ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Trazado del Trasvase Centro-Este.

CIEGO DE ÁVILA.– El cierre de las compuertas del canal magistral Zaza-Ciego de Ávila, hace 23 años, anunció la llegada de la aridez. Hoy se aspira a que sus ansiadas aguas mojen las tierras avileñas.

Diseñada por los especialistas de la Empresa de Investigaciones y Proyectos Hidráulicos de Villa Clara (Eiphvc), la idea original pretende trasladar  300 millones de metros cúbicos (m3) de agua al año, a través de un conducto de 94 kilómetros, desde la derivadora del Sur del Jíbaro, en Sancti Spíritus, hasta la provincia de Camagüey.

Roberto Pupo Verdecia, director de la Empresa de Servicios Ingenieros de la Dirección Integrada de Proyectos Trasvases, recientemente confirmó, en cuanto al trasvase Centro-Este, la preparación de la etapa Agabama-Zaza.

Sobre el canal magistral Zaza-Ciego, que tiene 40 kilómetros construidos y 15 obras de toma listas para ser explotadas por la agricultura, aseveró se buscan alternativas financieras para acelerar su terminación.

Al concluir el trasvase estará compuesto de 315 kilómetros de canales, 27 presas, dos derivadoras y las cuencas subterráneas de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, para un manejo total de 1 951 millones de metros cúbicos que permitirán, entre otras cosas, poner bajo riego más de 176 000 hectáreas.

EL CIERRE

Los metros (m) de losas comenzaron a estirarse, desde 1989, ante los ojos de los hombres de la brigada 1 del contingente Simón Reyes, ejecutores de la inversión.

En 1993, el chirrido metálico de la apertura de las compuertas despertó la esperanza de los proyectistas, constructores e inversionistas empeñados en regar los suelos de la zona. Sin embargo, dos años después todo se detuvo.

«Fueron muchas noches sin dormir, discusiones y reuniones extensas que demostraron la urgencia de reparar los sifones (pasos por debajo de los ríos naturales) de Las Nuevas, Limones Palmero, Majagua y Los Negros si, en definitiva, se quería utilizar», dijo en aquel momento el ingeniero Julio Wong Ramos, jefe técnico del Simón Reyes.

El sistema preliminar de los cajones postensados, propuesto por los proyectistas para dichos sifones, nunca llegó a las manos de los constructores. «En el de Limones Palmero –confirmó Wong Ramos– tuvimos que trabajar con los cajones A 3-10 o de acero saliente, conocidos como peludos».

En los demás emplearon los superpuestos, asegurados con hormigón, alternativa que no respondió a los requerimientos técnicos que garantizaban la hermeticidad de las juntas.

Estas no fueron las únicas violaciones del diseño inicial propuesto. A unos pocos metros del nacimiento del Zaza-Ciego de Ávila, el viejo canal de tierra Zaza-Camagüey se resistió a compartir la cercanía con el nuevo vecino.

La ventaja de tener la cota de fondo más alta le permitió al antiguo levantar, con el escape de sus aguas, unos 200 metros de losas del revestimiento del cauce naciente.

La solución de los hombres del Simón Reyes fue abrir orificios en las losas, llamados lloraderos, para evitar lo que pudo ser la primera paralización de la parte constructiva de una de las obras hidráulicas más importantes del país en aquellos momentos.

HACIA EL ESTE

El canal entró en las tierras cultivables del sur avileño y el 30 de septiembre de 1993 los ejecutores dieron por concluidos los primeros 22 kilómetros.

Según el acta de entrega y recepción, los trabajos del primer tramo fueron ejecutados de acuerdo con las normas y reglas de construcción expuestas en el reglamento principal de aceptación de las obras hidráulicas para la explotación.

No obstante, una lista de 13 deficiencias debía ser enmendada antes de marzo de 1994 para que la Delegación Provincial de Recursos Hidráulicos recibiera la primera parte del canal.

La reparación de pequeñas grietas en los sifones, la no realización de las pruebas hidráulicas en su momento y la desviación del proyecto aprobado fueron deudas pendientes con la obra en el proceso de construcción, como apareció reflejado en la mencionada acta.

En agosto de 1998, según anotaciones estampadas en el libro de obra, se probó con diferentes soluciones para la fundición de las juntas, desde el manual hasta la máquina de Gunitaje, que lanzaba el hormigón a alta presión sobre las paredes y el fondo del canal, método, este último, que dio resultado y en lo adelante vino a ser la salvación, al no tener que utilizar las losas prefabricadas.

Por aquella época las máximas autoridades del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos referían que a pesar de esos problemas: «mañana el Zaza-Ciego de Ávila pudiera conducir agua por su cauce. Aunque el tema –añadía– está en completar los sistemas de riego de los ministerios de la Agricultura (Minag) y del Azúcar».

TIEMPO DE ESPERA   

Aguas abajo (al Sur), los avances en la implantación de los sistemas de riego se limitaron a algunos canales principales y secundarios, al paso del tiempo, abandonados por el Minaz (hoy Empresa Azucarera de Ciego de Ávila) y el Minag.

Los adelantos más notables, aunque no los requeridos, estuvieron en la desaparecida entidad azucarera Orlando González. Allí solo se terminó el proyecto técnico ejecutivo y algunos estudios revelaron que en total la agricultura cañera de la zona podría mojar más de 4 600 hectáreas, luego de una inversión a un costo de casi 153 000 pesos por hectárea para terminar los sistemas de riego, si se pretendía darles valor de uso.

El agua que reposa en 22 kilómetros podrá mojar las hectáreas de las tierras pertenecientes a la Agricultura y a la Empresa Azucarera Ciego de Ávila. Foto: Ortelio González Martínez

El central Venezuela, al sur de la provincia, jamás tuvo diseñado dichos sistemas, aunque se sabía que la llegada del agua hubiera sido el «hada madrina» que ayudaría a elevar la producción de los cañaverales de la zona para que reviviera un coloso que exhibía en los campos un anémico rendimiento de 32 toneladas por hectárea, una de las causas que definió el cierre definitivo de la planta moledora.

A la pobreza de las plantaciones de caña de azúcar, al sur del Zaza-Ciego de Ávila, se suma el daño a los sembrados ajados por el agua que nunca llegó a la empresa Juventud Heroica, cuyas tierras hoy forman parte de la entidad Cubasoy.

En el 2003, la dirección del Minag en aquellos años aclaraba que el funcionamiento del gigante dependía de las posibilidades financieras del país. «En el momento que tengamos el dinero concluiremos los sistemas de riego», dijo a este reportero.

TODAVÍA

Visto desde el aire, el Zaza-Ciego de Ávila parece un río largo, muy largo, que descose en dos casi toda la región central de Cuba. De los 40 kilómetros, 22 tienen agua, aunque a decir de Pedro Gómez Zamora, director de la unidad empresarial de base (UEB) Centro Este, de la Empresa de Servicios Ingenieros (ESI)-Dirección Integrada de Proyectos (DIP) Trasvase, está en condiciones de recibir el líquido en todo el trazado, hasta la zona de El Amparo, en el municipio avileño de Venezuela.

Detalla particularidades del megaproyecto del Trasvase Centro-Este, considerado como estratégico para el país por las recurrentes sequías, la aguda cuña de intrusión salina en la zona y la necesidad de poner en explotación extensas áreas cultivables y ganaderas.

«Si llega a materializarse lo concebido inicialmente, se prevé que en un futuro 27 presas de tres provincias surtan el agua a los más de 300 km de canales magistrales, desde la zona de Méyer, en el Escambray espirituano, hasta las proximidades de Camagüey», explica Gómez Zamora.

A lo anterior se agrega el entramado de derivadoras, corredores, ríos, presas, puentes de estiaje, sifones y otros canales vinculados al Trasvase Centro-Este, entre las que se encuentran varias obras cuya construcción no ha comenzado, como la ejecución de la presa Agabama y el canal Agabama-Zaza, aplazados desde inicios del periodo especial, eslabones imprescindibles para dar toda el agua necesaria; porque la Zaza, sola, no puede abastecer a la arrocera del Sur del Jíbaro y a los planes de desarrollo agrícola y cañero en las tierras de Ciego de Ávila, según  revelan especialistas de Recursos Hidráulicos.

Una buena noticia es que muchos objetos de obras y sistemas ya han sido concluidos e, incluso, tienen valor de uso en la provincia de Sancti Spíritus (presas Zaza, Higuanojo y Banao II, la derivadora Sur del Jíbaro, en La Sierpe). Mas, en Ciego de Ávila solo el canal está listo.

Ismael Aguilera Sánchez, jefe de la UEB encargada de las labores constructivas vinculadas con el Trasvase Centro-Este, explica: «hoy no tenemos capacidad para responder a todos los objetos de obras. Disponemos de un parque de equipos con varios años de explotación y nos faltan otros especializados. Solo podremos ejecutar en valores unos 11 millones de pesos al año, no más, razón por la que en el 2018 contratamos la reconstrucción de apenas  500 metros del Canal Magistral Zaza».

Pero, en lo que llega el financiamiento para culminar el empeño, ¿por qué no se utiliza el agua embalsada en el canal?

CUANDO EL AGUA ESPERA

Como el cambio climático, varios conceptos se transformaron en los dilatados años de ejecución del río artificial. Siempre se habló de emplear el regadío por gravedad aguas abajo; sin embargo, hoy se pretende hacerlo también aguas arriba (al norte), para lo cual deben construir cinco embalses reguladores (especie de piscinas abastecedoras de las máquinas de riego), de los cuales solo uno está en ejecución, con cierto grado de atraso de acuerdo con el cronograma de la obra.

De llegar hasta Camagüey, las bondades del río artificial pudieran extenderse a unas 148 200 hectáreas de las tres provincias (más de 11 000 en Ciego de Ávila) con potencialidades reconocidas para el fomento de los cultivos varios, el arroz, la pesca, el desarrollo de la ganadería y la caña que, según estimados, recibirán por esta vía unos 900 millones de m3 que aliviarían el sobrexplotado manto freático de la región, en lo fundamental a la cuenca Sur del territorio avileño.

Granma tocó las puertas de autoridades de la agricultura y de la Empresa Azucarera de Ciego de Ávila para corroborar lo que observó en el terreno, desentrañar realidades no reveladas a la prensa y conocer cuánto hacen –o no hacen– para la utilización del agua que reposa en 22 kilómetros de esa especie de cinta gigante de hormigón, acero y cemento.

Rafael González-Abreu, especialista principal de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico de Ciego de Ávila, explica que la construcción de la obra es una bendición para las tierras rojas del Sur de la provincia, no solo por la cantidad de hectáreas a irrigar, sino porque corre sobre el acuífero y, por las filtraciones que siempre va a tener, ejerce un efecto ducha sobre el manto subterráneo, que estuvo en estado crítico cuando la anterior sequía.

Y no le falta razón. Solo un ejemplo ilustra: cuando Irma llegó con su diluvio, la presa Zaza, la mayor del país, envió al mar más de 700 millones de m3 y parte de ese volumen se le hubiera podido inyectar al manto freático a través de los pozos de recarga y el canal de infiltración, existentes en la zona.

Sergio Barrios García, delegado de Recursos Hidráulicos en el territorio, manifiesta que cuando la pasada sequía se extendió por casi tres años, hubo que paralizar casi la totalidad de las máquinas de riego de la Agricultura y Azcuba.

Y enfatiza: «En el Plan del Estado para el Enfrentamiento al Cambio Climático, el canal Zaza-Ciego está en una de las 12 zonas priorizadas por la Tarea Vida: la costa sur de Ciego de Ávila; además, en la Política Nacional del Agua, aprobada por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros en diciembre del 2012, una de las cuatro prioridades es el uso eficiente de la infraestructura construida».

DAR VALOR A LOS MILLONES

En esa especie de malformación congénita que es el atraso en los cronogramas de terminación de las obras, muchos porqués se entretejieron para que 30 años después del inicio, el valor de uso del canal Zaza-Ciego se circunscriba a abastecer de agua a solo cuatro estanques del centro de alevinaje de La Teresa y no haya mojado una sola hectárea de tierra.  

El hecho de haber comenzado la ejecución al «borde» de la crisis económica, también tuvo su influencia en el destino de la obra, cuyo auge constructivo coincidió con la etapa más difícil de los años 90, pero después de ese periodo otras obras similares recibieron mayor impulso.

El Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) saldó la deuda y llenó de agua el cauce, sin escapes en los sifones, con pérdidas mínimas y 15 puntos de entregas al sur, listos para la operación y, por demás, no se detiene en la construcción de los llamados embalses reguladores para poder regar al norte.
Para darle valor de uso, además de voluntad, se necesita de la acción conjunta entre el INRH, Azcuba y el Ministerio de la Agricultura porque, además de los beneficios que les reportará, de conjunto, los dos últimos disponen de más de cien máquinas que extraen el agua del manto freático. Ahora habrá que esperar por la construcción de los sistemas con el canal lleno de agua.

La realidad demuestra que si se trabaja con un cronograma conjunto, bien estructurado y ordenado, para adelantar al unísono las labores dentro y fuera de ese río artificial, se aprovechará la infraestructura creada en beneficio de los diferentes programas concebidos que se impulsan en la región.

EL FUTURO

Como resultado de los trasvases actualmente en ejecución, en el 2030 Cuba habrá colocado bajo riego unas 300 000 hectáreas de tierra, hecho que revela la seriedad de la política del país para asegurar que el agua se distribuya y use de la forma más correcta.

Así lo expuso Roberto Pupo Verdecia, director de la Empresa de Servicios Ingenieros de la Dirección Integrada de Proyectos Trasvases, durante la apertura del Primer Encuentro Nacional sobre este tipo de obra hidráulica, de la que depende el futuro del país.

De acuerdo con el directivo, aunque esos sistemas constituyen inversiones costosas, las máximas autoridades del país priorizan su construcción, de ahí que cada año se invierte lo económicamente posible y se avanza con resultados tangibles, bajo el principio de dar valor de uso a lo terminado.

Al referirse a lo hecho, destacó la culminación el trasvase Sabanalamar-Pozo Azul, que a través de un túnel suministra agua en cantidad suficiente para poner bajo riego unas 1 800 hectáreas en el Valle de Caujerí, en la provincia de Guantánamo.

Su impacto económico es notable, una vez que ha ahorrado anualmente cerca de un millón de pesos, al disminuir el consumo de combustible; a lo que se une el impacto que ha tenido en el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de la zona, recalcó.

El directivo también recordó la conclusión de dos etapas del Trasvase Este-Oeste, en la provincia de Holguín. La primera, precisó, garantiza el abasto a la capital y al polo turístico del norte del territorio.

Con la segunda, correspondiente al tramo Mayarí-Birán, se han generado más de 27 GW hora, equivalentes al ahorro de más de 6 000 toneladas de combustible, y desde el 2011 no se registran inundaciones en la ciudad de Mayarí, añadió.

«También se han puesto bajo riego más de 3 000 hectáreas de tierra pertenecientes al Ministerio de la Agricultura y Azcuba».

La obra, puntualizó, continúa avanzando hacia el norte, con más de 12 kilómetros concluidos, en los que se aprecia lo acertado de la política de dar valor de uso a las inversiones, que en este caso significa tener bajo riego otras 500 hectáreas de los organismos mencionados.

También, explicó, hay progreso hacia el Este, rumbo a la presa Levisa, que será construida y unida a las presas Castro, Miguel, Sagua y Nuevo Mundo, para trasvasar unos 600 millones de metros cúbicos hacia la de Mayarí, y de esta hacia San Andrés y Las Tunas, como destino final, con el fin de beneficiar con riego un total de 120 000 hectáreas.

«Se prepara el trasvase Norte-Sur, que parte de una derivadora del Toa e incorpora sus agua a la presa Yateras, que las conduce al valle guantanamero, con el propósito de llevar el riego a unas 4 000 hectáreas de tierra y generar electricidad», detalló.

En cuanto al trasvase Centro-Este, confirmó la preparación de  la etapa Agabama-Zaza, al tiempo que marcha la rehabilitación del canal Zaza-Sur del Jíbaro, que tiene construidos 45 kilómetros que suministran agua a 5 000 hectáreas dedicadas a la caña y 35 000 pertenecientes a planes arroceros.

DATOS DEL CANAL MAGISTRAL ZAZA-CIEGO
- Alto total: desde los 3,87 metros (m) hasta los 4,80 m

- Nivel del agua: desde los 3,35 m hasta los 4,30 m

- Pendiente total del canal: 7 centímetro por cada kilómetro lineal

- Gasto de circulación de agua: desde los 23 metros cúbicos por segundo hasta los 33 metros cúbicos por segundo

- Ancho de plato: desde los 3,20 m hasta los 6 m
 
VOLUMEN DE TRABAJO REALIZADO:
- Desbroce de vegetación: 4  200 000 metros cuadrados

- Excavación capa vegetal: 1 050 000 metros cúbicos

- Excavación en el canal principal y en los de drenaje: 1 500 000 metros cúbicos

- Excavación en préstamo: 190 000 metros cúbicos

- Caminos de explotación: 80 kilómetros en los que vertieron 120 000 metros cúbicos de rocoso

- Cantidad de hormigón empleado: unos 20 000 metros cúbicos

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