Semejante palmarés no se puede pasar por alto: 145 medallas de oro, 133 de plata y 62 de bronce ganadas por 251 atletas en 19 eventos internacionales.
Para 2017 ya hay competencias programadas: el mundial de jockey sobre piso que en marzo se celebrará en Austria y los terceros Juegos Latinoamericanos de Olimpiadas Especiales que tendrán sede en Panamá en abril.
Quienes representan a la Mayor de las Antillas en estas competiciones son niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad intelectual atendidos por el Movimiento de Olimpiadas Especiales de Cuba.
Lo ya dicho es una buena razón para reconocer los 55 años de trabajo de la Educación Especial, pero no es la única pues uno de los elementos fundamentales de este subsistema de enseñanza es la formación laboral.
«Tenemos una garantía de empleo con el Ministerio de Trabajo y de Seguridad Social del 100% para los niños con discapacidad intelectual que logran desarrollar todas sus habilidades», asegura la doctora Marlén Triana Mederos, directora nacional de Educación Especial.
«Cada año egresan aproximadamente entre 2030 y 2050 alumnos de las escuelas especiales. Son adolescentes que desde las edades más tempranas nosotros preparamos».

Aunque la discapacidad intelectual es la que más matrícula tiene en la enseñanza especial en Cuba, alumnos con otras necesidades educativas también son atendidos en las escuelas y de ellos anualmente entre 90 y 110 estudiantes con limitación visual, auditiva y físico-motora ingresan a la universidad.
«Cuando en otros países se pide que terminen el nivel primario, en Cuba son bachilleres y van a empezar la universidad. Cada año ocurre esto en nuestro país», refiere la funcionaria del Ministerio de Educación.
¿Cómo se alcanzan tales indicadores en poco más de cinco décadas?
EL ESFUERZO ES DE TODOS
Desde su surgimiento (4 de enero de 1962) la Educación Especial ha tenido como principio el derecho de todos a recibir una instrucción de calidad en cualquier contexto y sobre esa base trabaja para lograr el máximo desarrollo integral de las personas con necesidades educativas especiales asociadas o no a la discapacidad.
Para que la atención llegue a todos, esta enseñanza cuenta con más de 15 000 docentes. La relación maestro - estudiante es de aproximadamente uno para cuatro alumnos. Sin embargo, en las escuelas para pequeños sordos-ciegos y con autismo existe un docente para cada niño.
En el caso de la atención ambulatoria hospitalaria —diseñada para los pacientes pediátricos con larga estadía en hospitales—, es un docente para uno o dos niños. Por resolución ministerial un maestro ambulante no puede tener más de tres alumnos.
Otra característica de la educación especial en Cuba es que la permanencia del estudiante es transitoria ya que lo prepara para insertarlo en los cursos regulares. Así lo explica la doctora Triana Mederos.
«Hoy tenemos más de 9 800 niños con necesidades educativas especiales asociadas o no a una discapacidad que están en el sistema regular desde la primera infancia hasta la educación de adultos.»
Poco lograrían las 356 instituciones de educación especial del país si trabajaran de manera aislada. Afortunadamente en la preparación de los más de 37 000 niños, adolescentes y jóvenes que estudian en estos centros intervienen los ministerios de Educación, Educación Superior, Trabajo y Seguridad Social, Salud Pública; el Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación así como las asociaciones de personas con discapacidad.
MINIMIZAR LAS DIFERENCIAS
El empeño que pone el estado cubano en dar un tratamiento diferenciado desde edades tempranas a las personas con discapacidad, fructifica cuando logra desarrollar en ellos sus habilidades sin reparar en sus limitaciones.
Los recursos que se invierten en este tipo de enseñanza son cuantiosos y van desde modernos equipos y utensilios escolares, hasta la actualización de conocimientos de maestros, asesores y auxiliares pedagógicos.
La doctora Marlén Triana sabe que aún queda mucho por hacer: «Tenemos que seguir trabajando en la sensibilización, sobre todo en la barrera psicológica, y en la concepción de la formación laboral para que el niño con discapacidad intelectual que está en el curso regular logre alcanzar habilidades que le permitan insertarse a un medio laboral complejo porque, aunque tenga garantía de empleo, debe tener competitividad.»
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jordanis dijo:
1
29 de diciembre de 2016
08:24:04
Mayelin Oliva dijo:
2
31 de enero de 2017
09:45:53
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