27 de noviembre de 1958. Hace siete días que los rebeldes atacan el poblado de Guisa y la situación comienza a tensarse. Desde el frente llegan rumores de que se acercan al lugar nueve compañías de refuerzos procedentes de Bayamo con el objetivo de auxiliar a la guarnición sitiada. Una tanqueta Sherman con el cañón de 75 milímetros los acompaña en su intento.
Todo está tranquilo, pero, a un costado de la carretera en dirección a Guisa, una lluvia de plomo de ametralladora 50 los obliga a detenerse. «Ese es Curuneaux», dicen muchos combatientes al escuchar el peculiar cantar de la «50», la cual repite «Cu-ru-ne-aux» en clara alusión al nombre de ese soldado que solo cinco años antes vestía el uniforme contra el que combate hoy.
En medio de la batalla la tanqueta localiza la posición del revolucionario debido al insistente tableteo de la «50». «¡Fuego!», grita el artillero y disparan el proyectil que hace volar una columna de tierra y humo en el sitio donde momentos antes se encontraba la trinchera del capitán Curuneaux. Un silencio denso recorre las filas rebeldes.
Aquel joven de 29 años ha cumplido al precio de su vida la palabra empeñada al Comandante en Jefe, cuando le aseguró con toda confianza: «Comandante, no pasarán». Sin embargo, a seis décadas de aquella fecha, este mártir es uno de los grandes desconocidos de la Historia de Cuba.
HASTA QUE SE DESTIÑA EL UNIFORME
Braulio Eustasio Curuneaux Trimiño nació en el central Soledad, en la actual provincia de Guantánamo, el 29 de marzo de 1929, según escribe Pedro Antonio García en el artículo Por aquí no pasarán, publicado en la edición del periódico Granma correspondiente al día 28 de noviembre de 1998, no obstante, el nombre de este héroe resulta cuestión de debate, sobre todo por sus apellidos.
La ficha biográfica de este mártir en dicho medio de prensa, disponible en el archivo del periódico, modifica su último apellido por Betancourt bajo condiciones dudosas. El cuándo y cómo el primer apellido se transforma de Curuneaux a Coroneaux es un enigma para la historiografía cubana. Con respecto a esto último el periodista Pedro Antonio García señala que esa variación se produce en un momento posterior al triunfo revolucionario, relacionado a un problema de pronunciación del apellido con raíces francesas. Afirma además: «Al Comandante en Jefe esto le disgustaba mucho y cuestionaba que hasta cuándo le iban a estar cambiando el nombre al héroe de Guisa».
De acuerdo con un ejemplar de Bohemia correspondiente al 23 de diciembre de 1966, el joven Braulio, «como tantos otros cubanos motivados por la falta de posibilidades para la superación profesional, decide enrolarse en las fuerzas armadas como un medio para ganarse la vida y es ascendido con el tiempo al grado de sargento en virtud de sus cualidades militares y su inteligencia innata».
En el libro ¡No pasarán Comandante!, el historiador santiaguero Ernesto Pérez Shelton relata que: «Braulio vivía orgulloso de su uniforme hasta la mañana de aquel 26 de julio de 1953», y posteriormente refiere que a Eduardo (seudónimo de Braulio en la clandestinidad) le mortificaba mucho la idea de haber servido en aquel ejército batistiano.
DE CASQUITO A REBELDE
Existen varias versiones acerca de la participación del sargento Curuneaux en los hechos del Moncada. Marta Rojas Rodríguez, premio nacional de Periodismo en 1997, y reportera que cubrió los hechos relacionados con el asalto a la segunda fortaleza militar del país, explica que en ese entonces Curuneaux tenía bajo su mando las defensas frontales de la guarnición y un silo de ametralladoras situado en la azotea.
Según Rojas, cuando Braulio bajó al patio del cuartel y vio los crímenes que cometían los otros soldados contra aquellos jóvenes se negó a participar en ellos. Por esta razón empezó a ser mal visto entre los jefes de la guarnición.
Por su parte, el general de brigada Enrique Acevedo González expone su certeza acerca de la intervención de Curuneaux en los sucesos, porque rememora que en la Columna No. 1 circulaba ese rumor y él nunca se molestó en desmentirlo. En oposición a los criterios anteriores, cabe señalar la existencia de bibliografías que no mencionan su presencia en este acontecimiento, como la ficha oficial del mártir en la Biblioteca Nacional José Martí.
«Si bien la presencia de personajes como Braulio Curuneaux dentro de los cuerpos armados del régimen batistiano no exonera de culpa a los grandes sicarios del batistato, demuestra que en el campo de las Ciencias Sociales nada es absoluto y las generalizaciones de modelos deben ser erradicadas de nuestra historia», declara Inés Curbelo, Doctora en Ciencias Históricas.
Luego de los hechos del Moncada y en correspondencia con lo que se narra en ¡No pasarán Comandante!, Curuneaux es designado a un puesto de poca monta en Holguín, donde prepara una conspiración que contó con cerca de 80 miembros dentro de su jurisdicción. Esto llegó a oídos del jefe de operaciones en Oriente, general Chaviano, quien inventa un faltante en la unidad de Braulio, por lo que es procesado bajo la Causa No. 145 de 1954 y enviado como prisionero a la cárcel de Boniato, en Santiago de Cuba.
«En la prisión se relaciona con otros reclusos como Raúl Menéndez Tomassevich y protagoniza junto con ellos la primera fuga masiva en la historia de la cárcel de Boniato, el día 30 de noviembre de 1956, pocas horas antes del inicio del alzamiento popular», asegura el general Acevedo.
Después del mencionado escape, pasa alrededor de un año relacionado a la lucha clandestina y se dedica a entrenar a varios combatientes en el manejo de armas de fuego, hasta su incorporación al Ejército Rebelde en noviembre de 1957, donde forma parte de la Columna No. 1 «José Martí» al mando de Fidel Castro.
Y NO PASARON
En la Sierra Maestra Braulio Curuneaux se destaca por su experticia en el manejo de las ametralladoras pesadas al punto de que Enrique Acevedo en su libro Descamisados apunta: «Curuneaux sabe hacer cantar la ametralladora como nadie aquí, con una sucesión de ráfagas largas y cortas». Curuneaux participa en combates como Estrada Palma, Pino del Agua II y el Jigüe, los cuales le valieron méritos para alcanzar el grado de Capitán en un breve lapso de tiempo.
«En vísperas de la Batalla de Guisa, Fidel nombra a Curuneaux jefe de operaciones y le confió la defensa de la entonces Loma del Martillo, la cual constituye un punto estratégico para hostigar los posibles envíos de refuerzos», certifica Adalberto Calzada Reyes, Bigotes en la guerrilla.
Calzada Reyes recuerda también la impresión que le causó ver a Curuneaux salir en medio del fuego enemigo para infundirles ánimo a los hombres en las trincheras. «Junto con él había tres compañeros más. Uno de ellos, Guillermito, reproducía bien alto en una radio portátil las notas del Himno de Bayamo para arengar a los combatientes, bajo el riesgo de los azotes de la aviación. Ninguno de ellos sobrevivió. De Curuneaux solo quedó la mitad inferior e imagínate cómo se puso Fidel cuando se enteró de su muerte».
Curuneaux es ascendido póstumamente al grado de Comandante y Fidel, el día 30 de noviembre de 1958, en la lectura del parte final del combate expresa: «(…) el más destacado oficial rebelde fue el capitán Braulio Curuneaux, veterano de numerosas acciones que cayó gloriosamente defendiendo su posición en la carretera de Guisa, por donde no pudieron pasar los tanques enemigos (…)».
Seis décadas transcurrieron desde ese día de noviembre en que nos abandonó físicamente. Llegó un nuevo milenio, pero todavía su recuerdo debe latir, porque las balas continúan cantando «Cu-ru-ne-aux».
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Elis Alberto González Polanco dijo:
1
19 de septiembre de 2018
10:28:46
Luciap dijo:
2
19 de septiembre de 2018
11:48:20
Miguel Angel dijo:
3
19 de septiembre de 2018
11:50:25
Dr. Polanco dijo:
4
19 de septiembre de 2018
12:00:38
Adrian Mendez Calzada Respondió:
21 de septiembre de 2018
11:53:39
Fernando Castro dijo:
5
19 de septiembre de 2018
13:48:25
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