ARTEMISA.–¿A quién no le gusta disfrutar de un buen «potaje» –como dicen muchos– o degustar un tamal en cazuela, un sabroso caldo, unas exquisitas frituras u otras variantes culinarias que se obtienen del maíz?
Más allá de la comercialización, tan determinante para hacer llegar estos productos a la mesa, un grupo de profesionales se centra en investigaciones relacionadas con los granos, de lo cual depende en gran medida su calidad, a partir de las variedades obtenidas.
Como centro rector de este tipo de análisis en Cuba, el Instituto de Investigaciones de Granos (II Granos) consolida su actuar y por primera vez participa en proyectos internacionales enfocados en el frijol y el maíz, pues siempre la avanzada en ese sentido se ha dirigido hacia el arroz.
CAPACITACIÓN Y APRENDIZAJE GARANTIZAN RESULTADOS
Hace alrededor de cuatro décadas que Benito Faure comenzó a conocer mucho más sobre el frijol, como parte de un equipo perteneciente al Instituto de Investigaciones Hortícolas Liliana Dimitrova. «Con la reorganización de esos estudios en el país, pasamos al II Granos en el 2010, y continué esa labor».
«Dos especialistas de frijol y uno de maíz, emprendimos la capacitación del personal, tanto en la sede principal, ubicada en Bauta, como en otras provincias. Comenzamos a potenciar, además, expertos en soya, sorgo y en oleaginosas (maní, ajonjolí y girasol)», señala.
Como investigador del programa de mejoramiento genético del frijol común, asegura que disponen de una colección activa de trabajo con más de 30 variedades comerciales, otras precomerciales y líneas.
«El programa tiene la responsabilidad de realizar el mejoramiento genético a partir de germoplasmas de introducción; evaluar las líneas y derivar en variedades precomerciales y que lleguen a convertirse en comerciales, dirigidas a la producción, y sean superiores a las que ya tenemos».
Según Enrique Suárez, jefe del grupo de mejoramiento genético, «aproximadamente en el 2012 se hizo la primera liberación de variedades en el instituto (dos de frijol negro, una de rojo y una de blanco), se distribuyó la semilla en el país y ha sido de gran aceptación entre los productores». Mientras, hace dos años liberaron una de negro, dos de rojo, y una de blanco.
«Posteriormente se comenzó la producción de semillas y ahora es que se generaliza. A partir del comienzo de la campaña de siembra en septiembre, se hará la distribución», asevera y precisa que «quienes contratan la producción de frijol tienen gran aceptación de nuevas variedades».
NECESIDAD QUE ABRIÓ PASO A OTRAS OPORTUNIDADES
A partir de una necesidad del centro, se empezó a trabajar en un primer proyecto relacionado con la obtención de híbridos y variedades de maíz.
«Como resultado, logramos generar dos nuevas variedades, con excelentes características agronómicas y buen rendimiento. En este momento son precomerciales y están avaladas en 17 localidades del país, entre estas Bauta.
Próximamente integrarán el registro oficial de variedades para generalizarse en el 2018, aunque ya está autorizada su comercialización», afirma Eduardo Rodríguez, especialista de mejoramiento genético de este cultivo.
Como continuidad de este proyecto se encuentran inmersos en la «obtención de nuevos híbridos de maíz que ofrecerán un rendimiento muy superior a las variedades, y características agronómicas que permitan la utilización de altas densidades de siembra», agrega.
Insiste en que «el maíz es un cultivo con una demanda alta, 800 000 toneladas anuales, y el país aún está lejos de suplir esas necesidades, por lo cual el instituto se encuentra enfrascado en seguir trabajando en mejorar los rendimientos del cultivo, principalmente a partir del uso correcto de las tecnologías y la introducción de nuevos híbridos y variedades».
PROYECTOS QUE FAVORECEN EL DESARROLLO
Este año el instituto tiene 23 proyectos de investigación y desarrollo, diez servicios científico técnicos (en su mayoría a empresas agroindustriales de granos) y 19 generalizaciones, lo cual implica impactos económicos, ambientales y científicos.
Además, lidera varios proyectos internacionales: trabaja en uno con Japón, encaminado al mejoramiento del sistema de extensionismo agrario para la producción de granos básicos en Cuba, que le da continuidad a las acciones de colaboración sostenidas hasta el momento.
«Comprende la producción de arroz, frijol y maíz, y abarca ocho provincias y el municipio especial Isla de la Juventud.
Tiene un fuerte componente de capacitación y de áreas demostrativas con equipamiento japonés empleado con anterioridad», expresa Violeta Puldón, la directora de Investigaciones.
En tanto, el centro labora en otro con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) dirigido a «fortalecer los vínculos entre los sistemas de protección social y las cadenas de valor agrícola».
«En ese caso se trabaja con un frijol biofortificado (con mayor contenido de hierro y zinc), de modo que incida en la nutrición. Se inició este año y tiene influencia en algunos círculos infantiles, escuelas primarias y politécnicos agrícolas, de la zona oriental (Guantánamo, Las Tunas, Granma y Holguín); recientemente se sumó Pinar del Río».
Por otra parte, en cooperación con Vietnam se enfoca en el desarrollo de los cultivos de maíz y leguminosas; dispone de expertos vietnamitas en el asesoramiento. Se encuentra además en otros dos proyectos, que son liderados por el grupo agrícola.
De esa forma, potenciando la realización de investigaciones, el aprovechamiento de los resultados, y enfrascados en diferentes tareas, los trabajadores del II Granos contribuyen a la sustitución de importaciones y al incremento de la productividad en esta materia.



















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Jorge Luis dijo:
1
5 de septiembre de 2017
00:19:01
Carlos Alberto dijo:
2
5 de septiembre de 2017
05:41:16
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