ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
La experiencia fue inolvidable, me considero mejor médico y persona después de eso, dice Ferrera Calunga. Foto de la autora

El doctor Roger Ferrera Calunga no podía imaginar que aquel 24 de septiembre del 2014 le cambiaría la vida, pues tendría que elegir entre el cumplimiento del deber moral y el bienes­tar personal. Nada hay que prepare para una situación extrema, solo experimentarla posibilita la respuesta que define a los hombres en su condición humana.

“Hubiera preferido irme a una guerra, por lo menos tendría armas con que defenderme y localizar al enemigo, el ébola es una enfermedad infecciosa de la que poco se conoce y las posibilidades de contagio son muy am­plias”.

Ferrera Calunga, especialista en Medicina General Integral y en Cirugía General, del Hos­pital Militar Central Doctor Luis Díaz Soto, del municipio de La Habana del Este, tiene el alto honor de haber integrado la brigada Henry Reeve que combatió el virus del ébola en Liberia.

El doctor Roger Ferrera Calunga formó parte de la brigada médica cubana que combatió el ébola en Liberia. Foto: Ronald Hernández

La epidemia del ébola fue causada por un brote en África Oc­cidental, originado en diciembre del 2013 en Guinea Co­na­kry y extendido después a Liberia y Sierra Leona, fundamentalmente. En dos años ocasionó más de 28 000 contagios y cerca de 11 000 muertos.

El médico afirma que la primera reacción de la familia fue de espanto. Luego, se adaptaron a la idea de que era posible ir, mantenerse vivo, cumplir con la misión encomendada y regresar: “Me apoyaron en todo momento”.

“Días después de aceptada la propuesta nos llevaron a la unidad central de colaboración, donde nos prepararon y dábamos ánimo mutuamente sin dejar de sentir miedo. Nunca un médico cubano se había enfrentado a una enfermedad de tal magnitud. La última vez que había ocurrido un brote tuvo una mortalidad de más de un 90 %, incluyendo a los pacientes y todo el personal médico que los atendía. El presentimiento era que muchos de nosotros no íbamos a regresar”.

El grupo que integraba el doctor salió rumbo a Liberia el 21 de octubre del 2014 y regresó seis meses después, el 21 de abril del 2015, antes de lo que se esperaba, con el deber cumplido y sin contagiados.

“El primer día en la zona roja, que es como se llamaba el lugar donde residían los pacientes, estábamos muy nerviosos, además, el traje nos hacía sudar tres o cuatro veces lo que normalmente sucede en un país tropical. A eso se suma que la visibilidad era limitada, no se podía ni caminar, se perdían muchos reflejos, es muy difícil al no estar acostumbrados a ese tipo de manejos. Con el paso de los días nos fuimos acostumbrando”.

“Una semana después extrapolamos el trabajo que hacíamos en Cuba, disipamos el miedo sin perder la cordura. Comienzas a tomarte el problema como tuyo, a sufrir las muertes de los niños y las familias enteras y alegrarte por los pacientes que sobreviven. Empiezan las relaciones médico-pacientes al estilo cubano, hasta donde las circunstancias lo permiten”.

“En ocasiones, los niños ingresaban caminando y paulatinamente se iban depauperando, hasta fallecer. La mirada de un pequeño que agoniza fue lo más desgarrador, y lo peor no contar con los recursos para hacer todo lo que quisiéramos. Con varios casos la opresión en el pecho era tan grande que no podía­mos reprimir las lágrimas porque nos recordaban a nuestros hijos. Solo las máscaras fueron capaces de contener el dolor que esto me provocaba”.

“Cuando supimos de la existencia de las vacunas nos alegramos mucho, porque era un sueño muy difícil de lograr. El hecho de que se hicieran grandes estudios, se emplearan fuerzas, recursos humanos y económicos para esto, vale más que sacar al mercado un fármaco, que normalmente demora años en comenzar a utilizarse. Nunca pensamos que llegaría tan rápido, por lo que la premisa siempre fue protegerse y saber que el control de la epidemia no iba a ser por la vacunación, sino por los cuidados”.

Hoy, Roger recuerda que la acogida de los liberianos al principio fue escéptica. “A veces  preguntaban si pertenecía a los Estados Unidos, no tenían ni idea de qué parte del mundo ve­nía la mano amiga, pero sí estaban seguros que era ayuda”.

Los cubanos llegaron cuando el ébola estaba en el momento de mayor prevalencia y este comenzó a disminuir casi enseguida. “Era una casualidad y al ser tan  supersticiosos lo vieron como una señal de que entonces, iba a finalizar. El agradecimiento del pueblo fue muy grande”.

“Resultó determinante la colaboración no solo por la labor desempeñada, sino por la influencia lograda en los médicos de los demás países. La epidemia demostró que sí se puede aunar esfuerzos con un objetivo común sin importar las creencias religiosas y las diferencias políticas. Cubanos y estadounidenses lograron trabajar unidos en circunstancias en las que aún no era una realidad el restablecimiento de relaciones”.

“La epidemia del ébola me cambió, ahora miro la vida de un modo diferente. Como profesional me siento aún más comprometido, pues vi el sufrimiento de los pacientes y sus familias al tener la muerte pisándoles los talones y eso te hace más sensible, más dedicado. La experiencia fue inolvidable, me considero mejor médico y persona después de eso”.

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Marco Antonio Franco Cordón dijo:

1

20 de enero de 2016

09:39:32


Usted y sus compañeros son héroes, mi más ferviente admiración por todo lo que hacen por los más pobres del mundo, por los que no pueden pagar por su salud y su vida. He visto en Guatemala que caminan por senderos y montañas, sorteando toda clase de dificultades y peligros para llevar consuelo y curar enfermos, atender partos y salud preventiva. Con ustedes el término solidaridad alcanza insospechadas dimensiones. ¡Viva Cuba!

Miguel Angel dijo:

2

20 de enero de 2016

12:19:25


Felicidades a estos valientes combatientes del Ejército de batas blancas de la Brigada Henry Rive, que han realizado varias misiones de este tipo, en situación de catástrofes en varios continentes, especialmente a mis colegas de los Hospitales Militares Centrales, "Dr Luis Díaz Soto", "Carlos J. Finlay" y otros. Héroes anónimos por amor y solidaridad humana. Felicidades a Sheila Noda Alonso por su excelente trabajo.

Ronald dijo:

3

20 de enero de 2016

16:43:29


Mis respetos para Roger y el resto de los integrantes de las Brigadas Médicas, que combatieron la epidemia de Ébola en África Occidental, en lo personal admiro a ese hermano con el que compartí meses de duro trabajo, por su calidad humana, conocimientos y altruismo, con profesionales asi se hace realidad aquella frase de nuestro invicto Comandante en jefe de que un mundo mejor es posible, gracias a Sheila por reflejar la realidad de un momento Histórico para muchos.

dolky menendez delgado dijo:

4

20 de enero de 2016

18:47:19


Dr uds son mas q heroes no tengo palabras para agradecerles lo q hicieron por ese pais tan pobre donde no tuvieron ni eñlmenor intento de retroceder esos son los verdaderos profesionales y revolucionarios yo me emcuentro en venezuela estado portiguesa cdi manuel padilla cumpliendo con el deber q mi patria me envia soy instrumentista y aqui he aprendido ms q el humanismo algo bello la solidaridad el respeto y la admiracion del pueblo venezolanoe voy dentro de 5 meses con el orgullo y ña satisfaccion de haber salvado varias vidas de mis propios colaboradores y la de los venezolanos ud cumplio al igualque yo con fidel Raúl y la revolucion dispuestos estamos a volver en donde se nos indique yo naci en el hospital militsr dr luis diaz soto hace 43 años vivo en micro x alamar y trabajo como licenciada en enfermeria en hospital Miguel enrriquez benefica algun dia quisiera conocerlo hasta pronto colega

A. Andrés dijo:

5

20 de enero de 2016

20:56:21


Hombres todos ustedes (entiéndase femeniles y masculinos) dignos de toda admiración y cualquier respeto. Ayudar al proximo es una acción intrínseca al ser humano... confiar en nuestra naturaleza hace inmenso nuestro alrededor. (...) Unidos, haz bien, dondequiera que estés... eres tu, nosotros (...)

Mariluz dijo:

6

21 de enero de 2016

09:05:37


Nuevamente nos sorprende esta joven estudiante de periodismo con este maravilloso artículo, es humanamente enriquecedor para el alma de todos los cubanos que admiramos tanto el trabajo de los internacionalistas, de los médicos, de los que como Roger fueron capaces de incorporarse sin vacilación para adentrarse en lugares como Liberia donde la epidemia era un hecho con magnitudes exigentes dado que podía causar la muerte de muchos incluyendo la de los médicos. Gracias a la periodista por permitirnos sentir junto a este medico los sentimientos de solidaridad, amor y entrega que vivieron en esos días, llegan nuestras lagrimas.Nuevamente Felicidades para Sheila Noda Alonso en su trabajo periodistico.

Isel dijo:

7

22 de enero de 2016

12:06:01


Coraje, amor, ejemplo, valentía, cuanto pudiera decirse de todos los cubanos que componen esa brigada y tantas otras . Verdaderos mensajeros de la paz y el amor, exponiendo sus propias vidas en cualquier lugar del mundo. Que Dios nos proteja siempre!

Zenaida Camacho Hernández dijo:

8

22 de enero de 2016

15:05:24


Agradecemos siempre actitudes como estas que ponen en alto la dignidad, coraje y decoro de los que sentimos la Patria en el corazón, los cubanos. El personal de la salud ha sido ejemplo ante el mundo por cumplir siempre con el compromiso y palabra empeñada, a todos ellos, a la seño María de las Nieves Camacho y al Dr Roger Ferrera Calunga, por su altruismo, muchas gracias!!!!

José Ignacio Reyna Dieguez dijo:

9

30 de enero de 2016

13:10:54


Muchos mas médicos