En marzo de 1933 y a propuesta de la delegación cubana, los participantes en el IV Congreso de la Asociación Médica Panamericana, efectuado en Dallas, Estados Unidos, aprobaron por unanimidad instituir el 3 de diciembre como Día de la Medicina Americana.
La iniciativa tuvo el justo propósito de perpetuar la conmemoración del natalicio de nuestro más universal científico, el doctor Carlos Juan Finlay, ocurrido en la entonces Villa de Puerto Príncipe (actual Camagüey), en esa propia fecha de 1833.
Hombre modesto, perseverante, acucioso observador y trabajador infatigable, Finlay tuvo el extraordinario mérito de descubrir una nueva forma de contagio de las enfermedades epidémicas, en este caso de la fiebre amarilla, a través de un agente biológico transmisor intermedio.
Dicho hallazgo representaba una ruptura con las concepciones prevalecientes hasta entonces en la medicina, según las cuales las dolencias solo podían diseminarse por contacto directo entre las personas o debido a la influencia de un factor ambiental.
Pero fue más allá e identificó a la hembra del mosquito hoy denominado Aedes aegypti como el sujeto capaz de pasar el mal de un individuo enfermo a
uno sano.
Tan geniales aportes se inscriben entre las grandes conquistas científicas del hombre en todos los tiempos. Según resalta su biógrafo, el ya desaparecido doctor José López Sánchez, en ningún caso anterior a Finlay la historia de la medicina registra el hecho de un investigador que formulara una concepción teórico-práctica, cuya aplicación diera resultados sumamente exitosos.
A lo anterior se añade que logró producir formas atenuadas de la fiebre amarilla en las personas, algo que le posibilitó estudiar en mejores condiciones y comprobar la veracidad de sus teorías, además de diseñar las recomendaciones higiénicas destinadas a la eliminación del mosquito en los propios criaderos.
Verdadero precursor de la lucha antivectorial hace más de 110 años, nadie pone en duda hoy la eficacia de los postulados de Finlay en este campo para erradicar numerosas enfermedades.
Con el decursar de la nueva etapa histórica iniciada en Cuba el Primero de Enero de 1959, la efeméride del 3 de diciembre devino en Día de la Medicina Latinoamericana y del Trabajador de la Salud, ocasión en la que cada año nuestro pueblo renueva el tributo de admiración y respeto hacia la abnegada y altruista labor de médicos, enfermeras, técnicos y demás personal del sector.
Ellos siempre tendrán en Finlay un paradigma de humanismo, profesionalidad, desinterés, consagración, y voluntad para sobreponerse a las adversidades, en el cual inspirarse.



















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Joel Córdova dijo:
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3 de diciembre de 2015
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Bárbara Glez Pérez dijo:
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Ocambo dijo:
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adal dijo:
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