de verlo jugar pelota junto a los barbudos de Fidel; de conducir a caballo a cientos de campesinos hasta la Plaza de la Revolución el 26 de julio de 1959; o en aquel fervoroso discurso (su último) pronunciado el 26 de octubre de 1959 durante una manifestación patriótica que se realizó frente al Palacio Presidencial, en la capital cubana, dónde incluye versos de la poesía Mi Bandera, del poeta matancero Bonifacio Byrne, o de otros acontecimientos. Camilo es la genuina encarnación de un joven revolucionario, patriota, fiel, audaz, alegre, jovial, fidelista y muy cubano. Era portador de un don natural que le dio la naturaleza, sintetizado por Fidel cuando manifestó: “no tenía la cultura de los libros, pero sí la inteligencia natural del pueblo”. Camilo vivirá eternamente entre nosotros.