ROSEAU.–Dominica está a oscuras desde el pasado 18 de septiembre. El huracán María dejó miles de postes en el piso, kilómetros de cables partidos y la mayor parte de la infraestructura de transmisión inservible.
La Compañía de Servicios Eléctricos de Dominica (Domlec, por sus siglas en inglés) prioriza el restablecimiento de los centros vitales para la población, como los hospitales, bancos y oficinas de gobierno.
Pero, a seis semanas del paso del ciclón, la electricidad solo ha regresado a escasos puntos de las principales ciudades, mientras la mayor parte del país carece del servicio.
La isla cuenta con apenas una treintena de especialistas eléctricos y escasos medios técnicos para hacer frente a una avalancha de trabajo.
Según estimados de Domlec, sufrieron algún tipo afectación cerca del 90 % de los 8 000 postes del sistema primario y los 19 000 del secundario, que llegan hasta los hogares.
Países vecinos como Jamaica y Barbados enviaron refuerzos de sus propias compañías eléctricas, pero con los medios en el terreno aún se espera que la normalización del servicio demore varios meses.

APORTE CUBANO
Como parte de la ayuda cubana a Dominica, el pasado 20 de octubre llegó a la isla un barco de la Mayor de las Antillas con 300 toneladas de bienes de primera necesidad, diez trabajadores forestales, un grupo de jóvenes diplomáticos y dos brigadas con cinco linieros cada una, procedentes de Pinar del Río y Sancti Spíritus.
Además, viajaron tres técnicos eléctricos, encargados de la evaluación de la situación y la supervisión de las tareas en el terreno, así como cuatro trabajadores de apoyo: un mecánico, un especialista en plantas eléctricas y dos cocineros.
Cada brigada trajo consigo un vehículo multipropósito que cuenta con grúas para el trabajo en las líneas eléctricas y es capaz de cavar a la profundidad necesaria para instalar nuevos postes. En Dominica solo existen otros tres con iguales prestaciones.
Pero incluso antes de que tocaran las calles de la isla, los especialistas cubanos tuvieron que superar el primer obstáculo: los camiones eran demasiado pesados para descargarlos del barco con la grúa disponible en el puerto de Roseau.
Los técnicos decidieron desarmarlos dentro de la embarcación y sacarlos por partes. Primero alzaron la cama y luego el resto del vehículo, al que se le retiraron las ruedas y otros elementos pesados.
Ya en tierra, los volvieron a armar en tiempo récord. La operación, que en algún momento pareció imposible, fue completada en apenas tres horas.
PRIMEROS PASOS
De acuerdo con los especialistas, la prioridad en una situación como la que enfrenta Dominica es restablecer el sistema eléctrico y contar con líneas primarias para llevar la capacidad de generación hasta los consumidores.
De ahí que los cubanos trabajen desde la semana pasada en una red primaria que va desde la capital, Roseau, hasta la hidroeléctrica de Trafalgar, a unos ocho kilómetros, que se mantiene aislada desde el paso del huracán.
«Cuando esté en funcionamiento, se incrementará la potencia disponible en el sistema eléctrico al interconectar la central diésel de la capital con la hidroeléctrica cercana», refiere a Granma Edelfín Falcón Guerra, jefe de la misión de la Unión Eléctrica en Dominica.
Falcón, quien trabaja como director técnico de la empresa eléctrica de Artemisa, añade que también se logrará mayor fiabilidad con la incorporación de una subestación que está ubicada en la hidroeléctrica de Padu, cercana a Trafalgar.
Además del estado de la red, la topografía del terreno complejiza el trabajo. La línea sale de la ciudad subiendo varias lomas vecinas y luego desciende por un barranco de más de 100 metros. El tramo final hasta la hidroeléctrica está construido en las márgenes de un río que serpentea montañas de 500 metros de altura.
El clima tropical tampoco acompaña. Cuando el sol no sube la temperatura por encima de los 34 grados, aparecen de improviso intensos aguaceros que obligan a detener el trabajo.
Ramiro Frías Leiva, uno de los linieros y operador del vehículo multipropósitos, señala a este diario que el terreno pedregoso de los ríos resulta un riesgo a la hora de cavar para instalar nuevos postes.
«Se puede partir la cadena e incluso la propia barrena», añade. «Tenemos que ir poco a poco».
Frías, quien tiene más de tres décadas de experiencia como chofer, también tuvo que adaptarse en poco tiempo a conducir el camión por la senda izquierda, al estilo británico que se utiliza en Dominica.
Lisbanet Rodríguez Hernández, jefe de la brigada espirituana, señala que sus especialistas han enfrentado trabajos igual de difíciles en los lomeríos de Topes de Collantes, en el municipio de Trinidad.
«De todas maneras se hizo una preparación para explicar las condiciones en el terreno y las especificidades del país», añade. «Se hace un encuentro diario para analizar el trabajo y los riesgos que podría entrañar».
LAS REGLAS DE ORO DE LA SEGURIDAD
La cantidad de postes afectados, cables colgantes, árboles caídos y movimientos de tierra que están en el camino de las vías eléctricas, suponen un riesgo extra para las brigadas cubanas.
Diego La Rosa, jefe del Grupo de Seguridad y Salud en el Trabajo de la Unión Eléctrica, fue uno de los primeros especialistas en arribar a Dominica, tres días después del paso del huracán María.
La Rosa considera que a medida que pasa el tiempo aumentan los riesgos.
Muchas personas comienzan a instalar sus propios generadores eléctricos y si lo hacen de manera incorrecta podrían alimentar las redes donde trabajan los linieros.
«Siempre que se cumplan las cinco reglas de oro, no debe haber problemas», refiere La Rosa tras citar de memoria las máximas de su trabajo: «desconectar la electricidad, bloquear cualquier posibilidad de reconexión, comprobar la ausencia de voltaje, conectar las líneas a tierra y en cortocircuito entre ellas y, por último, señalizar la zona de trabajo».
También resalta la importancia de respetar el uso de los medios de protección y las prácticas correctas a la hora de escalar o trabajar con la grúa.
«Los riesgos son más o menos los mismos cuando uno se sube a un poste en cualquier lugar», opina Dachel Jiménez Bernal, un liniero del grupo 8 que está entrenado para trabajar en líneas energizadas.
Lo más importante, añade, es verificar que los postes tengan integridad y no estén partidos.
En cuanto a la altura a la que trabaja en la línea hacia Trafalgar, unos 48 pies, Jiménez considera que es incluso menor a la de 110 kv a la que está acostumbrado en Cuba.
«Los trabajadores eléctricos cubanos han adquirido una gran destreza a lo largo de los años lidiando con eventos climatológicos adversos», refiere el jefe de la misión eléctrica cubana, Edelfín Falcón. «Ahora compartimos esa experiencia con el pueblo hermano de Dominica».



















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cubano dijo:
1
3 de noviembre de 2017
07:26:32
LOURDES CAMACHO PORTA dijo:
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3 de noviembre de 2017
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Juan Carlos dijo:
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3 de noviembre de 2017
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idania dijo:
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idania dijo:
8
6 de noviembre de 2017
15:58:26
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