ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Aunque los clientes aleguen mayor comodidad al hurgar la ropa amontonada, la calidad del servicio pasa por una adecuada presentación del producto. Foto: del autor

GRANMA.–«El secreto está en rebuscar. Si andas con suerte, quizá encuentras algo que se acerque a tu gusto; porque lo bueno o lo compraron el primer día, o lo cogieron de los bultos antes de sacarlo a la venta».

El criterio de Xiomara no es el más optimista, y a todas luces evidencia un recelo que habla claro de lo que piensa sobre la venta de ropa reciclada en su ciudad, el Bayamo capital de la provincia oriental de Granma.

«No es que sea clienta fija, pero para ir o venir desde el trabajo debo pasar frente a estas tiendas del paseo, y una debe estar atenta a las oportunidades que pueda tener aquí, en los mercados industriales, para comprar un pantalón, una blusita distinta, algo para los muchachos. La verdad es que no hay quien se pueda “fajar” todos los meses con las maravillas que trae la gente de afuera».

Xiomara dice muchas cosas en dos párrafos pequeños: que no basta el surtido, que es difícil encontrar lo que se busca, que se rinde a la competencia desleal de las tendederas callejeras que dan las innumerables y carísimas opciones para andar a la moda. Sin embargo, confirma que al menos tiene a la oferta comercial de la ropa reciclada como una opción real; por ser, antes que nada, la posibilidad más cercana a la estrecha economía familiar.

Muy próxima a ella, Julia Verdecia también se declara visitante ocasional de La Internacional, uno de los bazares bayameses con ofertas de ropa reciclada, y aunque esporádicamente encuentra alguna prenda que «acomode a mi poca exigencia en materia de diseños y colores, tengo la impresión de que por mis manos han pasado varias veces las mismas cosas, debido a que es muy poco lo que sacan últimamente».  

INSUFICIENTE

En todos los municipios de la provincia de Granma hay tiendas que dedican un espacio a la venta de ropa reciclada, típica denominación para esas prendas de vestir con cierto grado de uso que el país importa y vende en comercio minorista a precios inferiores a las variantes en divisa, e incluso a las del cuentapropismo.

Con unos cuantos años ya de establecida entre las tarimas de los productos industriales, esta modalidad ha experimentado en los últimos almanaques un decrecimiento en las cantidades de mercancía que llega a los sitios de venta. Particularmente en Granma la expresión del declive se mostró con contundencia del 2016 al 2017, pues los seis contenedores y medio recibidos en el pasado calendario no representan siquiera la mitad de los 14 comercializados el año precedente.

Alicia Bou, jefa de la brigada que desde el establecimiento Bayamo de la mayorista Empresa Universal de Granma recibe, clasifica y controla  la ropa reciclada que luego oferta Comercio de modo minorista en toda la provincia, afirma que, en efecto, lo más negativo es la poca cantidad que está llegando.

«El año pasado debieron arribar al territorio nueve contenedores, y solo fueron seis y medio. En cada unidad de estas vienen entre 95 000 y 98 000 piezas, de las cuales aproximadamente 3 000 traen algún tipo de defecto que las anula como de primera calidad, lo que reduce aún más el número de ofertas.

«Sí, es verdad que de lo que haya procuramos distribuirlo a todos los municipios, pero este empeño provoca que sea un buchito para cada cual y por ende, insuficiente para la demanda», explica Alicia.

«Lo que hace falta es que haya más, y con más variedad», corrobora Leidis Estrada, quien manifestó a Granma, en la céntrica tienda El Bazar, que ha venido observando los mercados de varios municipios en busca de algunos pantalones jeans baratos para sus hijos de 13 y 17 años, ambos ya con tallas de hombre, pero que ha sido imposible encontrarlos.

A la opinión de Leidis se unen varios clientes, quienes concuerdan en lo difícil que resulta hacerse de ropa masculina, sobre todo pantalones; algo que con­firma la propia dependienta Rosario Dobao, alegando que las prendas femeninas dominan los colgadores.

Damaris Rodríguez, administradora de El Bazar, precisa que ese es el asunto que más inquieta a los clientes, algo que pasa también con la ropa insuficiente para niños, o con la inconformidad de los colores, la mayoría de las veces fríos y apagados; «pero son condiciones que no dependen de nosotros, porque así se importan, y cuando intervenimos de algún modo para clasificarla, es solo con el fin de no traer a la tienda piezas rotas o manchadas; o sea, cuestión de mantener un estándar de calidad».

CALIDAD

Aunque ya se conoce que la insuficiencia es el primer motivo de la poca variedad de diseños, colores y tipos de prendas, al visitar los departamentos dedicados a la ropa reciclada se tiene la impresión de que está bastante limitado el concepto de calidad, reducido al botón inexistente, la costura descosida o la mancha imperceptible; pues más allá de los tonos regularmente mustios, se descuida ese valor agregado que pueden tributar las formas de presentación del producto.

Luisa, una joven afanada sobre una caja abierta llena de atuendos distintos, confiesa sentirse más cómoda hurgando así, tocando cada pieza, examinándola a fondo para quedársela o descartarla al bulto contiguo, sobre el piso.

Varias personas presentes asintieron en preferir este modo, aduciendo un efecto sicológico de dinamismo, de «mercancía recién sacada», de juego de la suerte al primero que encuentre algo; mientras reprocharon de los colgadores la impresión que dan de ropa estan­cada.

Fue una sorpresa advertir esta rara certeza, solo atribuible a la condición de ropa sin empaquetadura ni etiqueta; pues resulta una franca violación comercial proponerla así, como en un almacén, anulando el atractivo mercantil que trae aparejada una buena presentación –colgadas, por ejemplo–y contradiciendo el rigor de los inspectores que multan al comerciante si encuentran a la venta una prenda rota o manchada.

Pero de vuelta a la calidad de la pieza en sí, administradores y dependientes coinciden en adjudicar mejores o peores propiedades según las firmas comercializadoras de las pacas. Por ejemplo, celebran si es Clothing o Jambo, emisores de muy buenos ropajes, pero se lamentan con otras menos afortunadas que predominan en los envíos a esta parte del país.

Este, precisamente, es el pie forzado a otra vertiente del problema que, a pesar de «arroparse» de una muy buena intención, deja un sabor incómodo, y es la práctica convenida de que el vestuario que resulte clasificado de tercera, por algún defecto, sea comercializado en las zonas montañosas adscritas al denominado Plan Turquino.

Bien sabido es el grado de humildad predominante en las regiones altas, y que el trabajo duro allí exige más atuendos de labor que ajuares de petimetre; pero en las cordilleras cubanas también la gente conoce de moda, va a fiestas, baja a la ciudad con frecuencia, y si aprovecha bien la bondad de su terruño, tiene dinero para la ropa reciclada buena y la importada de la venduta privada.

Lo peor está en que ni siquiera esa, la de tercera, está llegando con regularidad a los caseríos más grandes de los lomeríos de Guisa, Buey Arriba, Masó, Pilón, Media Luna o Campechuela, y con el declive se van engrosando los reclamos constantes de sus moradores.

En fin, la certeza más contundente es que la demanda no es ni en un grado mínimo el problema, pues en cada establecimiento visitado hubo evidencias de que toda la ropa reciclada aquí se vende.

Por encima del predominio de los tonos gélidos y los diseños inquietantes, ninguno de los comercios dijo irse un solo día en blanco, y la contabilidad mostró, aun en tiempos de poco suministro, ventas diarias en un solo mostrador de entre 4 000 y 5 000 pesos, o más.

La misma Rosario, de El Bazar bayamés, habló de clientes fijos, de Holguín, que lo transforman todo y lo hacen mejor, de la gente de otras zonas que compran bastante –no duda que sea para revender– y hasta personas que buscan algo exclusivo: un saco, una camisa o una blusa de mangas, «que a veces no encuentran ni en tiendas ni en timbirichis».

Pero en palabras sencillas y concluyentes, Rosario redondeó lo que es, sin tanta indagación, la clave del problema: «Lo que hace falta, mijo, es que haya más. Todo se vende».

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sofia dijo:

1

2 de febrero de 2018

04:05:40


Buen trabajo, pero cuidado con lo que se escribe , se revisa y se publica sin verificar. Se menciona aqui a los vendedores de ropa traida del extranjero sin aparentemente fines comerciales como cuentapropistas. Si la memoria no me falla solo tienen licencia para vender ropa quienes la confeccionan con sus diestras manos en el pais, no quienes la pasan por la aduana (habria que ver como) para de manera ilegal venderla a precios muy altos aprovechando la casi inexistencia de ofertas en el mercado, tanto en cup como en cuc. Estos ultimos no son trabajadores por cuenta propia, no tienen licencia para vender, no pagan impuestos, son, simplemente uno de los tantos aprovechados de las necesidades ajenas.

dilber dijo:

2

2 de febrero de 2018

04:09:59


Aun cuando el periodista se refiere a los bajos precios de la ropa reciclada en comparacion con la que se vende en las TRD hay que decir que es una verguenza y una falta de respeto con la poblacion que muchas de esas prendas se vendan descocidas, con huecos. Ya que se compran al por mayor y es evidente que no se revisan, por lo menos ya en nuestro pais debe tenerse el cuidado de sacar a la venta solo aquellas que tengan la calidad requerida, acorde con su precio, y con el respeto que merecen los clientes. Gracias.

Lydia dijo:

3

2 de febrero de 2018

15:40:40


De mas esta hacer algun tipo de comentario, aqui en Pinar del Rio, la ropa cuando llega a las tiendas ya vienen separadas en bultos para la administradora, la cajera , la cuidadora del bolsero etc nunca las ves mal vestidas, por supuesto la familia tampoco se viste mal, porque son las que escogen al ropa en el Almacen de la Carretera de LA Coloma lugar donde tambien existe la preferencia observe las empleadas parecen salidas de la TCA, PERO LAS MONAS AUNQUE SE VISTAN DE SEDA, MONAS QUEDAN DISCUPE A QUIEN PUEDA OFENDER. Pero es la gran verdad

Rafael Rodriguez dijo:

4

2 de febrero de 2018

16:12:35


le falto a este escrito la opinión de la empresa importadora que en fin es esta la que decide que se compra y cuanto

Yolanda Memion dijo:

5

2 de febrero de 2018

16:19:48


Que miseria, no hagan mas este tipo de periodismo. El Churre es major mantenerlo debajo de la mesa.

Onelius dijo:

6

2 de febrero de 2018

23:29:48


Preguntenle a Haila donde comprar su ropa.