ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Aula instalada en la vivienda de Mayeley Cobas. Foto: Jorge Luis Merencio

BARACOA, Guantánamo.—La reanudación del curso escolar el pasado día 17 en este municipio, apenas dos semanas después de que fuera devastado por el huracán Matthew, constituye una proeza de la etapa de recuperación y corrobora la importancia concedida en Cuba a la educación de las nuevas generaciones.

El poderoso meteoro afectó 119 de las 123 escuelas bara­coenses, destruyó a nueve en su totalidad y el techo y la carpintería a la mayoría de ellas.

Reiniciar las clases en tan breve tiempo y después de tanto perjuicio requirió reparar el daño en la mayoría de las escuelas, reubicar la ma­trícula de algunos centros en otros, disponer de instituciones estatales y casas de familias como colegios o aulas, además de la readecuación de los programas de estudios.

Gracias a esa estrategia hoy todos los educandos del municipio reciben clases, excepto algunos de centros internos, que por la magnitud de las afectaciones no se han podido restablecer. Parte de esos estudiantes apoyan las labores de recuperación de sus escuelas, informó a Granma Josefina Navarro Navarro, directora municipal de Educación.

Precisó la funcionaria que en el mencionado caso están la se­cun­daria básica en el campo Fermín Valdés Domínguez, de Mosquitero, y el preuniversitario Félix Ruenes Aguirre, de Jamal. 

Aclaró, además, que los círculos infantiles Conchitas del Mar y Eddy González no han continuado con sus actividades habituales por albergar a damnificados y no haber concluido su reparación, respectivamente.

La directora de Educación en Baracoa puntualizó asimismo que hay centros docentes, como el se­minternado de primaria Rodney Coutín, que aún abrigan evacuados, por lo que sus estudiantes reciben las clases en otras instalaciones o en viviendas, como la de Mayeley Cobas Guzmán, vecina de Benito Olivero número15.

Esta familia, merecedora de todo el reconocimiento, encarna la solidaridad imperante en el municipio, la provincia y el país tras el paso del fenómeno hidrometeorológico.

Mien­tras en el segundo nivel de la morada Ma­yeley acoge a 60 niños de la Rodney Coutín (30 en la sesión de la mañana e igual cantidad en la tarde), en la primera planta su madre ofrece cobijo aún a cuatro personas cuya casa fue de­rrumbada por Matthew.

«Uno no se debe desprender de las necesidades colectivas, de las de la comunidad y el municipio, me­nos aún en las circunstancias ac­tuales, de tanto daño y tantas cosas por recuperar. Por eso convertí mi casa en escuela», expresó Cobas Guzmán.        

«Es una oportunidad de ayudar al Estado, que educa a todos gratuitamente, incluyendo a mis dos ni­ñas, y también de afianzar el vínculo de la familia y la comunidad con la escuela. Me siento recompensada al ver a los niños recibiendo clases en mi vivienda, donde estarán el tiempo que sea necesario», sentenció Mayeley.

Estralgo César César, director de la Rodney Coutín, informó que de los 799 alumnos de su colectivo, unos 450 toman sus clases en viviendas habilitadas para tal fin. El resto lo hace en la primaria Miguel de Cervantes Saavedra y en instituciones estatales como la Casa de Cultura Municipal y en un local techado del parque infantil aledaño al malecón.

El claustro imparte docencia en una sesión, ya sea en la mañana o en la tarde, y en la otra se autoprepara, teniendo en cuenta los reajustes realizados al programa de estudio, explicó Estralgo, mientras Josefina Navarro precisó que hasta el pasado miércoles 59 viviendas funcionaban como escuelas.

El pasado día 17 se restablecieron las clases en la primaria Miguel de Cervantes, gracias al esfuerzo de constructores de Camagüey. Foto: Jorge Luis Merencio

DE LOS PRIMEROS REDIMIDOS

Según Luis Labañino Rodríguez, director de la Miguel de Cervantes Saavedra, ubicada en el centro de la ciudad de Baracoa, fue su plantel uno de las primeros redimidos en el municipio, hecho posible por el trabajo de una brigada de la Oficina de Conservación del Centro Histórico de Camagüey.

«El huracán destruyó totalmente la cubierta del centro y causó otros estragos. Cuando observé el destrozo y vi la cantidad de escombros en la instalación, pensé que tardaría largo tiempo en recuperarse. Sin embargo, el jefe de la brigada camagüeyana me aseguró:

«Director, en dos días ustedes estarán en clases», y así fue. El lunes 17, dos jornadas después de haber iniciado las labores, ya estábamos dando clases.

«En tan breve periodo colocaron 212 tejas de fibrocemento y unas mil tejas francesas. Fue un esfuerzo grande, del cual les estamos agradecidos. Mientras ellos instalaban el techo nuestros trabajadores se dedicaban a la recogida de escombros y la limpieza».  

Relata que de los 54 integrantes de la institución, 50 sufrieron afectaciones en sus viviendas, lo que motivó la flexibilización del horario de trabajo para asegurar la docencia y que los damnificados dispusiesen de tiempo para restañar sus casas.

La pionera María Fernanda Ji­mé­nez Acosta, alumna de ese centro, asegura que se sintió muy contenta al verlo restablecido y más aún cuando compartió nuevamente con sus compañeros de aula y de escuela.

En el camino de Baracoa hacia el restablecimiento de su encanto no albergamos la menor duda, el sector de Educación alzó su bandera y trabaja por empinarla a una superior altura.

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