La incidencia de arbovirosis como el dengue, el chikungunya y el zika, además de la amenaza que representa la fiebre amarilla, tensiona los sistemas de salud de la región, y pone en evidencia el reto de abordar estas enfermedades de manera integrada, aunando recursos y compartiendo las experiencias y buenas prácticas que unos y otros hemos desarrollado, significó la doctora Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en la sesión inaugural de la Reunión Regional para la Estrategia de Vigilancia y Control de las Arbovirosis, que sesiona hasta hoy en el hotel Nacional de Cuba, convocado por la OPS y el Ministerio de Salud Pública de nuestro país.
«Este importante encuentro técnico para aunar esfuerzos en el combate contra las enfermedades arbovirales, debe concluir con un consenso que nos permita definir hojas de ruta para la implementación de la estrategia integral para la prevención y control de las arbovirosis y que responda a las realidades de cada subregión y países de las Américas», puntualizó Etienne en la apertura de la cita, donde estaban presentes además el miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y Cristian Morales Fuhrimann, representante de la OPS en Cuba.
El impacto social y epidemiológico de los virus del dengue, chikungunya, fiebre amarilla y zika, golpean con fuerza particular a poblaciones más vulnerables de la región, con escaso acceso al agua potable y saneamiento, y a aquellas zonas económicas deprimidas, dijo la Directora de la OPS, quien subrayó que la situación epidemiológica atribuida a las arbovirosis en la región resulta extremadamente compleja.
La doctora Etienne precisó que la vigilancia integrada requiere de un manejo clínico de los pacientes con la misión de bajar la carga de mortalidad por dengue, disminuir las complicaciones crónicas por virus chikungunya, y caracterizar el síndrome congénito del Zika. «La investigación científica, la comunicación del riesgo y la capacitación, son ejes transversales que cruzan cada uno de estos pilares. Detectar, prevenir, responder e investigar son las palabras claves».
Para el doctor Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político y ministro de Salud Pública «la presencia de representantes de más de 30 países en este encuentro demuestra la preocupación de los ministerios y secretarías de salud de la región por enfrentar la compleja situación del área a partir de la contribución con un consenso común».
Presentó a los participantes las bases del sistema nacional de salud y explicó que el éxito de la experiencia cubana en el enfrentamiento a estas enfermedades radica en el haber apostado a una estrategia integral e integrada para el abordaje de los problemas de salud con énfasis en la actividad de prevención, fundamentada en el verdadero acceso a los servicios de salud, en los cuales la atención primaria es una prioridad, así como la orientación profiláctica y la participación comunitaria.
El Ministro abundó sobre el plan de sostenibilidad existente en el país en el enfrentamiento a las arbovirosis a partir de la campaña intensiva desplegada a comienzos de este año, ante la situación epidemiológica internacional y regional, donde dijo fue clave el llamamiento del presidente Raúl Castro al pueblo para reducir los índices de infestación del vector.
La experiencia cubana —dijo— puede ser un referente, y en ese sentido recordó las palabras del presidente cubano cuando expresó que se necesita voluntad integradora, organización, planificación y articulación del trabajo, no solo asistencial y curativo, sino preventivo, que requiere como complemento indispensable una labor sistemática y permanente.
Sylvain Aldighieri, director adjunto del programa de emergencia en salud de la OPS, aseguró a Granma que es una oportunidad excelente hablar de arbovirus desde la patria de Finlay.
El experto subrayó que la fiebre amarilla es una lección del riesgo de la reemergencia, y destacó que hoy son 13 los países de la región con un ciclo de transmisión selvático. «Ello quiere decir que en las partes montañosas y bosques, la fiebre amarilla circula entre mosquitos y primates, lo cual indica que este viejo enemigo está presente en nuestros territorios, y entonces siempre existe el riesgo de que dicho ciclo selvático pueda convertirse en urbano por el mismo mosquito Aedes aegypti».
Cuba, dijo, tiene una alta y antigua tradición a nivel comunitario y es este uno de los desafíos del continente: cómo vincular los servicios de salud de atención primaria con la familia, aspecto fundamental en la respuesta.
En relación con el virus del zika, precisó que nos tomó por sorpresa. «¿Quién hubiese imaginado que una enfermedad conocida desde hace 70 años podía convertirse en una emergencia de salud pública de importancia internacional, que un virus conocido por no provocar nada estaba provocando brotes de microcefalia y síndrome congénito? ¿Quién pensaría que un virus transmitido por vector podía ser transmitido de manera sexual? Es un cambio de muchos paradigmas, pero la detección fue temprana, el análisis de riesgo a tiempo, y la respuesta regional adaptada al peligro».
Numerosos ministros y jefes de delegaciones presentaron a los participantes las experiencias desarrolladas en sus países en el enfrentamiento al Zika y otros arbovirosis.
Al respecto, la señora Sylvia Burwell, secretaria del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos de América, agradeció al Ministerio de Salud Pública de Cuba por la organización de este evento, pues dijo «la inacción no es una opción, y no existe para la región ninguna prioridad que se coloque antes del enfrentamiento a estos virus».



















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