MATANZAS.-Cuando en la mañana del domingo día 10, unas horas después de la sacudida bravía del huracán Irma, José Emilio Piloto, fundador de la CTE Antonio Guiteras, se encontró con el panorama desastroso que ocasionaron las olas se llevó ambas manos a la cabeza y…
«Me dieron hasta ganas de llorar. Era un destrozo total. Las montañas de escombros cubrían toda la extensa área que separa a la unidad térmica del mar. Entonces me dije: aquí hay trabajo para dos o tres meses, pero me equivoqué».
TODO CAMBIÓ EN DOS SEMANAS
Con el deseo ávido e impaciente de sacarla del bache y conectarla lo más rápido posible al Sistema Electroenergético Nacional, operarios en representación de varios colectivos del país laboraron ininterrumpidamente en la CTE Antonio Guiteras por espacio de unos 15 días.
Fue la salvación de la planta matancera. Cientos de hombres se alzaron como uno solo contra los daños del huracán Irma, que de forma muy particular se apreciaron en la llamada casa de circulación de agua de mar, un espacio vital para el sistema de enfriamiento de la central térmica.
El esfuerzo se hizo todavía más visible poco antes de su arrancada, cuando especialistas y directivos emprendieron acciones para prevenir todas las contingencias que podían interferir en la puesta en marcha.
Aquí se ha trabajado muy duro y de forma ininterrumpida, es increíble lo que se ha hecho en tan poco tiempo, observó Reynaldo Pérez, operador de una de las retroexcavadoras.
En cuanto pasó el huracán y se supo que la Guiteras había caído en desgracia, reunieron con prontitud fuerzas de muchos lugares, y algunos hasta se reclutaron voluntariamente. Llamó la atención un grupo de jóvenes de la termoeléctrica de Santa Cruz del Norte, que por estos días renunciaron a todo pasatiempo.
«Esos muchachos son la candela, parecen buldóceres, se meten en los hoyos más difíciles y despejan con una rapidez increíble los residuos arrastrados por las olas», reconoció uno de los directivos de la CTE.
Son estudiantes del curso de soldadura y mecánica, según informó Frank Hernández Rodríguez, director general de la UEB de Santa Cruz del Norte. Para ellos esto ha sido una prueba de fuego. Vinieron 25 y desde el primer día se batieron en las labores de limpieza, que resultaron de las más complejas por el gran nivel de escombros; ninguno se rajó, lo cual demuestra que están aptos para continuar, reconoció el experimentado termoeléctrico.
Dijo además que si en el espacio de dos semanas todo cambió, si se pudo hacer tanto, fue gracias a la armonía entre las fuerzas participantes. Sé que no es el único lugar del país donde han trabajado bien, pero lo realizado aquí despierta verdaderos sentimientos de admiración, significó. «Esto va a quedar mejor que como estaba».
Con el mismo tesón laboraron los trabajadores de la Empresa de Mantenimiento a Centrales Eléctricas. Algo más de 400 operarios de esta entidad participaron de la recuperación, sobre todo paileros y soldadores, así como mecánicos de turbina y de equipos auxiliares.
Nunca nos habíamos enfrentado a un fenómeno de esa magnitud, de un nivel de desastre tan grande. Por eso pienso que lo realizado aquí es una proeza de todos y pone de manifiesto el espíritu de los cubanos ante las dificultades, comentó Jesús Valdés Piloto, director general de dicha entidad.
Una evaluación similar hizo Antonio Pernas Rodríguez, al frente de la Unión Nacional de Materias Primas. Fuimos los primeros en llegar. Esto estaba feo, los escombros tapiaban toda el área de la casa de circulación de agua. Hasta la fecha hemos sacado más de 130 toneladas de chatarra de acero y unas dos rastras de recortes de cabilla, comentó tras asegurar que el mes de septiembre del 2017 quedará como una fecha decisiva en la historia de la Guiteras.
TRABAJO EN EQUIPO
A la menor ocasión, cada vez que te acercas a un directivo o sencillamente a cualquier autoridad de visita en la planta, todos cubren de elogios a los participantes en la recuperación. Nadie oculta las simpatías por las personas gracias a las cuales la CTE recobró su estado habitual.
Supimos que aún en las jornadas más exigentes los obreros, jóvenes y menos jóvenes, hallaron nuevos ánimos y volvieron a alzar la cabeza, sin prestar atención a nada ni tener en cuenta los miles de metros cúbicos de escombros que arrastrados por las olas cubrían el área externa de la unidad generadora.
Una curiosa exhibición del esfuerzo humano, pudiera decirse. Por otro lado, no hay datos precisos pero los recursos en esta primera etapa de la recuperación debieron ser cuantiosos.
A la cabeza de la gente estuvo todo el tiempo Rubén Campos Olmo, director del bloque. Los obreros hablan maravillas sobre él. «Siempre se le ve en overol y a pie de obra, codo a codo con sus trabajadores», comentó uno de los operadores químicos del bloque. «Desde que pasó el huracán apenas ha descansado de verdad», agregó.
Pero Campos Olmo, sin alardes de inmodestia, insiste en que el resultado obedece al trabajo en equipo, al aporte de todos los que se involucraron.
Y está en lo cierto, la complejidad de la tarea supuso el aprovechamiento al máximo del conocimiento y experiencia de cada uno de los especialistas presentes y de la multitud de obreros que asumieron básicamente las labores de limpieza.
Tampoco se equivocó cuando en el momento de mayor cúmulo de trabajo, todavía sin ver una luz al final del túnel, aseguró: lo vamos a lograr. Y efectivamente, no todo salió a pedir de boca, hubo que imponerse a no pocos obstáculos, pero lo lograron.
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juan depestre dijo:
1
28 de septiembre de 2017
01:09:21
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