A veces culpamos a otros. A los que no supieron cómo proceder. O a los trámites burocráticos. Al desconocimiento. Y es cierto, todo eso puede suceder, pero cuando se emprende algo nuevo, diferente, como las cooperativas no agropecuarias (CNA) se corre el riesgo de equivocarse, de no haber previsto todos los contras, de no anticipar las necesidades que esta personalidad jurídica demanda para autofinanciarse y no caer en deudas, ni carencias.
No existe un ejemplo tan revelador como las cooperativas de la gastronomía, debido probablemente a que de las 397 CNA que se encuentran funcionando hoy, el 62 % están vinculadas al sector del comercio y los servicios.
La respuesta pudiera encontrarse también en que 291 unidades estatales del Ministerio del Comercio Interior (Mincin) pasaron a gestionarse de forma cooperativa durante el 2016. Y aunque la expectativa del cambio nos decía que el rostro de estos establecimientos iba a ser mejor –algunos totalmente descomercializados y en deplorable estado arquitectónico–, a la par de un mayor número de acciones constructivas en algunos locales y una calidad de ofertas superiores, no han faltado tampoco las zozobras y las malas gestiones.
Tal y como expresó Grisel Tristá, miembro de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, durante el Primer Taller Nacional de las CNA que se efectuó a principios de este año, resulta necesario entonces validar los principios y resultados de las cooperativas, sus normas de actuación y la forma en que aprenden a gestionarse.

«Durante el 7mo. Congreso del Partido se ratificó la necesidad de avanzar en el experimento de las CNA, en función de qué podíamos hacer en el camino de la actualización del modelo económico, para insertar esta figura de gestión no estatal dentro de un escenario en constante evolución».
En Cuba, precisó, están sucediendo un grupo de transformaciones macroeconómicas profundas: en el sistema tributario, de precio y de relaciones financieras, en la organización de las estructuras del gobierno, en la separación de las funciones estatales, en el nuevo código de trabajo…, y este ente, totalmente empresarial, nace con tales precedentes. «Eso, precisamente, es lo que se está experimentando, el funcionamiento de este grupo de 498 cooperativas no agropecuarias (total de CNA aprobadas en el 2014 por el Consejo de Ministros), que se constituyen en sectores bien definidos y tienen un alto impacto en la población».
«Debemos comprender, por otra parte, que el proceso es experimental, no masivo. En otras palabras, no está parado el proceso de formación de las CNA, estamos valorando las políticas aprobadas, las normas jurídicas, las dificultades que han surgido sobre la marcha; y en ese sentido, consolidar es avanzar, no detenerse», señaló Tristá.
Sobre el carácter y funcionamiento de esta forma de gestión no estatal, Tristá apuntó que de acuerdo con la resolución 305/12, la cooperativa es una organización con fines económicos y sociales, que se constituye voluntariamente y se sustenta en el trabajo de sus socios. Tiene patrimonio propio, autonomía en la gestión, y cubre los gastos y obligaciones tributarias con sus propios ingresos.
Aunque existen desacuerdos sobre si se cumplió o no el principio de la voluntariedad en el caso de las unidades que pasaron de estatal a cooperativa, la funcionaria explicó que este requerimiento está expresado en que el trabajador es quien decide integrarse al nuevo modelo de gestión y participar directamente en la creación de la CNA. «Nadie está obligado a constituirse».
Por su parte, Vivian Hernández Torres, abogada del bufete de Consultores y Abogados Internacionales, presente también en el taller, expresó que si bien se subvalora a veces el papel de los estatutos, estos son el marco legal por el que se rige la cooperativa y definen aspectos esenciales para su funcionamiento como el objeto social, la cantidad de socios, los requisitos de ingreso, la periodicidad con que deben reunirse la asamblea, el presidente y la junta directiva, entre otros elementos.
Sin embargo, –reflexionó Hernández– ¿qué es lo que hacen las personas en muchos casos?, repetir en los estatutos lo mismo que dicen los decretos. Y estas reglas preceptivas tienen que recibir obligatoriamente aclaraciones, precisiones, para adecuar lo que dice la ley a las características propias de las cooperativas.
Otro problema es que los estatutos pueden estar bien estructurados, pero en muchas ocasiones los socios jamás han visto el reglamento. «No están conscientes de que esa es su ley».

ABASTECIMIENTO: EL TALÓN DE AQUILES
Para garantizar ese desarrollo de las cooperativas del que tanto hablaba Grisel Tristá, urge volver una vez, y todas las que sean necesarias, a las estructuras que hoy sustentan la relación entre las empresas mayoristas y las CNA, con énfasis en el sistema de abastecimiento.
También hay que mirar con detenimiento cómo fluyen esos convenios en las unidades inducidas (aquellas que pasaron de estatal a cooperativas), pues muy diferente es el escenario para un establecimiento que hasta hace apenas un año funcionaba estatalmente y ahora es cooperativa, respecto a El Biky que, anteriormente era un local arrendado por trabajadores por cuenta propia, y que para constituirse como CNA contó con un crédito bancario de un millón de CUC.
Si a ello le agregamos que existen algunas cooperativas –y así lo ha hecho saber el Mincin en entrevistas y conferencias de prensa– como La Divina Pastora, La Casona de 17, El Karabalí y El Biky, que forman parte de un experimento basado en el aseguramiento de determinados proveedores, dígase, Bucanero S.A., Los Portales, Havana Club, Brascuba, entre otros; las diferencias en cuanto a los niveles de mercancías y variedad de la oferta, saltan enseguida a la vista.
Es por ello que durante el recorrido realizado en La Habana y Artemisa, territorios que acumulan el mayor porciento de CNA vinculadas al comercio, nos enfocamos en las principales dificultades que enfrentan las cooperativas inducidas.
Sobre el tema, Miguel García, presidente de la CNA Casa Díaz, en Marianao, comentó que las diferentes empresas mayoristas que existen, como por ejemplo el Mercado Paralelo, la Productora de Alimentos, o la empresa de Cigarros, Tabacos y Fósforos (con las cuales mantiene relaciones contractuales), solo surten aquellos productos que tenían establecido por plan cuando funcionaban como unidad estatal; y por supuesto, los insumos no alcanzan.
«Pero no es solo eso, también los proveedores desconocen los procedimientos de contratación, y no saben cómo negociar con las cooperativas. De hecho, mantienen una proforma de contrato rígida, que es la misma de antes; nada varía. Y aunque tenemos personalidad jurídica, en la práctica es muy difícil realizar negocios».
Con las bebidas alcohólicas y los refrescos sucede algo más complicado, señaló por su parte Tania Cano, presidenta de la CNA El Potín. «Lo primero es que la cantidad que nos llega es insuficiente y no cubre ni la mitad de la demanda real. Lo segundo es que para garantizar la presencia de estas bebidas el mes entero tienes que acudir a la red minorista.
«Y ahí surge el otro inconveniente: a partir de los Lineamientos del 7mo. Congreso del Partido, salió el 2 de mayo del 2016 una norma del Mincin (136/16) que establecía topes de precios en la venta de las cervezas Cristal y Bucanero, y los refrescos nacionales. Entonces, simplemente, no puedes comprar ya estos productos en las tiendas, porque tienes que venderlos al mismo precio de adquisición».
Es cierto, expresó Cano, que existían algunos establecimientos que especulaban con el precio de las mercancías afectando el bolsillo del cliente, y hubo que tomar alguna medida para controlar esa situación; lo que quizá no pensaron fue en las otras consecuencias que traería para las cooperativas, sobre todo porque el mercado mayorista no nos puede satisfacer toda la demanda.
Una situación que se vuelve más ilógica para la cooperativa El Recodo, sita en 1ra. y F, que –según nos explica Aldo Díaz, socio de esta CNA– nació como restaurante-cafetería y sin plan de abastecimiento, porque anteriormente el local funcionaba como una cremería estatal.
Ahora me veo en la encrucijada de que si bien presto otro servicio gastronómico y el objetivo social de mi unidad cambió, solo me surten algunos productos para la nueva actividad que realizo como frijoles, arroz, cigarros, tabacos…, pero no sucede igual con los refrescos y las cervezas de producción nacional, que tengo que adquirirlas en las tiendas y con el inconveniente de los precios topados.
La realidad no dista de ser diferente en la provincia de Artemisa. Según puntualizó a Granma, Zoila Hernández, directora general de Economía, del Consejo de la Administración Provincial (CAP), las CNA de comercio, gastronomía y servicios (63 en total), son las que mayores dificultades tienen actualmente, y un tema determinante es el suministro. Entre los productos más afectados se encuentran los cárnicos, bebidas, refrescos y lácteos.
Así lo confirmó Yaquelín López, presidenta de la casa especializada del sándwich, El Cedro del Líbano. «Hemos tenido dificultades con el abastecimiento. Tenemos que comprar los productos en el Mercado Ideal, y la carne de cerdo y el jamón, a cuentapropistas. En tanto, la cantidad de líquidos asignada para el mes tampoco nos alcanza».
Son problemas reales, que limitan la estabilidad y solvencia de las cooperativas, y que los propios directivos del Mincin han reconocido en diferentes balances y talleres como el talón de Aquiles de esta forma de gestión no estatal.
Al respecto, Francisco Silva Herrera, director general de comercio y venta de mercancías del ministerio, apuntó que el tema del abastecimiento se ha venido trabajando y es parte de las políticas del país, para favorecer a las CNA y trabajadores por cuenta propia en sistema de arrendamiento.
En el año 2016, señaló, hubo un salto significativo. A partir de la resolución 61 del Mincin, ambas figuras pudieron comprar los insumos directamente a las empresas mayoristas, y con un descuento del 20 % en los productos que reciben.
Ello se tradujo en que el total de ventas a las CNA superó el año pasado los 18 millones de pesos, y de ellos, más de diez millones fueron en CUC.
«Por otra parte, puede darse el caso de que la cooperativa tenga determinadas necesidades y que estos suministros no estén previstos en el plan, o que por su diseño de servicio la unidad requiera un producto que el comercializador no dispone. En estos casos, hasta tanto se creen las condiciones para que el mercado mayorista funcione plenamente y pueda satisfacer la demanda, la red minorista viene a suplir ese vacío como otra vía para el abastecimiento».
Con tal intención, se creó la tienda especializada Zona + –de la corporación Cimex– cuyo concepto es la venta en grandes formatos, y el propósito es seguir abriendo establecimientos comerciales con esas características, y que los suministradores puedan mantenerlos abastecidos.
Sin embargo, contrario a lo que se pudiera creer, las irregularidades en el abastecimiento de las cooperativas inducidas no son casos aislados ni excepciones. Tal y como se pudo evidenciar durante los recorridos, los principales contratiempos se relacionan con la estabilidad en la oferta, pues ese mercado mayorista que se ha creado no garantiza que las producciones y servicios estén oportunamente cuando el cliente, en este caso las CNA, lo necesitan.
La respuesta no deviene tampoco en crear tiendas especializadas para satisfacer la demanda del sector no estatal, pues aunque este tipo de centros ofrecen la ventaja de encontrar varios suministros en un mismo lugar y en las cantidades deseadas, no existen descuentos o precios diferenciados para los clientes que compran al por mayor. De otra forma, en vez de soluciones, estaríamos poniéndole un parche al problema.
CAMBIO DE IMAGEN…, PERO CON PROBLEMAS A CUESTAS
Cuando El Potín, en el Vedado capitalino, reabrió sus puertas como cooperativa en diciembre del 2015 –luego de que el restaurante cayera en quiebra y con deudas contabilizadas en más de dos millones de pesos en CUP– comenzó a quedar atrás aquella percepción de un establecimiento de «baja categoría», con malas ofertas, y más moscas que clientes en el mostrador. Ese ha sido, precisamente, uno de los beneficios más palpables de las CNA en la gastronomía, y aunque no se ha logrado la reanimación esperada en algunas unidades, en ello influye para bien o mal el empeño de los socios.
En tal sentido, la transformación de El Potín responde en buena lid a las gestiones de su actual presidenta, Tania Cano.
«No podía concebir que un lugar tan conocido en la capital como este estuviera descomercializado», comentó Cano. «Me di a la tarea de hacer un estudio de mercado, de renegociar las deudas con las partes a las que se debía: el Banco, la ONAT, los proveedores; y sacar adelante esta cooperativa».
Pero no todo ha sido sencillo, además de los inconvenientes ya mencionados con las comercializadoras, se añaden otros obstáculos.
«El tema del transporte nos afecta porque no está garantizado en el contrato con los proveedores y por tanto, no tienen la obligación de llevarte las mercancías hasta tu unidad. Incluso, si quieren hacerlo, muchas veces no pueden porque cuentan con escaso parque automotor».
Y sucede además que las cooperativas no tienen la facilidad de comprar un transporte para esas operaciones de carga; en nuestro mercado mayorista no tenemos ningún proveedor para esto, al menos que yo conozca. Creo que debería gestionarse igual que lo hacen las empresas estatales y con facilidades en el pago, agregó.
Asimismo, Zoila Hernández, del CAP en Artemisa, indicó que una queja frecuente entre los cooperativistas entrevistados es que deben alquilar carros para poder trasladar los suministros, lo cual encarece el costo del producto.
Otra complicación, puntualizó Tania Cano, es que muchas veces los proveedores no saben que pueden negociar con las CNA.
«Por ejemplo, en noviembre del 2016 apenas pudimos empezar las negociaciones con Cárnica Habana, luego de casi un año de intentos fallidos. Y al Complejo Lácteo todavía no hemos podido llegar, porque lo que te venden es lo mismo que teníamos por plan antes de pasar a ser cooperativa».
También pasa por un cambio de mentalidad, tanto de las empresas y directivos que organizan este proceso, como también de nosotros, de los cooperativistas, consideró por su parte Bárbara Rodríguez Valdivia, presidenta de la CNA Varsovia. Ya el trabajador no piensa en qué se puede llevar del centro de trabajo para su casa, porque sabe que se perjudica a sí mismo, porque la propiedad es colectiva.
«No obstante, las mentalidades no cambian de un día para otro. Una persona no puede acostarse hoy siendo administrador y mañana levantarse siendo un ente jurídico con la posibilidad de disponer y manejar determinados recursos», consideró Rodríguez.
A ello se une el acompañamiento de las empresas estatales de las cuales se desprenden estas CNA inducidas, un elemento imprescindible, al menos en esta primera etapa, porque suele suceder que los socios desconocen cómo redactar los estatutos de su cooperativa, cómo realizar un contrato o cómo invertir correctamente los préstamos que el banco les facilita.
«No puedo decir que el acompañamiento no existe, porque a esta cooperativa (El Recodo) la supervisa la empresa provincial de gastronomía del Mincin, pero su trabajo se limita a lo metodológico y muchas veces no tienen en cuenta otros elementos al interior del funcionamiento de la cooperativa. Solo se limitan a chequear si tienes la licencia sanitaria y los papeles de contratación en regla, que el establecimiento tenga una buena imagen, y que respetes los precios topados», comentó Aldo Díaz.
En relación con el tema, Mary Blanca Ortega, ministra del Mincin, reconoció en el más reciente balance del ministerio que el acompañamiento es uno de los puntos pendientes a resolver. «Forma parte también de las responsabilidades de las empresas supervisar y ayudar a las unidades que pasan a gestionarse como no estatal en todo el proceso de contratación, relación con los proveedores y solicitud de créditos bancarios». No pueden desentenderse del asunto, porque aunque sean cooperativas siguen siendo establecimientos del comercio y la gastronomía, recalcó la titular.
En respuesta a estas problemáticas, Francisco Silva explicó a Granma –durante el taller de las CNA– que tanto proveedores como cooperativas desconocen frecuentemente los términos de negociación. La Resolución 61 del 2016 establece, por ejemplo, las posibilidades y la responsabilidad del suministrador de llevar los productos hasta el cliente.
«Cuando esto no ocurre por determinadas razones, en el contrato debe al menos quedar plasmado cuál es la medida a tomar por el incumplimiento. Asimismo, si el proveedor no puede ejecutar la demanda de los suministros, deberán aplicarse las cláusulas de penalización».
Mas, lo que sucede en la práctica, y así nos los hicieron saber varios socios y presidentes de las CNA en la capital, es que cuando los proveedores no cumplen con la ejecución del plan acordado, las cooperativas quedan desprovistas ante esta violación contractual. «No hay tal acuerdo ni negociación, ellos tienen su proforma de contrato, y para poder recibir los productos tienes que firmarla o te quedas desabastecido», cuestionó Aldo Díaz.
Pero no es solo el desconocimiento legal, que es cierto y desencadena otras deficiencias a lo interno de la cooperativa, el problema también deviene por incapacidades propias, tanto de los suministradores como de las CNA, y el recelo que en ocasiones genera realizar convenios con una forma de gestión no estatal.
Por otra parte, tampoco puede pretenderse que una unidad de gastronomía que funcionaba mal siendo estatal, solucione de pronto todos sus problemas porque pasó a ser cooperativa. Al contrario, muchas de esas insuficiencias se heredan, especialmente, porque esta nueva forma de gestión necesita de un mayor nivel de preparación y conocimiento de sus actores, teniendo en cuenta los procedimientos legales, autoridad jurídica y posibilidades de autofinanciamiento que implica.
Evidentemente, son muchas las dificultades que hoy viven las cooperativas de la gastronomía, y no solo en su gestión interna o en los canales de abastecimiento; también presentan inconvenientes en el sistema de arrendamiento, la contratación de la fuerza de trabajo, o en la necesidad de seguir trabajando en las normas que regulan su funcionamiento. En estas líneas solo hemos podido abordar algunos de estos temas, pues la información supera el espacio real en plana.
Granma seguirá escribiendo sobre las CNA en próximos reportajes, pues algunas de estas quejas y obstáculos no son exclusivos de las unidades del comercio, sino que se repiten en las cooperativas de los servicios y de la construcción.
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Pomares dijo:
1
7 de abril de 2017
07:45:54
Rafael Rodriguez dijo:
2
7 de abril de 2017
08:56:55
marysto dijo:
3
7 de abril de 2017
10:53:29
Jorge Luis dijo:
4
7 de abril de 2017
15:19:55
j.columbie dijo:
5
7 de abril de 2017
15:45:17
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