ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Pedro Iglesias Hernández. Foto: Jorge Luis González

Pedro Iglesias Hernández tenía 16 años cuando se integró, en 1961, a la Campaña Nacional de Alfabetización. De «la etapa más emocionante de mi vida» guarda una foto de carnet, su único recuerdo tangible de aquellos días. En ella aparece un Pedro adolescente, con pelo crespo, boina, camisa gris y verde, el uniforme de los estudiantes insertados en la Brigada Conrado Benítez.

No hay otras huellas de aquel año, salvo en su memoria. Describe los acontecimientos como si Pedro no fuera él, sino alguien que conoció en otra época, o quizá el personaje de una película de aventuras que ha visto muchas veces.

«Empezaba el segundo año de Bachiller en el Instituto de La Habana cuando el Gobierno Revolucionario lanzó la convocatoria a todos los jóvenes que hubieran culminado la enseñanza primaria y secundaria». No lo pensó dos veces. Se ofreció como voluntario.

Este hombre de 71 años cumplidos que le habla al periódico Granma, fue uno entre los más de 1 600 estudiantes que se sumaron a la Brigada, con edades de entre siete y 19 años. «Todos los del Instituto nos incorporamos. Teníamos conciencia del riesgo que esto representaba, pero a nosotros nos entusiasmaba la idea de ayudar a otros y sin nuestros padres», se ríe.

Los jóvenes del Instituto de La Habana se dividieron en varios grupos y fueron distribuidos por distintas zonas del país.

Antes debían hacer estancia en un campamento en Va­radero, donde recibirían la cartilla Vence­re­mos, el manual Alfabeticemos y un breve curso preparatorio. «Mi grupo partió de la capital el 15 de abril de 1961, dos días antes de la invasión por Playa Girón. Cuando llegamos al campamento, había mucha incertidumbre. No se sabía a ciencia cierta por cuál playa llegarían los mercenarios. Recuerdo que durante la segunda noche, levantamos trincheras en la arena». Flotaba la amenaza de desembarque y ataque por esa zona. Pasaron horas escondidos entre las dunas; 72 horas más tarde, el campamento supo de la victoria.

«Se decidió que pasáramos allí menos tiempo de lo previsto. El curso, planificado para varias semanas, apenas duró una». Luego, los equiparon con un uniforme especial, ropa, una manta, una hamaca y un quinqué, y así el grupo de Pedro Iglesias partió hacia Guantánamo.

«Yo alfabeticé hace 55 años en la zona afectada hoy por el huracán Matthew. Reconozco en las fotos lugares por los que caminé, los ríos que crucé, las montañas que veía. Me duele la destrucción», se lamenta y agrega: «La primera zona que atendimos fue Imías».

Mientras las mujeres se quedaron en el mismo pueblo, a unos seis o siete varones «nos enviaron a la punta de la loma de Palmarito. Oiga, pocas veces bajábamos de allí. Aquella es una montaña inclinada y peligrosa».

Para llegar a Palmarito había que pasar antes un pequeño desierto y avanzar cuatro kilómetros antes de llegar al caserío. «Fue la Revolución la que abrió los caminos. Los campesinos de la loma vivían casi totalmente aislados, sin conocer el resto de la provincia por no hablar de La Habana».

Pedro presta sus ojos para que nos asomemos al paisaje que él vio. Allí había siete casitas campesinas, muy cerca unas de los otras, todas pobres y olvidadas en medio de la nada. «Nos distribuyeron uno por hogar. La familia que me tocó estaba formada por tres personas: madre, padre e hija. Recuerdo el primer día que los conocí. Vi primero a la señora, y ¡me llevé un susto! Estaba oscuro y ella se asomó con una manta de arpillera en la cabeza. Luego supe que así tostaban el café. Las guajiras lo llevaban puesto al tostar el grano sobre grandes cocinas de carbón en el patio. Si era de día la manta las guarecía del sol, y si era de noche, del sereno», dice Pedro.

En Palmarito casi todos eran descendientes de indígenas. «Piel rojiza; pelo muy negro y brilloso; nariz aguileña», recuerda. «Al principio, la familia me miraba con temor y desdén. No parecía de fiar aquel muchacho, contemporáneo de la joven de la casa. Pero con el tiempo, me gané su cariño. Yo era su maestro. Así me decían: “Maestro”, una palabra que ni antes ni después Pedro la escuchó nombrar con tanta reverencia.

Estuvo tres meses en Imías. Dormía en una hamaca dentro de la casa y se levantaba al canto del gallo, con el olor del café tostado y recién colado. Mientras madre e hija se quedaban en la casa, él se iba al campo con el padre.

Aprovechaban la luz del día para trabajar la tierra y a las seis de la tarde, a la luz del quinqué, comenzaban las clases.

Después, Pedro y su grupo fueron trasladados a la zona montañosa de Gran Tierra, en Maisí. «Allí se repitió la historia.

Alfabeticé y conviví, hasta noviembre de 1961, con otra familia, formada igual por tres personas».

Sus seis alumnos aprendieron a leer y a escribir, pero Pedro también creció con ellos. Volvió a La Habana, integró las Tropas Cohe­teriles de la Defensa Antiaérea de las FAR y se hizo después universitario. «Fui a las lomas siendo un niño y regresé hecho un hombre, lleno de orgullo porque mis alumnos pasaron el examen y recibieron su título de alfabetizados.

Esa experiencia me dio fuerzas para lograr todo lo que me propuse». Pedro se toca el pecho, como si tuviera una medalla y se pregunta qué habrá sido de esas familias durante el huracán, en qué podría ayudar ahora: «Me veo como el adolescente de 16 años y me digo, si me lo piden, regresaría otra vez».

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Miguel Angel dijo:

1

5 de noviembre de 2016

05:36:57


Lindo trabajo de la periodista Alejandra García, me conmueve y trae bellos recuerdos. Comprendo perfectamente el sentir del compañero Pedro Iglesias Hernández, pues para mi la tarea mas noble, humanista y revolucionaria q he cumplido en mi vida fue la campaña de alfabetización, la medalla q mas amo es la q me otorgaron años después, guardo celosamente el uniforme, las cartillas, el carné y muchas fotos, además de los gratos recuerdos. Por supuesto Pedro, si lo piden volveríamos nuevamente al mismo lugar. Felicidades Pedro Iglesias.

bel dijo:

2

5 de noviembre de 2016

09:54:42


En Cuba hay muchos Pedro ,Pero este compañero puede estar seguro que la Revolucion nuestra es muy grande y se encargara de no dajarlos desamparados . Con esa actitud de que si podia ayudar y recordar siempres a esas personas que una vez le brindaron su hogar ya hiciste Pedro

Elio Antonio dijo:

3

5 de noviembre de 2016

12:08:42


Hola:-) Nos hace falta a los cubanos vivir experiencias tan enriquecedoras como las de Pedro y como las de muchos más. Esas experiencias —como dice el anciano— son las que hacen verdaderos hombres y mujeres a los humanos. Son otros tiempos, quizás no sean los de la alfabetización a iletrados en recónditos parajes, quizás no sean los de la lucha contra bandidos las experiencias que podamos vivir ahora; pero sí, la de convertir a las universidades en verdaderamente entidades innovadoras; la de crear parques científicos-tecnológicos que nos permitan avanzar a una sólida economía de los servicios; la de edificar ciudades hermosas y bien urbanizadas —valga la redundancia—, entre muchas otras que en fin de cuentas, ahora constituyen la continuidad de la obra emprendida por aquellos jóvenes alegres en busca de una sociedad mejor: la socialista. Saludos;-) Desdeguantanamo.cubava.cu

Rivery dijo:

4

5 de noviembre de 2016

15:45:41


Muy bonito reportaje de la joven periodista me conmovió lo que dice Pedro que se nota que es un hombre humilde

Tati dijo:

5

5 de noviembre de 2016

16:35:15


Linda e interesante historia. Gracias Pedro, tiene muchas personas que te agradecen tus bellos gestos. Saludos.

Rolando. dijo:

6

5 de noviembre de 2016

16:47:03


Pedro.mis saludos.la humildad vale más q nada.material.

norma dijo:

7

5 de noviembre de 2016

19:59:07


Hermosa historia. Cuando se enseña con pasion los resultados son siempre positivos. Gracias por esta linda historia.

Antonio Gimenez dijo:

8

5 de noviembre de 2016

23:35:24


Me gustaría recibir noticias de mi país de este Diario

Yohandy Torres dijo:

9

6 de noviembre de 2016

09:32:25


Jóvenes muy valientes dieron aquellos tiempos,dignos representantes de aquellos peligrosos años. Gracias Pedro , me enorgullece saber que soy cubano

Yohandy Torres dijo:

10

6 de noviembre de 2016

09:33:35


Muy buen trabajo de la periodista, gracias por recordarnos que Cuba está llena de héroes

Julio S. López Cuesta dijo:

11

7 de noviembre de 2016

07:55:08


Gracias Alejandra por tan buen artículo. Pedro me hizo acordarme de muchas cosas. Aunque soy 3 años menor, tal vez lo ví alguna vez en el Instituto o después en las FAR. En el 61 yo ingresaba en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana. Habemos muchos Pedros y aquí estamos.

Yosy dijo:

12

7 de noviembre de 2016

09:22:05


Hay muchos Pedros en Cuba y están al alcance de la mano.

Orestes Oviedo dijo:

13

11 de noviembre de 2016

09:42:59


Muy buen artículo donde el mensaje mas importantes es que fuimos a ALFABETIZAR Y REGRESAMOS HOMBRES , porque esa tarea marco la conducta a seguir en la vida,LA AYUDA A LOS DEMAS, en cualquier parte por inhospisto que fuera., sin el interes mezquino del dinero Aquellos alfabetizadores estan aqui y como dice Pedro volveriamos a hacer lo que hicimos. Gracias Pedro por tus memorias y a la periodista por publicarlas. El autor intelectual del asalto al cuartel moncada expreso: “…. Como si no fuera el HONRAR a quien merece, HONRARSE A SÍ, y el negar HONRA a aquel a quien se la debe, quitarse HONRA A SÍ PROPIO” O. C. Tomo 9 pag 278 “….. HONRAR a los que cumplieron con su DEBER es el MODO MAS EFICAZ de ESTIMULAR a los demás que lo CUMPLAN” Epistolario tomo 2 pag 217 Honrar, honra O. C. Tomo 8 pag 133 saludos cordiales Oviedo