
PINAR DEL RÍO.— Cuando Elia Álvarez volvió del mercado y plantó su nueva cafetera sobre la hornilla, nunca pensó que esta vez tampoco funcionaría.
Sin embargo, tal como ya le había sucedido meses atrás, con la primera que compró como parte del módulo de cocina de inducción, el fondo se le abultó antes de que llegara a colar.
“No pudimos usarla ni siquiera una vez”, lamenta esta pinareña que ha decidido dejar el tema por imposible y no volver a reclamar el cambio de cafetera, ante el temor de que una de ellas pueda terminar explotando en su cocina, tal como ya ha ocurrido en otros hogares de la provincia.
“Mi esposo me dijo que no la llevara más. Estos artículos no tienen futuro”, afirma Elia.
A dos meses de la publicación de un primer reportaje sobre la insatisfacción de no pocas personas en Pinar del Río con las cafeteras incluidas dentro del menaje que acompaña a las hornillas de inducción —cuya venta con el propósito de contribuir al ahorro de energía, arrancó por aquí a finales del 2015—, Granma vuelve a recorrer los mercados y a dialogar con directivos, funcionarios y clientes, para conocer qué ha ocurrido.
Yosvany Pupo, director de venta de mercancías minoristas del Ministerio de Comercio Interior (Mincin), reconoce que “evidentemente ha habido vicios ocultos (léase defectos), que no saltan a la vista en el momento de la comercialización de las cafeteras”.
“A partir del trabajo periodístico (se refiere al reportaje Café con aroma de peligro, publicado por Granmael 20 de junio pasado), y de algunos elementos que ya se estaban captando por la información de las diferentes provincias, es que se evalúa, con toda profundidad, que debía otorgarse un mes de garantía a la cafetera”, asegura Pupo.
Otra de las medidas indicadas, según el funcionario, ha sido la reposición de todas las cafeteras reportadas en la red minorista con desperfectos por vicios ocultos.
Unido a esto, añade, se estableció que en los casos en que la explosión de la cafetera afecte también a la cocina, se tiene que contemplar esa rotura como garantía comercial, y no gravar a la población con el pago por su reparación.
Sin dudas, un paso de avance, que permitirá que en cientos de hogares de la provincia no haya que volver a echar mano a la vieja hornilla de resistencia (mucho más gastadora), para preparar el café, y que los clientes no se sientan estafados por haber pagado por una mercancía defectuosa y sin garantía.
No obstante, el tema sigue generando otras interrogantes. ¿Es normal que se reciban tantas quejas de un artículo como las que se han suscitado en el último año por las cafeteras de los módulos de inducción?
Nelson Sánchez, director de productos industriales en la Empresa Municipal de Comercio de Pinar del Río, asegura que “lo que ha sucedido con las cafeteras no había pasado antes con ningún otro producto”.
En los mercados pertenecientes a su entidad, se habían comercializado, hasta el mes de agosto, 13 527 módulos de inducción con sus respectivas cafeteras; de ellos, entre finales del 2015 y el primer semestre del 2016, se registraron 586 personas que manifestaban haber tenido problemas con estas últimas, lo que representa un 4,3 %.
El funcionario señala que tal registro fue una iniciativa adoptada debido a la gran cantidad de reclamaciones, por si surgía alguna solución para ellos, pero reconoce que fuera de los listados pudieran existir más personas, debido a que tras varios meses de espera, hubo mercados en los que se dejó de anotar a los clientes que acudían a quejarse.
En el del reparto Hermanos Cruz, por ejemplo, se habían registrado 39 personas, pero sumando las que han llegado a cambiar sus cafeteras luego de las nuevas indicaciones del Mincin, y que no figuraban en la lista, el número se ha elevado a 63.
Pero esta tampoco puede tomarse como una cifra definitiva, pues si para una parte de los clientes como Julia Lobo o Estrella Machín, el cambio de artículo ha sido efectivo, hay otros a los que la nueva cafetera no les ha funcionado.
Es lo que le ocurrió a Elia Álvarez y también a Eusebio Gandarilla, a Noelia González, a Remberto Gómez y a Milagros Rivas, quienes tampoco han tenido suerte con sus segundas cafeteras.
“Estuvimos largo rato esperando a que colara, y nada —relata Milagros—. Creo que más allá del hecho de cambiarlas, habría que cuestionarse por qué se invierte dinero importando un artículo que no tiene calidad”.
En un primer acercamiento al tema de la venta liberada de los módulos de inducción, en octubre del 2015, Granmahabía alertado sobre la inconformidad de los clientes con las cafeteras.
Armando Núñez, especialista principal del Grupo Empresarial de Comercio, aseguraba entonces que “desde las primeras entregas realizadas a las personas protegidas por la Asistencia Social, varios meses atrás, ya habían estado mostrando dificultades para colar”.
Lázaro Ortega, director de desarrollo de Divep, la empresa que ha tenido a su cargo la importación de los cientos de miles de cafeteras que se han incorporado en todo el país al menaje de las cocinas de inducción, asegura que antes de cerrar contrato con el fabricante extranjero, estos artículos fueron avalados por un laboratorio cubano, perteneciente al Ministerio de Industrias.
Por tanto, a pesar de las quejas reiteradas de la población, insiste en que “la cafetera no tiene ningún tipo de problema”.
¿Cómo se explica entonces que solo en la provincia de Pinar del Río se reporten más de 900 personas con dificultades con estos artículos (sin contar las que no han sido registradas)?
Según el director de ventas minoristas del Mincin, aunque no es el único territorio que ha manifestado reservas con las cafeteras, “llama la atención que Pinar del Río es la provincia con mayor índice de roturas”, incluso por encima de los rangos técnicos permisibles de hasta un 1 %.
Para el funcionario, en ello podrían incidir varios elementos: desde una situación específica de los lotes comercializados acá, la granulometría del café que se le distribuye a la población por la canasta normada, la cual quizá sea diferente a la que se entrega en otros lugares de Cuba, y hasta la manera de captar las estadísticas en Vueltabajo, a partir de la iniciativa de anotar a los clientes que fueron a las unidades de comercio a quejarse.
De hecho, no descarta que en Pinar del Río se hayan reportado plenamente todas las roturas, mientras en otras provincias no haya ocurrido así.
Como al principio de esta experiencia las cafeteras no tenían garantía comercial —explica Pupo— la población acudió con ellas a diferentes lugares, como los talleres de servicios, o la propia red minorista. “En algunos captaron la información y en otros no, porque no estaba establecido antes de que se emitiera el documento (se refiere a las nuevas indicaciones del Mincin, posteriores al reportaje de Granmapublicado en junio). Entonces es una estadística un poco incierta, porque la realidad de lo que pudiera estar ocurriendo en el país, no está reflejada en ella”.
“Hoy todo lo que tenemos son conjeturas. No podemos decir que tengamos identificadas plenamente las causas que inciden en que esta sea la provincia con mayor índice de roturas.
“Tenemos que desarrollar todo un estudio para definirlo”, añade.
Sin embargo, mientras el tiempo transcurre y las dudas persisten, los especialistas anuncian para el 2017 la importación de decenas de miles de cafeteras idénticas a las que ya han generado polémica y malestar entre la población pinareña.
Incluso, a quienes tengan sus reservas con ellas, el director de ventas minoristas del Mincin considera que es preciso decirles que no deben sentir temor, pues si por vicios ocultos uno de estos artículos llegara a tener problemas y dañar la hornilla de inducción, la garantía comercial cubriría ambos medios.
Pero a Rosa María Iglesias, una de las que ya pasó por esta amarga experiencia, los argumentos no la convencen. “Las muchachas de la tienda me llamaron para que fuera a recoger otra cafetera, pero yo no quise, porque la primera que tuve largó el fondo y ya uno les cogió miedo”, argumenta Rosa.
Como ella, muchos otros clientes que ya tuvieron problemas con estos medios, se resisten a volverlos a usar.
Armando Núñez, especialista principal del Grupo Empresarial de Comercio, señala que algunas de las personas que se habían quejado y fueron anotadas en las listas, al momento de localizarlas preguntan qué modelo de cafetera les van a dar, y al conocer que es el mismo que ya se les entregó antes, plantean que no las quieren.
Otros como Yuliet Ovalle y Jorge Luis Mella, aunque cumplieron con el protocolo de regresar al mercado y recoger una cafetera nueva, se rehúsan a volver a utilizarla, e incluso hay quienes como Yosleivis Páez o Xiomara Morejón, ni siquiera se han tomado el trabajo de informar en alguna parte que las suyas también tuvieron problemas, porque ya no confían en ellas y no pretenden cambiarlas.
De ahí que probablemente nunca se sepa con exactitud la cifra de cafeteras que han presentado defectos en la provincia, algo que incrementa aún más las dudas sobre un tema en el que todavía hay cuestiones que no han sido debidamente aclaradas: ¿Se trata de una situación exclusiva de Pinar del Río, o ha pasado también en otros territorios del país, aunque no haya sido registrado en las estadísticas? ¿El problema está motivado por errores de manipulación o por el café, como refieren algunos funcionarios, o por la calidad de las cafeteras que se han estado importando, como sostienen cientos de clientes?
El director de ventas minoristas del Mincin admite que es preciso profundizar en los estudios, incluyendo nuevas pruebas de laboratorio a las cafeteras, utilizando el café que se distribuye por la canasta normada en las distintas provincias, el cual, como se sabe, se mezcla con chícharo y pudiera ser distinto del que se usó en las primeras evaluaciones, antes de firmar el contrato con el proveedor.
Por tanto, a más de dos meses de que Granmaabordara el asunto por primera vez, todavía no existe un criterio definitivo que explique las reservas de muchos clientes en Pinar del Río con estos artículos que el país continúa comprando de forma masiva, con la intención de estimular el ahorro de electricidad.



















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