En la esquina Martí, de Santa Amalia, está la casa del ya fallecido Gilberto Torres Montiel. Múltiples fotos visten las paredes de su hogar y en ellas destacan figuras de la música como Juan Formell, Dizzy Gillespie y Chucho Valdés.
La bodega del barrio, El Embullo, otorgada a la familia, se convirtió en un sello musical: La Esquina del Jazz, como la bautizaron los bailadores. «Este año cumplimos el aniversario 66 de la fundación y parece que el tiempo no ha pasado», dice William Torres Díaz, heredero de la tradición jazzística legada por su padre, tabaquero de profesión y apasionado por el feeling americano.
Reconocidos en el ámbito nacional e internacional, los Bailadores de jazz de Santa Amalia, en el municipio habanero Arroyo Naranjo, son un referente del género en el país. Para Wily, como le dicen en el barrio, seguir cantando y bailando con estas personas «es un privilegio y un gran honor».
–¿Cómo son los bailadores de Santa Amalia?
–Son señores de la tercera edad, muy frescos y alegres. Ellos adoran el afrojazz de Bobby Carcassés y se deleitan con cada pieza de Chucho Valdés. La música y el baile los ha mantenido unidos durante más de medio siglo.
La Esquina del Jazz, patrimonio cultural de Arroyo Naranjo, reúne en cada peña a jóvenes y viejos: «Todo el mundo preguntaba, ¿el jazz se baila? Y cuando respondía que sí, se asombraban. Este género no es cubano, pero sí se baila. Los que nos visitan piden que les enseñemos algunos pasos. Mis bailadores, aunque ya no tienen 20 años, siempre están dispuestos a tirar un pasillo para recordar viejos tiempos», comenta.
–El barrio de Santa Amalia es cuna de grandes artistas, desde la Charanga de Doña Irene Herrera Lafarté, creadora de la primera orquesta femenina cubana, Bebo y Chucho Valdés, los hermanos Barreto...
–Nos unimos a la tradición de los artistas que ya mencionaste e hicimos una mezcla musical increíble. Estoy muy orgulloso de ser de Santa Amalia. Este barrio ahora es bastante incómodo para escuchar buena música, porque la juventud prefiere el reguetón y los géneros urbanos.
–El Jazz Plaza y el JoJazz se han convertido en escenarios fundamentales para la difusión del género en nuestro país. ¿Considera que deberían existir más eventos como estos?
– Sí y también más lugares para compartir esta música, no solamente La Zorra y el Cuervo, el Jazz Café, aparte de la Casa del Jazz de Santa Amalia, por supuesto. La difusión del jazz en Cuba ha mejorado bastante, aunque todavía falta un largo camino.
«También sería necesario que los eventos no solo se realicen en la capital. Escuché que en Santiago de Cuba hay un club que promueve este tipo de música.
«Deberían incrementarse, además, los programas televisivos o radiales, más allá de que existen algunos como A todo jazz, que es muy interesante y lo recomiendo a los amantes del género. También hay un espacio en la radio que se llama La Esquina del Jazz».
Luego de la muerte de su padre decidió tomar la dirección jazzística y continuar con la tradición. Actualmente improvisa en todas las peñas, con una pequeña banda.
–¿Qué es La Esquina del Jazz para ti?
–Lo máximo, lo más lindo que tengo. Desde que nací esta casa ha sido mi inspiración musical y satisfacción. Estoy feliz y orgulloso de seguir a cargo de los «viejitos majaderos», de 80 y 90 años, que continúan bailando jazz, y no crean que resbalan, para nada, ellos siguen firmes, con más swing, alegría y sentimiento que nunca.
*La autora de este texto es estudiante de periodismo de la Universidad de La Habana
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