ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Archivo

«Dominicano de nacimiento, cubano de corazón», era la expresión de José Martí cuando, al referirse al general Máximo Gómez, reconocía la historia de un hombre comprometido con los destinos políticos de la Cuba colonial. Aquel joven amante del baile, la buena música, la poesía y de todo su entorno natal banilejo, decidió enrolarse en un proceso de liberación que lo llevó a convertirse, según sus propias palabras, en «revolucionario radical». Desde entonces luchaba, no por sostener los intereses de un caudillo militar en busca del poder político, sino por un ideal consistente en «cambiar cosas y hombres viejos, por cosas y hombres nuevos».

Los contemporáneos del Generalísimo, (fallecido el 17 de junio de 1905) más allá del lugar de nacimiento, ponderaron su entrega incondicional a la independencia de la colonia hispana, su amor por Cuba y los cubanos. Pero ni siquiera los que menos compartían los métodos disciplinarios y la concepción de la guerra del estratega militar, apelaron a su nacionalidad dominicana para descalificar o explicar algún comportamiento tildado de errado, tanto en la guerra como en la paz.

Sin embargo, en ocasiones leemos o escuchamos por los medios de divulgación que Máximo Gómez no se inmiscuyó en los asuntos internos de Cuba tras el cese del conflicto colonial a causa de su «complejo de extranjero». En días recientes, en un programa de alta teleaudiencia, dedicado en esa ocasión a los símbolos patrios, se llegó al extremo de advertir que una vez muerto Martí y Maceo solo quedaba Gómez para contrarrestar las imposiciones imperiales y evitar el establecimiento de una república mediatizada, pero… «él no era cubano».  

Con esa frase precipitada se borraba, en segundos, toda una historia. La historia del líder cuyo nombre estuvo asociado a las acciones armadas más importantes del ciclo revolucionario, tanto en la Guerra de los Diez Años como en la contienda del 95. En ese esfuerzo, el propio estratega declaró con certeza y sensibilidad meridiana: «Nadie puede citar un día en que se me haya encontrado fuera de mi puesto; he sido siempre el soldado más obediente y sumiso sin que haya proporcionado a la patria un momento de disgusto y trastorno».

Los conflictos personales fueron subordinados en todo momento al ideal independentista. Cuando Martí viajó a República Dominicana, en 1892, a ofrecerle el cargo de General en Jefe del Ejército Libertador, algunos emigrados consideraron fracasada de antemano la misión. Alegaban que Gómez, de seguro, le guardaría recelos al joven revolucionario, a causa de su separación del Programa de San Pedro Sula en 1884. Pronto, el veterano de la Guerra Grande descartó los rumores, cuando en carta dirigida al general Serafín Sánchez expuso: «Porque Martí y yo somos dos átomos ante la grande idea de la redención de un pueblo y por la cual ambos nos encontramos fuertemente interesados. Cuando los hombres somos afines en sentimientos, el engranaje es un hecho, los pequeños estorbos, de forma o de carácter, esos se allanan con el roce».

Una vez más se despide de su familia, deja atrás un hogar en el que rondaba la miseria, las enfermedades y hasta la muerte, para enrolarse en el movimiento independentista cubano que estalla en 1895. En la nueva contienda lo anima, tanto la anhelada unidad alcanzada por el delegado Martí, como la oposición de importantes sectores y grupos de las «clases privilegiadas» o los «favorecidos de la fortuna» al ideal independentista: «Nos dejan solos. Ahí está mi fe, porque todas las revoluciones que hacen los pueblos son las que principian por hacer temblar y concluyen con el triunfo. Sólo el proletario tiene corazón bastante para llegar, donde quiera y por cualquier camino».

Nadie duda de la genialidad de Gómez como estratega y del valor con el que recorrió los intrincados montes en busca del «Ayacucho cubano». La audacia e intrepidez sin límites. La Campaña Circular, en Camagüey, la Lanzadera, en La Habana, hasta llegar a La Reforma, en Las Villas. Un ejército colonial muy superior en hombres y armamentos tras sus pasos y la muerte siempre al acecho.

Bastaría tener en cuenta esa hoja de servicio durante 30 años de lucha para que cualquier enjuiciamiento acerca de las proyecciones políticas del Generalísimo, luego de concluido el conflicto colonial, evite recaer en el lugar común de su nacionalidad. No se trata tampoco de apelar a justificaciones o apologías innecesarias, sino de conocer ante todo cuál fue el proceder de la figura histórica y entenderlo dentro de las alternativas políticas posibles en los albores del siglo XX.

Cómo entender los proyectos de Gómez para la creación de las Milicias Cubanas y la reconstrucción económica del país, las gestiones realizadas con las autoridades interventoras y posteriormente con los alcaldes electos en las diferentes municipalidades, orientadas a lograr la colocación de figuras procedentes del campo independentista en los destinos públicos del país, si partimos de que asumió una postura pasiva debido al hecho de no considerarse cubano. Cómo explicarnos su oposición pública a que los miembros del Partido Unión Democrática, integrado, en parte, por antiguos autonomistas, contrarios a la revolución, asistieran a los comicios municipales, las proclamas y consejos al pueblo cubano sobre las condiciones morales que debían acompañar a los representantes electos para la asamblea constituyente de 1901, así como su posición activa en las elecciones generales, si advertimos que una vez concluida la guerra el Generalísimo se consideró removido de cualquier deber con los destinos de la nación cubana.

La consulta de cientos de documentos en su archivo personal, en su mayoría inéditos, permiten ahondar en ese quehacer posbélico. Baste mencionar la misiva que le dirigiera al general Francisco Carrillo el 30 de agosto de 1900, a modo de síntesis de su accionar político: «[…] me he puesto de pie firme, con Espada en mano, a las puertas del templo sagrado de las libertades cubanas, para impedir que se introduzcan en él los mercaderes de oficio».

En todos los casos, estas y otras líneas de acción desplegadas por el estratega entre 1899 y 1902, e incluso en los primeros años republicanos, entrañaron asuntos delicados en la vida política del país. Es decir, el Generalísimo ni se marchó del país como simple «extranjero», ni renunció a inmiscuirse en su política. De hecho, la muerte le sorprendió enfrascado en deshacer la campaña reeleccionista del presidente Tomás Estrada Palma entre 1904 y mediados de 1905.

Más bien lo que cambiaron fueron los métodos y estos estuvieron acordes con la realidad convulsa del contexto poscolonial y las posibilidades de acción política de la época en que debió emerger y consolidarse el estado nacional cubano.

Quizá el espacio televisivo, al que me refería al inicio, retome la importancia de los símbolos patrios, pero al hacerlo incluya el papel del Máximo Gómez como gestor y defensor de la simbología asociada a las luchas independentistas, en tanto componente crucial en la preservación de la identidad del cubano. De ser así, los televidentes tendrían la oportunidad de escuchar lecciones delineadas para todos los tiempos, como las siguientes expuestas al patriota puertorriqueño Sotero Figueroa, en octubre de 1901, en plena ocupación militar extranjera:

«El triste pasado ya lo conocemos, y en el presente abierto tenemos el libro de nuestras tristezas para leerlo. Lo que tenemos que estudiar con profundísima atención, es la manera de salvar lo mucho que aún nos queda de la Revolución redentora, su Historia y su Bandera.

«De no hacerlo así, llegará un día en que perdido hasta el idioma, nuestros hijos, sin que se les pueda culpar, apenas leerán algún viejo pergamino que les caiga a la mano, en el que se relaten las proezas de las pasadas generaciones, y esas, de seguro les han de inspirar poco interés, sugestionados como han de sentirse por el espíritu yankee.

«Aún nosotros mismos tenemos que hacer grandes esfuerzos –por más que usted oiga en estos momentos las palpitaciones de patriotismo ardientes– por ser siempre cubanos».

Llegado ese día, quienes disfrutamos ese programa de seguro estaremos más admirados ante nuestra historia, héroes y mártires, sobre todo cuando se trate de los símbolos patrios, los que urge defender, hoy y siempre, con inteligencia.


*Vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba


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Miguel Angel dijo:

1

17 de junio de 2017

03:43:23


Excelente artículo periodístico, destacando los valores q distinguieron al Generalísimo Máximo Gómez Báez como un revolucionario consecuente, un patriota inclaudicable, un estratega militar de grandes dimensiones, poseedor de un pensamiento político avanzado. Gloria eterna Al Generalísimo Máximo Gómez Báez!!!!

JJRA dijo:

2

17 de junio de 2017

07:54:48


Decir que el Generalísimo del Ejército Libertador cubano "no era cubano ..." es para ponernos a pensar o que se es un mediocre o un indigente intelectual hablando de la Historia sagrada de la Patria, o que se es partidario y esclavo de la visión burguesa y anti-martiana de la Historia. ¿Qué habría pasado si por un giro circunstancial de los acontecimientos, al Comandante Ernesto Guevara le hubiera tocado estar al frente de los máximos cargos políticos y militares del país? Claro, "el Che no era cubano". Hay que conocer la Historia de América y del papel de sus Libertadores. ¡Qué barbaridad!

Ronald Respondió:


17 de junio de 2017

09:49:19

Pare ahi usted el carro, las cosas como son, no se a dicho nada de malo, Maximo Gomez no era cubano asi como tampoco lo era el che, o garibaldi o muchos otros que dieron todo lo que tenian y lo que no por causas que no eran de ellos. Lo cual no significa que no sean menos. Tanto guevara como Gomez, estan en la memoria de todos los cubanos como 2 pedasos de compatriotas aunque no hallan nacido en este pais lo dieron todo por el. Es igual que el dicho que no es el padre quien enjendra sino el que cuida y enseña pues asi mismo. Pero esta correcto cuando se dice que Maximo y Ernesto Guevara no son cubanos. Sim embargo lo son de corazon y nada mas.

Robier Reyes dijo:

3

17 de junio de 2017

09:02:13


Muy bien para mi el hombre mas grande que dio cuba a pesar de no ser cubano . su grandeza será eterna Robier de Tampa

Yor dijo:

4

17 de junio de 2017

10:35:37


Porque nunca se habla de que fue el Generalísimo el que iso la bandera cubana el 20 de mayo de 1902 en el morro fue la primera ves que nuestra enseña Nacional ondea a libre el cielo cubano y recordar que el presidente Estrada Palma era general del Ejército Libertador y el segundo hombre del PTC después de marti

Nani dijo:

5

17 de junio de 2017

11:24:17


Gomez el mas grande de nuestro generales y Manana el simbolo imprecedero de la mujer cubana, son cubanos y menospreciar que ambos parieron nuestra historia es como negar a Marti.

Andrès Senciòn Villalona dijo:

6

17 de junio de 2017

11:40:50


Inmenso en la guerra y en la paz, fue Gòmez. Su dignidad nunca tuvo precio; parece que desde un principio y sin equivocarse; eso lo observò El Apòstol. Andrès Senciòn V. Rep. Dom.

Raul Simón dijo:

7

17 de junio de 2017

12:45:21


Magnífico artículo. Yo solo le agregaría su llamado a los cubanos patriotas a unirse en un solo partido que tuviera como programa "El Manifiesto de Montecristi" Escribió Gómez “HOY NO PUEDE HABER MÁS QUE UN SOLO PARTIDO EN CUBA, CON UN SOLO OBJETIVO: COLOCAR EN SU PUESTO OFICIAL –EN QUE NO ESTÁ- LA BANDERA, …. Y CON EL MANIFIESTO DE MONTECRISTI EN LA MENTE Y EL CORAZÓN” y esto lo escribió en Comunicado al pueblo cubano 5.6.99. En esas condiciones enarboló la bandera de la unidad que mantiene toda su vigencia en la actualidad. Felicitó al autor de tan valioso trabajo.

Yamiley dijo:

8

18 de junio de 2017

03:49:40


Durante mis vacaciones.visite la casa de máximo Gómez en la Habana,es de lástima ver el deterioro del inmueble así como de su monumento.a kien fue el principal estratega militar de nuestra guerra de independencia.en unos años no podremos mostrar a nuestros nietos parte de nuestra historia donde además murió este hombre.me dio mucha lástima ver el estado del lugar y la poca atención.

CARLOS RAMÓN LÓPEZ TORRES dijo:

9

18 de junio de 2017

10:42:09


FELICIDADES COMPAÑERO, POR TAN MAGNÍFICO ARTÍCULO.....

Miguel Angel dijo:

10

18 de junio de 2017

12:54:53


Sr Yor, disculpe Ud, pero este hecho q Ud refiere está escrito en documentos, libros, etc, por qué no mencionar el hecho?, fue una deferencia especial con Gómez, también fue un gesto hipócrita de populismo por parte de los yanquis, el Generalísimo era la persona más indicada, por su elevado prestigio, reconocido por cubanos y españoles, quien estaba muy disgustado y decepcionado con el surgimiento de una República con una Enmienda Platt q la subordinaba al imperio yanqui. Aceptó la invitación por caballerosidad y respeto a la solicitud de antiguos compañeros de lucha. El gobernador norteamericano Leonard Wood ordenó que en ese día ondeara en el Morro, por vez primera, la bandera cubana. Estrada Palma se convirtió en candidato a las primeras elecciones cubanas en las cuales tendría como oponente al Mayor General del Ejército Libertador cubano y último presidente de la República en Armas, Bartolomé Masó, patriota q se mantuvo siempre en una posición muy digna, en contra de la enmienda Platt y la tutela yanqui. Estrada Palma expuso su programa de gobierno, en el que se plasmaba su disposición a una relación íntima con Estados Unidos y alertaba sobre la necesidad de interpretar de forma favorable la Enmienda Platt y de establecer un tratado de reciprocidad comercial con la nación norteña, mientras en asuntos de economía doméstica apuntaba hacia una austeridad extrema. Ante la falta de garantías electorales y el apoyo incondicional de los yanquis a Estrada, el General Masó optó por el retraimiento y Estrada Palma ganó sin oposición. En definitiva Estrada Palma fue un pelele de los yanquis, desarrolló un programa antipopular, racista, de sumisión al imperio yanqui, tal fue así, q intentó la reelección, que desencadenó una gran crisis socio-política en la nación, repudio de la población, la cual produjo la intervención norteamericana para intentar encontrar una solución pacífica, pero al no producirse esta conllevó a la renuncia de Estrada Palma y el establecimiento por segunda vez de un gobierno impuesto por los Estados Unidos con el abogado y diplomático de ese país Charles Edward Magoon al frente del mismo. Esta es su triste historia como primer magistrado electo de la seudo República. Hay q contar la historia completa, fue un General de la Guerra de Independencia q traicionó la línea política del PRC, de Martí, de Maceo y de otros destacados patriotas. La traición y el oportunismo siempre ha existido en todos los movimientos revolucionarios, Estrada Palma es un fiel ejemplo. Otro ejemplo típico de traición a la causa de Cuba fue Gerardo Machado y Morales, participó en la Guerra de Independencia cubana de 1895-98, alcanzando el grado de general del ejército mambí, fue elegido presidente de la República convirtiéndose en un sátrapa, dictador, explotador, pro yanqui y asesino q Martínez Villena denominó "asno con garras.

Roberto Gomez dijo:

11

18 de junio de 2017

16:02:25


Gran reportage con detalles historicos sore la trajectoria de MAXIMO GOMEZ BAEZ reconciendo a un Dominicano con su Espiritu Revolucionario su entrega total para liberar Naciones del Caribe y Centro America logrando su Soberana independencias. Sus disciplinadas Tropas fueron de las primeras en utilizar tacticas de guerrillas para sorprender al enemigo y vencerlos con cargas de caballeria con el Machete como Arma causando panico al enemigo, gestas aprendidas con otro Gran libertador Dominicano General Modesto Diaz . Estos Heroes fueron de los primeros Lideres Revolucionarios que cruzaron Fronteras de Otros Paises Por la Libertad de sus Pueblos. Esa es la parte Importante de estos Dos Heroes y Caudillos Dominicanos Internacionales. Como lo Fue El Che.