ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Jorge Luis explica que desde el principio, su proyecto ha tratado de romper el mito de que los químicos son imprescindibles para producir. Foto: Ronald Suárez Rivas

Jorge Luis Prats lo dice con orgullo. “Nosotros no utilizamos químicos. Aquí todo es natural”

Desde que decidió emprender, hace siete años, la creación de un vivero de frutales y plantas ornamentales, lo hizo con el propósito de evitar los esquemas tradicionales, para fomentar un tipo de agricultura enfocado en “lo que la naturaleza da”.

“La intención es romper el mito de que todo lo tenemos que hacer con químicos, y demostrar que sin ellos también se puede producir alimentos”.

Sobre la base de la sostenibilidad, se comenzaron a dar los primeros pasos para transformar un microvertedero ubicado en la ribera del río Guamá, en las afueras de la capital pinareña, en un valioso proyecto del que se obtienen más de 120 variedades de posturas. “Del aguacate, por ejemplo, tenemos la escalera completa, para poderlo cosechar durante todo el año. Esto es algo que ya se empieza a ver en la producción, a partir de las plantas que hemos aportado”, considera Jorge Luis.

Además han desarrollado la cría de peces y de ganado menor, y comenzado la plantación de frutales.

“Todo esto en contra de mucha gente, que decía que no se podría lograr, porque la topografía del terreno no es la más propicia, pero hemos hecho terrazas y en ellas montamos los canteros”.

Como Jorge Luis, muchos otros campesinos se han incorporado al movimiento agroecológico en Vueltabajo.

Noelia Víctores, su coordinadora en la provincia, precisa que son más de 5 800 los productores que forman parte de esta iniciativa, y que combinan las acciones de conservación de suelos, mediante la incorporación de materia orgánica y de barreras vivas para evitar la erosión, la obtención de abonos naturales como el humus de lombriz, la aplicación de medios biológicos para el control de las plagas, y el uso de energías renovables, entre otras.

“Hay algunos que realizan hasta 12 prácticas diferentes”, explica Noelia.

Según la especialista, todo comenzó en 1997, ante la falta de insumos agrícolas originada con el periodo especial, y también por la necesidad del cuidado de los suelos.

“Se identificó a los campesinos que empleaban este tipo de técnicas por tradición, y se fueron sumando al movimiento”. 

Mediante talleres de intercambio y otras acciones de capacitación, las filas han continuado creciendo durante todo este tiempo.

“No es solo una cuestión de recursos, sino también de lograr una alimentación más sana”, señala Noelia.

“Aquí el suelo lo hemos hecho nosotros”, asegura Daniel. Foto: Ronald Suárez Rivas

Así también lo considera Daniel García. Al cabo de poco más de 12 años vinculado al movimiento agroecológico, asegura que los resultados sorprenden. “Aquí lo que había de capa vegetal no era nada. El suelo lo hemos hecho nosotros”.

Primero de forma empírica, y luego aplicando los conocimientos adquiridos en cursos y eventos, Daniel ha logrado sacar un gran provecho de lo que siempre fue un terreno ondulado y pedregoso.

Tenemos 36 tipos de frutales y 240 matas de café, y cosechamos frijoles, tomate, lechuga, col.

Unido a ello, ha desarrollado la cría porcina —cuyos residuales son utilizados para generar biogás—, la lombricultura, y la piscicultura en la laguna que usa para el riego. Y para cerrar el ciclo productivo, ha creado una mini-industria, y una juguera que funciona las 24 horas en el principal hospital de la provincia.

“Esta finca queda en una loma, y cada vez que llovía, el arrastre no dejaba nada. Así que fuimos colocando barreras vivas y muertas, que evitaran la erosión. Paralelamente, sembramos canutillo, una hierba que forma una especie de colchón en el suelo, y cuando íbamos a cultivar algo, nada más hacíamos un huequito en el sitio de la postura”.

Teniendo en cuenta sus resultados, el lugar fue escogido para funcionar como un aula demostrativa de la Universidad Hermanos Saíz de Pinar del Río, para la carrera de agronomía. Desde acá además se han capacitado otros campesinos de la CCS José María Pérez, y de varios territorios de Vueltabajo.

“El uso de la agroecología, nos ha permitido lograr producciones sanas, sin agredir el medio ambiente. Por otra parte, nos da la posibilidad de generar todo lo que necesitan nuestras plantaciones.

“Anteriormente había que ir a la cooperativa a pedir el abono y los demás insumos, que son caros y muchas veces escasean.

“Hoy ,en cambio, garantizamos todo eso aquí mismo, con medios biológicos que controlan las plagas, y con materia orgánica”.

A pesar de tales virtudes, el número de personas que siguen pendientes de los barcos cargados de pesticidas y fertilizantes para producir, todavía es muy alto.

Al respecto, Noelia reconoce que aun cuando hay cerca de 6 000 campesinos vinculados al movimiento agroecológico, el potencial de la provincia es cinco veces mayor. De ahí la necesidad de continuar sumando fuerzas a una causa que cada vez tiene más seguidores en todo el mundo, por el daño probado que provocan los químicos al medio ambiente, y a la salud del hombre.

COMENTAR
  • Mostrar respeto a los criterios en sus comentarios.

  • No ofender, ni usar frases vulgares y/o palabras obscenas.

  • Nos reservaremos el derecho de moderar aquellos comentarios que no cumplan con las reglas de uso.