ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Mariceli intenta que sus lecciones trasciendan el marco de una asignatura o especialidad y se conviertan en enseñanzas de vida. Foto: Anabel Díaz Mena

Era el año 1975 y Armando González Pu­yol trabajaba como profesor de matemática en un preuniversitario de la capital. Quiso la casualidad que ese maestro —un día que él recuerda con exactitud— llegara a la Aca­de­mia Naval de las Fuerzas Armadas Revo­lu­cionarias (FAR) Granma para enseñar a sus alumnos mucho más que complejas fórmulas y ecuaciones.

Han pasado 40 años y hoy es el jefe de la cátedra de matemática de este centro de nivel superior. Carga en su memoria un sin número de recuerdos: es un libro andante y al hablar se le nota que se siente cómodo con su traje de maestro: “Mis estudiantes son mi razón de ser, la razón de mi trabajo y las relaciones con ellos no solo en el plano académico, sino afectivo, son lo más importante. Es justamente lo que más me satisface: la gratitud de esos muchachos, el reconocimiento de la familia. A veces pasan años y en la calle el alumno te llama, te recuerda, ahí está la recompensa mayor; es el regocijo que nos queda de la labor cotidiana acá. El saludo en el pasillo, la conversación informal sobre pelota o política, la preocupación por el que estuvo o está enfermo… eso nos acerca mucho a nuestros alumnos”.

El también doctor en Ciencias reconoce la importancia de la superación profesional y la preparación metodológica sistemática en las universidades militares y en cuanto a las peculiaridades de la docencia explica que los programas de estudio de estas asignaturas comunes a todas las ingenierías se corresponden con los generales a nivel internacional y nacional, lo cual no impide que se introduzcan o profundicen contenidos afines a las especialidades que se cursan.

“Por ejemplo la matemática impartida a un geógrafo geodésico va dirigida a las necesidades cognoscitivas del profesional de esa carrera, que son diferentes a las demandas que tiene el ingeniero radioelectrónico o el ingeniero mecánico o el oficial de mando táctico. Estas distinciones sirven sobre todo para motivar al alumno en tanto el conocimiento que recibe está en función de su futura actividad profesional”, apunta.

Al decir de Puyol, las instituciones docentes de las FAR en general son privilegiadas porque cuentan con los recursos materiales necesarios para la capacitación de sus profesores y estudiantes: polígonos, simuladores, aulas especiales, laboratorios. Agrega, que si bien en estos centros se organizan maestrías y doctorados, se da también la oportunidad al personal docente de cursar esos niveles de posgrados en cualquiera de las casas de altos estudios del país.

“No faltan las sesiones científicas, los talleres metodológicos y muchos otros espacios de actualización y socialización de la ciencia y el conocimiento para contribuir a elevar la calidad del proceso docente educativo, la formación de oficiales y la superación del personal de las unidades navales de las FAR”, enfatizó.

La Academia Naval Granma es tal como la describe el profesor Puyol, un centro de altos estudios de hombres del mar, con calidad certificada por la Organización Marítima Inter­nacional para emitir títulos internacionales, que desde 1960 hasta la fecha ha realizado 50 graduaciones y egresado más de 7 000 marinos para las Fuerzas Armadas y los diferentes órganos de la Administración Central del Estado.

A la capitán de fragata, Mariceli Paz Cañet no fue precisamente el azar lo que la llevó hasta allí. El intento fallido de ingresar a los camilitos no le quitó las ganas de estudiar una carrera militar. Por eso en el año 1986, ya graduada en la escuela pedagógica José Martí, tras una convocatoria ingresa a la Escuela Interarmas de las FAR General Antonio Ma­ceo. Después de transitar por varias unidades militares vuelve al magisterio, pero esta vez como era su deseo: siendo una oficial. Hoy es segunda jefa de la cátedra de Ciencias Sociales de la Academia Naval, pero el camino —se­gún ha contado— no fue fácil.

“En­se­guida noté que mi formación era muy inferior a la del resto de los profesores de la cátedra, la mayoría de 20 y 35 años de experiencia y me preocupé”.

Pero la constancia y el sacrificio, cualidades inherentes al magisterio y a la carrera militar, unidas a la dosis de inteligencia y pasión que hacen falta para escalar peldaños profesionales le ganaron en diez años los títulos de máster y doctora en Ciencias Pedagógicas.

Como si estuviera en el aula y con tono de lección, recalca que la gran tarea del maestro en una escuela militar o de cualquier otro tipo es enseñar a pensar al alumno y prepararlo para enfrentar con independencia y de forma creativa los problemas de su profesión. “El hecho de que sea militar la naturaleza del asunto, no riñe con la cualidad de la creatividad; las misiones más complejas de un oficial requieren inventiva, talento e iniciativa”.

LA FORMACIÓN DE PREGRADO Y POSGRADO EN LAS FAR

El coronel José Miguel Valdés Portal, jefe de departamento del Minfar comentó que el país cuenta con 20 escuelas de Camilitos y ocho escuelas de nivel superior, en las que ejercen más de 3 000 docentes (oficiales y profesores civiles), de los que aproximadamente 200 exhiben títulos doctorales. “Hoy la cantidad de profesores garantiza la cobertura docente en las escuelas Camilitos y el 50 % de ellos ostenta el título de máster. Tales logros se deben sobre todo a la estabilidad y el sentido de pertenencia del personal docente de las instituciones militares”.

En la Academia de las FAR, General Má­xi­mo Gómez Báez, Orden Antonio Maceo y Car­los J. Finlay, cursan estudios de posgrado oficiales de todo el país. Al entrevistar al coronel Rolando Veloso Zamora, profesor que ya lleva una veintena de años ejerciendo la docencia en esta institución, señala que la superación de los oficiales es esencial ya que no solo se limita a sistematizar y profundizar contenidos netamente de las ciencias militares, sino de cultura general, lo que contribuye a un mejor desempeño en las funciones de mando y dirección de las tropas.

Pero para llegar hasta la Academia ha de transcurrir un largo camino en la carrera militar que por lo general comienza en las escuelas de Camilitos. Raiza Nápoles, quien desde el 2000 es profesora de matemática de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos de Cap­devila, en La Habana, habla del rigor y la disciplina con que se forma el bachiller en estos centros. Con la experiencia de haber transitado por otros niveles de enseñanza en instituciones civiles, reconoce que el magisterio como pieza del mismo puzzle encaja con la doctrina militar y que a la postre, ambas se convierten en una forma de vida.

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raymond dijo:

1

23 de diciembre de 2015

07:54:13


Al leer tu escrito Lauren, me hiciste recordar mis años de guardiamarina en esa institución, al profesor Armandito como le decíamos cariñosamente, a mi profesora Mariceli y a todo el claustro de profesores que tuve la oportunidad de compartir con ellos y que me brindaron todo su apoyo en mi formación profesional y personal. Para todos ellos mis felicitaciones.

raynald de la nuez montes de oca dijo:

2

23 de diciembre de 2015

19:27:10


No me canso de Mirar esta foto gue uniforme tan hermozo el de los estudiantes y el de la profecional de la enseñanza gue hermoza foto dios mio se parece al uniforme de los estudiantes de marina naval de estados unidos desde miami Raynald de la nuez montes de oca thank you so much god bless cubaaaaaaaa