ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

En las primeras horas de la mañana del 29 de noviembre de 1957, la vanguardia de la tropa del oficial batistiano Ángel Sánchez Mosquera avanzaba por el camino real, paralelo al arroyo que corre hacia el río Turquino. A un lado del camino, debajo de una mata de mango, en medio de un montecito, estaba ubicado el Che, quien había ya dispuesto la emboscada. Se generalizó el tiroteo.

Los rebeldes atacaron la casa donde el grueso de las fuerzas enemigas buscó refugio. Se capturaron tres prisioneros con sus respectivos Garands. Che ordenó no entablar entonces un combate directo, sino esperar a la noche. El oficial batistiano, bien parapetado, contaba con unos 80 hombres, ametralladoras, armas livianas y suficiente parque para afrontar un sitio.

Los campesinos avisaron que tropas batistianas, al mando de Sierra Talavera, subían el lomerío, desde el mar, al rescate de los sitiados. Che envió dos patrullas: una para hostigarlas; otra, para atacarlos a unos dos kilómetros de distancia, en caso de que terminaran la ascensión de la serranía. Entretanto, se continuaba hostilizando, con disparos aislados, a los guardias parapetados en la casa.

Che consignaría, años después, en sus Pasajes de la Guerra Revolucionaria: «A media tarde, se oyó un prolongado tiroteo sobre la parte superior de la posición y, más tarde, me llegaba la triste noticia: Ciro Redondo, tratando de forzar las líneas enemigas, había sido muerto».Al lugar del combate los habitantes de la zona le llaman Malverde y está ubicado a unos 22 kilómetros de la costa, donde se halla la playa de Mar Verde, en el hoy municipio de Guamá, en la provincia de Santiago de Cuba.

Ciro Redondo García había nacido en Artemisa el 9 de diciembre de 1931. Opuesto al golpe de Estado batistiano desde el mismo 10 de marzo de 1952, se vinculó al ala más radical de la Juventud Ortodoxa que seguía la línea de Fidel. Participó en el desfile de las Antorchas, en la víspera del 28 de enero de 1953. Cuando comenzaron las prácticas militares con vistas a una acción mayor (lo que luego sería el asalto al Moncada), siempre fue uno de los más destacados en el tiro.

Alegre y bromista, meses después, en la granjita Siboney, a pocas horas del combate, no había mermado su carácter jocoso. Cuando vio que a algunos compañeros les quedaban grandes los uniformes del ejército que repartieron para la acción, se reía diciendo que se parecían al cabo de la guardia de Artemisa.

En el juicio a los moncadistas, Ciro declaró: «Vine por voluntad propia, a acabar con Batista y si veinte veces tuviera la oportunidad, veinte veces lo haría». Ante una pregunta del abogado defensor, denunció el asesinato de su amigo Marcos Martí, a manos de la soldadesca batistiana. Lo condenaron a diez años de cárcel.

Excarcelado el 15 de mayo de 1955, al igual que Fidel y Raúl, de regreso a Artemisa no se ocultó para afirmar: «La sangre que se derramó, no se puede olvidar. Hay que seguir luchando con más fuerza, con más patriotismo». Sufrió hostigamiento y detenciones. Pasó a la clandestinidad y partió hacia México, a reunirse con Fidel para la proyectada expedición armada.

El internacionalista español Alberto Bayo, encargado en el país azteca de la preparación militar de los futuros rebeldes, afirmó en su evaluación: «Buen tirador...Muy disciplinado y de excelente resistencia física. Apto para mandar tropas. Reacciona ante cualquier situación con rapidez. Magnífico combatiente de primera línea. Siempre asistió a las prácticas con entusiasmo».

Al desembarcar en el Granma, durante la dispersión de Alegría de Pío, Ciro se internó junto con Raúl Castro Ruz y otros compañeros en el cañaveral. Al día siguiente, empezaron a caminar rumbo a la Sierra Maestra, tal como siempre les había orientado Fidel, con quien se encontraron el 18 de diciembre, en Cinco Palmas. Tres días después, ya eran quince al reunírseles el grupo de Almeida.

Ciro participó en los combates de La Plata, Llanos del Infierno, Uvero. Cuando Fidel confirió al Che el mando de una columna y el grado de Comandante, el artemiseño fue ascendido a capitán y se le encomendó un pelotón, al frente del cual combatió junto al Guerrillero Heroico en Bueycito, Pinar Quemado (El Hombrito), Pino del Agua, Malverde...

Che, al comunicarle a Fidel la noticia de su muerte, calificaba a Ciro de «gran compañero y sobre todo, uno de los inconmovibles puntales en cuanto a obsesión de lucha».En un Decreto Revolucionario, fechado el 2 de diciembre de 1957, Fidel dispuso «su ascenso póstumo al grado de Comandante del Ejército Revolucionario».

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