La tranquilidad de caminar por las calles en Cuba es reconocida por los visitantes, quienes pasean libremente a cualquier lugar y reciben la impresión de ciudades seguras, alejadas de la violencia de grupos armados o la generada por delincuentes comunes.
La brasileña Juliana Maria de Araujo visitó la Isla caribeña del 17 de enero al 5 de febrero de 2015 como integrante de la XXII Brigada Sudamericana de Solidaridad con Cuba, se alojó en el Campamento Internacional Julio Antonio Mella, ubicado en el municipio de Caimito y asegura que recorrió el poblado del Guayabal, a unos kilómetros distantes, con total desenfado y sin temor alguno.

Al concluir el programa rentó una habitación en la capital y pasó una semana. “En ningún momento sentí miedo y siempre resultó muy tranquilo salir tanto por el día o durante la noche. Una experiencia muy positiva, que demuestra la educación y la elevada formación política de la ciudadanía”, expresa a Granma Internacional por vía email:.
El matrimonio de argentinos integrados por Beto Saraco y Laura Burkhardt hicieron un recorrido ideado por ellos en marzo de 2016, alojándose en habitaciones alquiladas en casa de cubanos, visitando la ciudad de Santiago de Cuba, Trinidad y Santa Clara. Afirman que pasaron una estancia muy agradable con experiencias increíbles.
Laura ejemplificaa con el encuentro con un pescador en la playa de Ancón con quien conversaron durante varias horas y luego los invitaron a compartir una comida con pescados frescos a la parrilla. La vivienda del pescador era muy sencilla y sin lujos, pero fueron tratados con gran cariño y la familia compartió su mesa con los turistas foráneos como viejos conocidos.
Beto Saraco relata su experiencia: “Caminamos diariamente más de ocho horas con descanso en los lugares encontrados en el camino. Preferimos desayunar en las casas de renta con el propósito de dialogar con las familias. En ese momento acordamos el recorrido para el día y nos aclaraban cualquier duda. Nos facilitaron los medios para llegar a los lugares distantes, y nos aconsejaron actividades a realizar de forma gratuita. Nunca encontramos obstáculos. En la calle preguntamos a las personas orientación para determinada dirección y siempre recibimos la respuesta sabia y con paciencia. Tomamos autobuses, camiones, coche de caballos, y muy pocos taxis”.
Ambos coinciden en valorar de hospitalarios a los cubanos.

Otros argentinos: Walter Olivera y Rubí Barnatan, celebraron la llegada del 2016 en Cuba y viajaron el 30 de diciembre para visitar La Habana, Varadero, Cienfuegos, Santa Clara, Trinidad, Morón, Holguín, Santiago de Cuba y Baracoa, con la intención de conocer la realidad de la Isla, relacionarse con la población y recorrer sitios históricos y culturales en aras de comprender el proceso político de la Revolución.
Ellos se alojaron en habitaciones en arrendamiento e inventaron libremente los trayectos. Refirieron presenciar cuestiones, que desde su mirada y en contraste con otros países eran maravillosas y fuera de lo común. Ejemplifican: “En las casas de cambio y en los cajeros automáticos no hay biombo o separación de vidrio o acrílico. No es necesario evitar que te vean extrayendo dinero, porque no corres riesgo de un asalto o robo”.
Además ellos visitaron el país en un momento de gran afluencia de turismo y escasearon las casas de rentas y hoteles. Notaron a muchos turistas extranjeros recurrir a las plazas y parques para pasar la noche, por lo tanto, percibieron presencia de policías en esos lugares con el fin de protegerlos a todos.
Este matrimonio de docentes argentinos a su vez participó en La Habana en la Marcha de las Antorchas, manifestación estudiantil realizada en la noche del 27 de enero en vísperas de un aniversario más del natalicio del líder independentista cubano José Martí, y entre los jóvenes desfilaron los miembros de las Fuerzas Armadas y del Orden Interior, sin atacar o agredir a nadie, sino dentro de la marcha como uno más.
Desde Bilbao en la península Ibérica, llegaron los vascos June Abarrategui y Cristian Varela, quienes recorrieron la capital cubana, el Valle de Viñales, Cienfuegos, Trinidad, Santa Clara y pasaron unos días en Cayo Guillermo, utilizando en los traslados los autobuses de la empresa cubana Viazul y autos colectivos. Para conocer mejor los sitios idearon caminatas en el interior de las ciudades

“A cualquiera que preguntamos una dirección nos respondía con amabilidad, e incluso preocupados por darnos detalles para entender mucho más, destaca Cristian un chofer de 31 años en su país. “En las casas de renta siempre recibimos el auxilio necesario para nuestra actividad, no importa que debiéramos levantarnos muy temprano o concluir tarde en la noche. Hubo disposición espontánea para servirnos sin tener en cuenta la hora o el tiempo, señala”.
Su pareja June de 27 años y trabajadora temporal en la gastronomía relata que con anterioridad viajaron a otras ciudades de Latinoamérica, donde los locales comentan recurrentemente de hechos delictivos, creando miedos en el turista. Les llamó la atención, que en las grandes urbes latinoamericanas, las casas están muy protegidas con muros altos, cercas y hasta guardias de seguridad para impedir la entrada de intrusos.
En Cuba, sin embargo ellos ven ventanas abiertas, personas charlando con sus vecinos en las aceras, niños realizando juegos infantiles en las plazas y calles, lo cual denota un alto grado de sociabilidad.
Cristian añade que el no hablar castellano pudiera considerarse una barrera, pero al observar la dinámica de la sociedad, el turista se maneja sin dificultad. “Yo aconsejaría venirse con la mochila al hombro, estar dispuestos a vivir experiencias diferentes, descontaminarse del stress del reloj y hacer camino al andar”, concluye.



















COMENTAR
Responder comentario