Los Bajos de Santa Ana están prácticamente metidos en el mar. Ubicado al oeste de la capital cubana, el pequeño poblado, perteneciente al municipio de Playa, libra cada cierto tiempo una batalla perenne con las aguas del Caribe, que avanzan bravas hasta 200 metros dentro de la localidad.
Con el huracán Irma transitando por la zona norte de la región central del país, los Bajos de Santa Ana es uno de los sitios donde se extreman las precauciones por el riesgo enorme de penetraciones del mar, las cuales comenzaron en las primeras horas de la tarde de este sábado.
Pero si los vientos de Irma soplan a más de 200 kilómetros y las olas que provoca se elevan hasta los seis o siete metros, el mecanismo de protección al pueblo cubano en situaciones de catástrofe también se mueve como un potente huracán, y carga con la responsabilidad de mantener a salvo las vidas y los bienes de la economía.
«Desde temprano en la madrugada hemos evacuando toda la zona, pues se trata de una de las más bajas en el municipio. Teniendo en cuenta los fuertes vientos, el peligro de penetración del mar está latente, y ya en algunos lugares se puede ver el agua en las calles», explica a Granma Luidmila Álamo Dueñas, presidenta del Consejo Municipal de Defensa en Playa.
Desde los Bajos de Santa Ana, al filo de las tres de la tarde de este sábado, se podían observar olas de hasta cuatro metros, las cuales habían penetrado en distintos puntos. «Aquí siempre se corre el riesgo de inundación, no solo con un huracán, sino también con temporales lluviosos, frentes fríos y otros fenómenos meteorológicos. Debido a esto, la población tiene experiencia y sabe que lo implica que el mar camine metros y metros.
«La mayoría no duda en buscar refugio en casa de familiares, amigos o en los centros de evacuación, y nosotros siempre inspeccionamos el lugar para que no quede nadie atrás y no haya que lamentar pérdidas humanas», añade Álamo Dueñas.
Todavía en la tarde del sábado quedaban algunos vecinos en el poblado, la mayoría sacando sus pertenencias, a sabiendas de que en horas de la noche los Bajos de Santa Ana vivirán el escenario más complejo por la pleamar y el acercamiento de Irma, combinación que provocará penetraciones del mar hasta la calle 3ra., alrededor de 200 metros dentro de la localidad.
«Lo primero siempre ha sido proteger a las personas, siempre hemos tenido buena atención de las autoridades, que vienen y están pendientes de la evacuación, porque aquí uno no se puede quedar. Ellos vinieron desde ayer por la noche y les dije que sí, que nos íbamos a evacuar, pero primero tenía que sacar las herramientas y una sierra de carpintero, porque si se me moja, se jode», relata Dionisio Rodríguez, un hombre que pasa los 60 años.
Mulato, de fuerte complexión física, vestido con una camisa de cuadros y una gorra azul deshilachada, Dionisio rescata también algunos objetos de la familia, que en estos momentos se encuentra en Camagüey, por donde Irma causó enormes estragos. «Esto era de uno de mis hermanos, que murió el pasado 12 de enero, y ahora está el otro, pero anda lejos con la sobrina y yo le recojo todo, porque imagínate, la construcción ha aguantado desde 1932 y no sé hasta cuándo siga en pie».
La casa donde Dionisio recoge algunos bártulos es de madera, pintada de verde, muy antigua, ubicada a la orilla del mar y protegida por un tímido muro de concreto que no se levanta más de un metro del piso. Sin embargo, incólume, ha resistido la furia del mar durante más de medio siglo. «En otras ocasiones las inundaciones se han llevado varias viviendas, una al lado de la agencia de pasajes y otras a unas cuadras de aquí, que yo recuerde. Pero esta casa, en no sé cuántos temporales, siempre ha resistido, lo que ahora, si el ciclón pasa cerca, creo destruye todo».



















COMENTAR
IleanaQP dijo:
1
10 de septiembre de 2017
09:32:25
Responder comentario