Del 2001 al 2007 la mansión de la calle K aledaña a la Universidad de La Habana permaneció cerrada tras un tiempo de reparaciones reabrió otra vez como Casa Estudiantil de la Universidad de La Habana. Los medios de prensa reseñaron el hecho como un hito en el rescate patrimonial, pero sobre todo como el retorno de un símbolo del crecimiento espiritual, la sede cultural de los jóvenes, hogar de los inquietos y los creadores.

Sin embargo, apenas un lustro después de aquella reparación capital, la decoración de los pisos superiores colapsó y el sitio necesitó otra etapa que restaurara dichos valores. Actualmente la sede se halla aún cerrada, prestando servicios solo su planta baja. Los salones de reunión y ensayo de los artistas aficionados, los espacios expositivos y de estudio deberán esperar el final en los próximos meses para otra reparación, un proceso que de alguna manera afecta la extensión universitaria y produce modificaciones en la vida del centro académico.
Esta intermitencia en el funcionamiento de las casas estudiantiles afecta no solo a la Universidad de La Habana (UH), por ello es válido indagar qué consecuencias tiene dicho fenómeno en la vida y la formación del estudiante.
LA EXTENSIÓN, PROCESO IMPRESCINDIBLE
A raíz del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes de 1978 en La Habana se establece la casona ubicada en la calle K, del vedado capitalino, como sede de reuniones de todo aquel movimiento. Mediante la Resolución rectoral No. 1269 del mencionado año, se confirmó la creación de la Casa del
Estudiante, cuyo objeto social es la realización de actividades culturales y recreativas.
La experiencia se extendió por toda la isla, y cada universidad escogió un local no muy separado del docente y cercano a las residencias, para que los estudiantes desarrollaran sus aptitudes como artistas o simplemente como personas sensibles. Se concibió de esa manera para que el proceso de extensión no afectara la docencia ni la investigación. Las universidades cubanas se ocuparon no solo de instruir, sino de forjar para el futuro al profesional entendido en varias materias y sobre todo comprometido con la transformación de la comunidad desde la cultura.
Para Odette Hernández Herrera, directora provincial de Extensión Universitaria en La Habana, el cierre de las casas estudiantiles significa perder ese espacio por excelencia. En el caso de la UH, se han buscado alternativas que reforzaron la vida cultural de las facultades, surgieron nuevas peñas e iniciativas.

Hernández precisa que los muchachos dieron rienda suelta a su habitual creatividad y la Biblioteca Central y la Plaza Agramonte se transformaron en puntos de encuentro. La cultura en la UH ha girado más en torno al retorno a las tradiciones universitarias y el rescate de la historia. En espacios como IDEARTE se convoca a concursos de diversas ramas artísticas, sobre todo de fotografía. Estatuas Vivientes, por otra parte, se establece como una iniciativa que evoca figuras de la cultura cubana y está marcada por la presencia de un artista aficionado y otro profesional. Al arte de las letras se dedica Jueves de literatura, especie de taller que mezcla el aprendizaje con la apreciación. La Peña de la Cafetera de la Facultad de Comunicación vincula lo divertido con lo serio, a través de charlas, encuentros, debates. Otras experiencias que marcan la vida universitaria capitalina son las Peñas de Filosofía, abiertas a la creatividad más amplia, así como el Proyecto Delta, que se propone hacer humor desde la ciencia y cuya popularidad superó los límites de la UH y los llevó a tener su espacio permanente en el cine La Rampa. La facultad de Derecho también es popular por sus iniciativas.
“La mayor dificultad que entraña este nuevo movimiento consiste en la lejanía entre las sedes académicas, ya que la UH está dispersa por la ciudad. Muchas veces falla la divulgación o simplemente los estudiantes no tienen tiempo para trasladarse. A ello se suma el hecho de que las facultades están concebidas para la docencia, la extensión no debe afectar los demás procesos propios de una universidad”, argumentó Hernández.
Ante la pregunta de Granma de cuál es el reto mayor de las Casas Estudiantiles en el presente, respondió: “Mantener una programación que compita con el consumo cultural que hoy existe a través de vías audiovisuales alternativas y los centros recreativos. La apertura de estos centros fortalece por tanto el trabajo ideológico con las nuevas generaciones”.
Odette Hernández aclara que, a pesar de las afectaciones en la UH, sí existen buenas experiencias en la Universidad de Ciencias Informáticas, que dispone de un centro para la recreación y los actos, con equipamiento y organización. Esto se previó, sobre todo, por la lejanía con respecto a la ciudad y lo necesario de que el extensionismo no dependiese de largos traslados.
Otras casas del estudiante como la de Ciencias Médicas y el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría se hallan cerradas, la primera en una reparación que marcha al 60 % de su cumplimiento, la segunda aún bajo un proceso de estudio y pendiente del Proyecto CUJAE, que pretende el rescate de la Casa Blanca, o sea el bello inmueble que actualmente solo tiene abierto el jardín para peñas y reuniones de la FEU.
Según precisiones de Odette Hernández, el cierre de las casas en esas universidades provocó la mudanza de la vida cultural estudiantil hacia la ciudad, hacia espacios como La Cecilia, El café cantante y Río Cristal, pero hay muchos estudiantes que no pueden pagar el arrendamiento y además, el consumo cultural en estos sitios no siempre está acorde con lo establecido en el objeto social del proceso extensionista de las casas estudiantiles.
“Por todo ello no es suficiente la vida cultural que se le da a un estudiante en una universidad que no cuenta con su casa del estudiante, el lugar diseñado para ello”, termina diciendo Hernández, quien desde su puesto de trabajo aboga por un extensionismo consciente, que se haga incluso desde las aulas.
José Balsinde, director de extensión universitaria del Ministerio de Educación Superior, declaró a Granma que la extensión integra el movimiento estudiantil con la cultura, y que dentro de la metodología es ideal y necesaria la casa del estudiante.
“Cuando se cierran, se pierde una posibilidad recreativa al alcance de todos los alumnos, a veces se recurre a variantes, sobre todo en provincia, donde el estudiante no dispone de la vida cultural capitalina. Hay que decir que se espera que el proceso de integración favorezca el funcionamiento de las casas estudiantiles, porque unificará presupuestos y se dispondrá de más de un espacio”, precisó Balsinde, quien ya menciona los casos de las universidades de Matanzas, Ciego de Ávila, Granma y Guantánamo; allí se integraron movimientos artísticos provenientes de escuelas pedagógicas, deportivas y de las casas de altos estudios del Ministerio de Educación Superior.
“En la medida que haya una casa del estudiante habrá un punto de convocatoria, un espacio neurálgico, la cultura tiene una capacidad formativa. Con ese espacio garantizado hay una oportunidad para consolidar la extensión, que atraviesa los demás procesos propios de una universidad”, concluye Balsinde.
EL HUMOR Y LA CIENCIA SE EXTIENDEN POR LA CIUDAD
Debido a la carencia de un local que sirva de centro para la vida cultural estudiantil, surgieron otros espacios; algunos demuestran su valía y quizá llegaron para quedarse. Tal es el caso del Proyecto Delta, una idea de estudiantes y profesores de la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana.
Para el joven profesor Fernando Rodríguez, uno de los impulsores de la iniciativa, se trata de una forma novedosa de hacer extensión universitaria, pues logran lo esencial: un impacto transformador hacia la comunidad desde el centro docente.
“Todo comenzó en el 2009, yo me quedé trabajando en la Universidad —nos cuenta Fernando— entonces asumí la organización de las peñas nocturnas que se hacían en las aulas. Imagínate, tratamos temas como las ecuaciones diferenciales y su aplicación a la hora de encontrar pareja. Los chistes eran bastante científicos, nunca pensamos en otro público ajeno a la especialidad. Para sorpresa nuestra, comenzaron a llegar estudiantes de otras carreras, incluso sus padres, las novias. El aula más grande se llenaba y la gente se quedó fuera, viendo la peña desde las ventanas. Ese público propuso mudar la peña de lugar, nosotros pensamos en un cine, donde a través de una red wifi local generáramos interacciones, chistes, espontaneidad, aprendizaje. Así surgió el Proyecto Delta, bajo el lema ‘De lo cotidiano a lo insólito’”.
Lo cierto es que para Laura Santana, David Darias, Amalia Gómez, Andy Teijelo y Gabriela Fernández, integrantes del Proyecto Delta, el espacio significa la sonrisa de todos los viernes, es una oportunidad para ahondar en la ciencia desde otro punto de vista. El cine La Rampa pudiera resultar pequeño para los más de 250 asistentes a las últimas presentaciones, cifra que va en ascenso. Entre el público habitual hay lo mismo estudiantes que trabajadores, también figuras de la cultura como los escritores Eduardo del Llano, Laidi Fernández y José Miguel Sánchez (YOSS), quienes a menudo participan. El Proyecto viaja con regularidad a los preuniversitarios de la ciudad, donde las presentaciones se centran en el aprendizaje de ciencias como la Matemática y la Física, pero ya con un matiz muy instructivo. Quizá por esa labor extensionista, los integrantes de Delta reciben hoy el apoyo de la Sociedad de Matemáticos.
“Como los integrantes somos científicos, cada uno aborda el Proyecto Delta y sus problemas desde su formación —abunda Fernando Rodríguez—. Por ejemplo, para Andy es un desafío muy interesante todo lo relacionado con la conectividad, las redes y los sistemas web que mantienen vivo el espectáculo. Amalia, David, Andy y yo tenemos un problema relacionado con cuál es la mejor forma de filtrar los mensajes y evaluar la calidad de los mismos para dar los premios. Para mí es un problema la mejor forma de preparar las diapositivas con las imágenes, los videos, y hacerlo de manera eficiente. Como somos científicos en activo, esos problemas los resolvemos con las herramientas que tenemos. Desde entonces se le han agregado unos cuantos sistemas wifi al Proyecto Delta, y eso se ha traducido en dos tesis de Licenciatura de Ciencias de la Computación, presentaciones en jornadas científicas estudiantiles, y proyectos de asignaturas y prácticas de producción de estudiantes de la facultad de Matemática y Computación. Queremos extendernos hacia otras ciencias y disciplinas, reflejar, por ejemplo, la Filosofía, la Comunicación, el Diseño; así realizaremos una extensión más integral”.
Pero más que extensión, el Proyecto Delta se propone estimular la inteligencia, el humor chispeante, generar un espacio auténtico donde la ciencia salga de la universidad y llegue a la comunidad. Se trata de una alternativa a las casas estudiantiles, sin dudas exitosa, pero ello no implica que se deba prescindir del espacio por excelencia de los estudiantes, de hecho, hay lugares de Cuba donde la extensión aún funciona según la metodología del MES, con las casas como centro neurálgico y punto de encuentro.
CASA DEL ESTUDIANTE Y DE LA CULTURA
Un buen ejemplo de cómo debe funcionar el extensionismo lo constituye la casa radicada en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, centro que, desde el arte, la literatura, el deporte, la recreación o las comunicaciones, por solo citar algunas de las actividades que allí tienen lugar cada semana, promueve los mejores valores que pueden distinguir a un ser humano.
“Se trata de un proyecto de mucho impacto en nuestro centro académico, el cual se integra con otras instituciones culturales de la propia universidad, como la biblioteca, el teatro o la sala de historia, además de fomentar los vínculos con el territorio y la comunidad en la que está insertada la prestigiosa casa de altos estudios”, aseguró a Granma Emilio Viamontes Fernández, Director de Extensión Universitaria en la Marta Abreu de Las Villas.
“Nuestro objetivo es propiciar espacios en los que se potencie la cultura integral que necesitamos, a partir de la recreación sana y la variedad de talleres desarrollados, en los cuales son abordados disímiles temas, entre ellos, la música, el cine, la literatura, el alcoholismo o las enfermedades transmisibles, por solo citar algunos ejemplos”, refiere Diuber Ernesto Martín Díaz, coordinador de la Casa del Estudiante en la UCLV.
La última ocurrencia de quienes dirigen la casa estudiantil es la creación de un cibercafé, sitio en el que los visitantes podrán reunirse para debatir cualquier tema o navegar a través de la wifi con acceso a Internet, a la vez que degustan un buen té u otro tipo de infusión.
De las actividades promovidas por la casa, una de las de mayor arraigo es La peña de la caña santa, dirigida por Carlos Abreu, un joven juglar que durante varios años ha incentivado el gusto por la trova entre los estudiantes, a partir de sus estrechos vínculos con el proyecto de la Trovuntivitis asentado en el Mejunje de Ramón Silverio.
De igual manera, resultan bienvenidos los proyectos Hino tsunami, destinado a promover los audiovisuales; el Manero, vinculado a las artes plásticas; Camarada Celeste, especializado en Literatura y El Cuerdazo, dirigido por Yuniesky Cabriales, un espacio destinado a enseñar a tocar guitarra, entre los más significativos.
“Entre las insatisfacciones, la directiva de la casa estudiantil refleja la posibilidad de poder contar con mayor capacidad de audio, mejorar la iluminación y disponer de algunos instrumentos musicales, los cuales permitirían ampliar el abanico de ofertas en bien de los jóvenes y de la comunidad”, destacó finalmente el jefe del Departamento de Extensión Universitaria, Emilio Viamontes.
EN DEFENSA DE LAS CASAS ESTUDIANTILES
Para los dirigentes de la Federación Estudiantil Universitaria, la extensión y la recreación es una prioridad, y aunque se buscan alternativas en aquellos lugares donde existe afectación, ellos consideran que las casas estudiantiles deben retornar como los espacios por excelencia para el desarrollo integral.
“En un debate de la FEU del año 2013, surgió un reclamo de los estudiantes por el funcionamiento de la Casa de la Universidad de La Habana —argumentó Yordan Bango, vicepresidente nacional de la FEU—. Se quería por aquel entonces arrendar el espacio a una cooperativa, para así mantenerlo funcionando, pero los estudiantes defendieron la idea de que el edificio permaneciera en manos de la institución. Yo en lo particular creo que son necesarias las casas estudiantiles, para promover el gusto, la estética, la participación, no solo para mantener una programación cultural. Sin lugar a duda a nuestras casas estudiantiles les pasó lo mismo que a las universidades, fueron envejeciendo, y hoy estos edificios tienen ese nivel de deterioro.
Pienso que toca a la FEU de cada centro el reclamo por su casa, pues las universidades determinan de manera independiente dónde colocar sus presupuestos para la reparación, el mantenimiento y la restauración de inmuebles. A veces, ni siquiera la institución puede hacer frente al costo, conozco el caso de Camagüey, donde solo mediante el apoyo del gobierno se logró el retorno de la casa estudiantil, previo reclamo de la FEU”.
“A partir de situaciones estructurales de estas casas estudiantiles, fuimos creando alternativas, como es la firma del convenio FEU-MES-Mincult, que recoge el compromiso de los tres organismos para la realización de las actividades extensionistas —explicó Wendy García Toledo, quien dirige la esfera cultural de la FEU—. Así se estableció la responsabilidad de apoyar a las universidades en el desarrollo de las diferentes manifestaciones culturales. Incluso los centros nocturnos entran en el convenio, hay experiencias positivas en algunas provincias donde los estudiantes ponen el talento aficionado”.
“Nada de eso sustituye la casa estudiantil el espacio propiamente de la FEU. Las alternativas no son soluciones, sino paliativos. Incluso hay casos de provincias donde este convenio no está funcionando como debe. Siempre que las casas funcionan, el movimiento de artistas resulta excepcional. Yo sé del ejemplo de Holguín, donde la comunidad acude a consumir el talento artístico aficionado que se presenta en la casa estudiantil; también tengo referencia del buen trabajo que se hace en Santiago de Cuba. La extensión está concebida como un todo, donde se accede a la cultura de forma integral y gratuita, sin que medien convenios ni arriendos”, aseguró García Toledo.
Aunque las alternativas han servido para sostener de alguna manera la extensión y la recreación, y algunas soluciones tienen un éxito rotundo como es el caso del Proyecto Delta; las casas estudiantiles se mantienen entre los reclamos de la FEU en cada universidad, donde no solo se requiere mantener el inmueble, sino el apoyo en cuanto a instrumentos musicales, telas para los vestuarios, equipos de audio de mayor potencia, porque para hacer cultura no basta con el entusiasmo juvenil.
“Muchos de los grandes artistas de este país han salido del movimiento de artistas aficionados de la FEU —acotó Yordan Bango— esas casas son el lugar por excelencia, donde tiene lugar dicho desarrollo, por ser donde se ensaya, donde hay una vida creadora”.
Es la extensión ese proceso que atraviesa los demás procesos educativos de un centro de enseñanza. Los resultados sobresalientes en materia cultural y artística avalan la necesidad de garantizar los espacios y las gestiones imprescindibles.
“Si estuvieran las condiciones, todo sería casi perfecto, pero aún con carencias, el movimiento artístico está, porque los estudiantes pasan por encima de las limitaciones. Sí falta un pensamiento más integral a la hora de hacer extensión, que cada parte juegue su rol, no solo la FEU, sino la universidad, cuyo encargo estatal está comprometido con la formación integral del estudiante. La casa estudiantil es y será nuestra casa por excelencia”, argumentó Yordan Bango.


                        
                        
                        
                    





    
    










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