Bajo los augurios de tener una actividad en el rango de lo normal al esperarse la formación de diez organismos tropicales con nombre en toda nuestra área geográfica de interés, comprendida por el Atlántico tropical, el Golfo de México y el mar Caribe, la temporada ciclónica del 2017 comienza de manera oficial el jueves primero de junio.
Esta tiene la peculiaridad de que como ya hubo un sistema extemporáneo en el mes de abril (la tormenta tropical Arlene), el primero en surgir se llamaría Bret. La lista de nombres a utilizar en el presente año aprobada por el Comité de Huracanes de la IV Región de la Organización Meteorológica Mundial, a la que Cuba pertenece, la completan Cindy, Don, Emily, Franklin, Gert, Harvey, Irma, José, Katia, Lee, Maria, Nate, Ophelia, Philippe, Rina, Sean, Tammy, Vince y Whitney.
Como plantea el Doctor en Ciencias Ramón Pérez Suárez, investigador del Centro del Clima del Instituto de Meteorología, ciclón tropical (CT) es un término genérico utilizado para referirse a los centros de bajas presiones que aparecen sobre las aguas marinas de la zona tropical o subtropical, alrededor de los cuales el viento gira en sentido contrario a las manecillas del reloj en el hemisferio norte.
Suelen tener asociados una extensa área de nublados con lluvias, chubascos y tormentas eléctricas, incluso tornados, y abarcan hasta 800 kilómetros o más en casos excepcionales. Por eso la influencia de los efectos no queda ceñida al punto de localización de la región central señalado en el mapa.
Tomando en cuenta la velocidad de los vientos máximos sostenidos promediados en un minuto, los CT se clasifican en depresión tropical cuando son inferiores a 63 kilómetros por hora; tormenta tropical de 63 a 118 km/h, y huracanes si son iguales o superiores a los 119 km/h.
Para el caso específico de los huracanes existe la llamada escala Saffir-Simpson que los divide en cinco categorías. Conforman la categoría 1 aquellos con vientos máximos sostenidos de 119 a 153 km/h, categoría 2, de 154 a 177, categoría 3 entre 178 y 208, 4 de 209 a 251 y 5 a partir de los 252 km/h. Se consideran intensos de la 3 en adelante.
De acuerdo con el criterio de muchos meteorólogos existen al menos tres condiciones básicas que favorecen el surgimiento y desarrollo de los ciclones. Son estos la persistencia durante varios días consecutivos de un área de disturbio o mal tiempo, que la temperatura del mar tenga valores de 26,5 grados Celsius o más y el predominio de vientos débiles y sin cambios notables de dirección y velocidad en la atmósfera superior (baja cizalladura vertical).
Generalmente pierden fuerza con rapidez al entrar en tierra firme al privarse de la energía que les brindan las aguas oceánicas y a causa del efecto de fricción del viento sobre la topografía del terreno, más acentuado si se desplazan por zonas montañosas.
En los últimos tiempos ha ganado credibilidad el concepto de que el polvo del Sahara constituye un factor adverso a la formación de los CT en la cuenca del Atlántico tropical.
Según la opinión autorizada del Doctor en Ciencias Físicas Eugenio Mojena, reconocido estudioso del tema en nuestro país, las nubes de polvo constituyen una masa de aire caliente y seco con bajos valores de humedad relativa, que disminuyen la temperatura superficial del mar e incrementan la cizalladura vertical del viento. Tal ambiente es sumamente hostil para el surgimiento e intensificación de estos fenómenos naturales, indicó.
Asimismo, la presencia del evento ENOS (El Niño/Oscilación del Sur) tiende a deprimir también la actividad ciclónica en la cuenca del Atlántico tropical, al propiciar la persistencia de fuertes vientos del oeste en la atmósfera superior que impiden que la energía del sistema pueda concentrarse en la altura, debilitándolo.
Hasta la primera decena de mayo varios modelos sugerían la posibilidad del desarrollo de un nuevo ENOS durante el segundo semestre del año. El comportamiento de la temporada ciclónica sobre todo en el trimestre agosto, septiembre y octubre, dependerá en buena medida de que aparezca o no el bien llamado «Niño diabólico del clima».
Resulta conveniente señalar que los modelos estacionales referidos a predecir el probable número esperado de CT tienen el valor científico de ofrecer una visión aproximada de cuántos organismos pueden surgir, pero aún distan de ser útiles en el trabajo operativo de los meteorólogos al no tener la capacidad de plantear con antelación en qué fecha y por qué lugar específico pasarán.
Más allá de la cantidad de ciclones que pueda haber en toda la cuenca del Atlántico tropical, lo imprescindible radica en estar preparados y trabajar de manera constante y oportuna en la reducción de vulnerabilidades. Seamos previsores.
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pedro naranjo machado dijo:
1
31 de mayo de 2017
08:33:49
Prudencio dijo:
2
31 de mayo de 2017
11:05:03
eduardo dijo:
3
31 de mayo de 2017
14:13:27
kAREN dijo:
4
1 de junio de 2017
06:32:33
YOANDRY dijo:
5
1 de junio de 2017
11:56:15
Por favor, recuerden que existe una importante Avenida dijo:
6
1 de junio de 2017
15:20:38
Pendiente por Años Respondió:
2 de junio de 2017
10:54:45
muchos operarios y muy pocos recursos dijo:
7
1 de junio de 2017
15:23:12
Pablo dijo:
8
2 de junio de 2017
22:09:38
YOANDRY Respondió:
6 de junio de 2017
09:49:59
Rogelio dijo:
9
8 de junio de 2017
15:34:34
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