ARTEMISA.–En un intento de atrapar cada instante, alberga momentos que trascendieron a la historia y que se perpetúan desde la belleza de un mural, una imagen o de la mano de quienes cuidan celosamente de este sitio sagrado que ayudan a descubrir al visitante.
Como fiel compañía de aquellos que llegan por primera vez o quienes deciden repetir la visita, el Mausoleo a los Mártires de Artemisa no solo se erige como el recinto mortuorio de los jóvenes del terruño que participaron en la gesta del Moncada, sino que atesora páginas que enorgullecen a los hijos de este pueblo y mantiene un estrecho vínculo con la comunidad en la cual está enclavado.
Justo desde el lugar que partieron un 24 de julio algunos de los integrantes de este grupo de avanzada a su cita con la historia, nació el conjunto arquitectónico, en el conocido barrio de La Matilde, a petición de familiares de los mártires y de combatientes que sobrevivieron a la acción, y como resultado del ingenio de los arquitectos Augusto Rivero, Marcial Díaz y Dolores Espinosa, que unieron su destreza a la de un equipo multidisciplinario.
Desde el pasado primero de abril cerró sus puertas al público –y abrirá nuevamente este 16 de julio- al ser objeto de un mantenimiento que incluye la
restauración del vitral del Cubo de la Victoria, asumida por el artista Vladimir Llorente.
Se ha ejecutado además el levantamiento de tierra para la impermeabilización del túnel, la limpieza de los pozos absorbentes ubicados en el área del monumento central, el pulido de la lápida, los pisos de la sala mortuoria y los del museo y el edificio socioadministrativo, así como trabajos de jardinería, y la rehabilitación de las redes sanitarias, hidráulicas y eléctricas.
Este espacio, donde confluyen arquitectura, escultura mural, montaje museográfico, trabajo en vitral y fotografía, fue declarado monumento nacional tras una década de su fundación, y en el año 2000, luego de una reparación capital, volvió a la marcha con un nuevo panteón -en el que intervino el arquitecto Eduardo Suero-, donde descansan los restos de moncadistas que han pasado a la eternidad después del triunfo revolucionario.
Como escribiera Fidel en La historia me absolverá y que quedó perpetuado en su entrada: «Mis compañeros, además, no están ni olvidados ni muertos: viven hoy más que nunca y sus matadores han de ver aterrorizados cómo surge de sus cadáveres heroicos el espectro victorioso de sus ideas».
(Con la colaboración de Mabel Martínez Deulofeu, directora del Mausoleo)

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