
PINAR DEL RÍO.— Si las cosas se hubieran hecho bien desde el principio, hoy estas líneas hablarían de toneladas producidas y de beneficio social para miles de embarazadas y niños menores de cinco años del occidente de Cuba, y quizá hasta de todo el país.
Pero las irregularidades en la adquisición, el montaje y puesta en marcha de una planta para la obtención de alimentos fortificados en polvo han torcido el rumbo de este reportaje.
Esta es la historia de una fábrica que costó más de un millón de dólares y debió echar a andar en el 2014, sin embargo, todavía no ha logrado funcionar.
El 19 de noviembre del 2013, en estas mismas páginas, habíamos anunciado el inicio de las pruebas para el ajuste del equipamiento. Especialistas del Instituto de Investigaciones de la Industria Alimentaria explicaban entonces que la planta tendría la misión de elaborar dos formulaciones que por primera vez serían llevadas a escala industrial.
Una de ellas era un cereal dirigido a los niños de entre seis meses y dos años de edad que tuvieran anemia, y la otra estaría en función de los pequeños entre dos y cinco años, embarazadas y madres que estuvieran lactando.
Además, aseguraban que también se deberían asumir otras producciones que se realizaban en Bayamo, en una instalación con limitaciones tecnológicas para lograr los volúmenes demandados.
Tal era el caso del Lactosán, un cereal para los bebés que no pueden ser amamantados por sus madres, y el Materlac, destinado a las gestantes con problemas de desnutrición.
También señalaban la posibilidad de obtener el Prolacsin, un alimento para los niños que hacen intolerancia a la leche.
Emilia Aguirre, especialista principal de tecnología y desarrollo en la Empresa de Productos Lácteos de Pinar del Río, donde se ubicó la fábrica, afirmaba que, a grandes rasgos, el nuevo equipamiento permitiría la preparación de mezclas líquidas a base de leche, soya, arroz y otras materias primas, que luego serían convertidas en polvo.
Capaz de alcanzar las cuatro toneladas diarias de producción terminada —según el catálogo—, la planta no solo estaría en condiciones de cubrir las necesidades del país de estas cinco formulaciones, sino de apoyar la elaboración de algunos sustitutos lácteos demandados en varias industrias, y que hasta ese momento se importaban, añadía Emilia.
DEL DICHO AL HECHO
Al cabo de dos años, nada de esto ha podido concretarse. María Elena Cabrera, directora general de la Empresa de Productos Lácteos de Vueltabajo, comenta que no se ha logrado poner en marcha la industria, y por consiguiente, tampoco se ha cumplido la elaboración de ninguno de los surtidos previstos en el plan de la economía.

“Hay varios problemas que no se han resuelto, relacionados, entre otros aspectos, con el conducto de extracción de gases, las uniones de las tuberías, el mezclador de vitaminas, y la insuficiente cantidad de martillos acoplados al equipo de secado, para ayudar al desprendimiento del polvo que se queda pegado en sus paredes”, dice.
“Durante las pruebas, hemos llegado a obtener algunos productos como el Materlac y el Lactosán, pero con parámetros de pérdidas muy elevados, de alrededor de un 20 % de la materia prima que se emplea, cuando lo correcto es que no pase del 5 %. Por tanto, la ineficiencia es muy grande”, agrega.
El otro inconveniente está relacionado con el sistema de limpieza, que según los especialistas posee insuficiencias de diseño. Sergio Luis Santaya, director de producción de la entidad, admite que hay lugares dentro de la línea que no se pueden limpiar, porque los conductos son inaccesibles, y no tienen compuertas para hacer un desempolvado.
Con el paso de los días, los restos de formulaciones terminadas crean un nivel de microorganismos que contaminan las producciones siguientes, advierte Santaya.
Sin dudas, dos defectos incomprensibles en una industria nueva.
Emilia Aguirre explica que la planta es de procedencia india y fue comprada y donada a Cuba por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como parte del programa de lucha contra la anemia.
No obstante, especialistas cubanos validaron la adquisición de la tecnología, e incluso hicieron recomendaciones al fabricante.
Además, nuestro país debió asumir la obra civil, con un costo de 729 000 pesos, de ellos más de 200 000 en CUC.
Yanoski Calderín, vicetitular del Ministerio de la Industria Alimentaria (Minal), reconoce que si bien la planta fue financiada por la FAO, nuestros especialistas intervinieron en la parte de la aceptación técnica.
EN BUSCA DEL POR QUÉ
Álvaro García, asesor del Minal en la actualidad, y director del Instituto de Investigaciones de la Industria Alimentaria en el tiempo en que se decidió la inversión, argumenta que cuando se compra una planta de este tipo, no hay cómo darse cuenta de que faltan martillos neumáticos, o cualquier otra de las deficiencias presentadas.
“Usted puntualiza las cosas fundamentales, porque no es especialista en la construcción de este tipo de industrias. Cuba nunca ha construido esto. Si nosotros supiéramos hacer el diseño, hubiéramos hecho la fábrica completa.
“Uno lo que les dice (a los fabricantes) es que debe tener determinada capacidad, que tiene que ser de acero inoxidable.
Esta es una firma que se supone que ha hecho otras fábricas, y no va a experimentar contigo. Entonces usted supone que todo eso va a funcionar”.
Sin embargo, en cuestiones económicas, y con grandes cifras de dinero por medio, la vida ha demostrado muchas veces que no bastan las suposiciones, y que la superficialidad y las ingenuidades se pagan bien caro.
Por otra parte, el hecho de que el país no produzca determinada tecnología no justifica la adquisición de medios defectuosos por desconocimiento de quienes tienen la misión de validarlos y de velar por que los recursos del Estado se empleen correctamente. ¿Adónde iría a parar la economía cubana si toda la maquinaria y el equipamiento que debe comprarse en el exterior, porque aquí no se fabrica, presentara la misma situación que la planta pinareña?
¿AL FINAL DEL TÚNEL?
Tras haber intentado sin éxito la puesta en marcha en una primera oportunidad, especialistas de la India volvieron a Pinar del Río a mediados de este año para tratar de resolver los problemas presentados por su tecnología, pero retornaron a su país sin poder cumplir el propósito del viaje.
“Luego de esta segunda visita con la intención de solucionar las dificultades que ya se habían identificado en su primera estancia, la mayoría persiste”, asegura la directora de la Empresa.
“No hay dudas de que ellos no fueron capaces de poner la planta a funcionar durante el proceso normal de puesta en marcha”, coincide Álvaro.
Ante esta situación, el viceministro del Minal explicó que la indicación es echar a andar la planta con medios propios. “Ya está aquí, así que decidimos ponerla a funcionar.
“Nuestros especialistas han visitado otras plantas del país que no son iguales, pero pudieran dar una idea de lo que se debe hacer”.
De este recorrido surgió, por ejemplo, la decisión de ubicar compuertas que permitan la limpieza manual en los lugares más “intrincados” de la línea.
“Hubo un momento en el que llegamos a dudar de si la planta servía para secar o no, y hasta dijimos que si no se lograba, había que quitarla, pero se han hecho modificaciones y ajustes que han dado resultado.
“Todavía no hemos podido acoplar todos los elementos tecnológicos que permitan un flujo productivo estable, ni los requerimientos de limpieza necesarios para garantizar la inocuidad del producto”, reconoce Calderín. A pesar de ello, asegura que no hay dudas de que es posible echarla a andar, y obtener las formulaciones que se pensaron desde el principio.
Para ello, varias estructuras subordinadas al Minal tienen la encomienda de ayudar al lácteo pinareño a realizar las adaptaciones pertinentes.
Según el funcionario, después de dos años de intentos fallidos, la industria pudiera entregar sus primeras producciones antes de que finalice el mes de diciembre.
Se cumpla o no, lo cierto es que ya la planta de alimentos fortificados en polvo de Pinar del Río ha establecido un récord en materia de ineficiencia, en tiempos en que el General de Ejército Raúl Castro Ruz ha señalado que la batalla económica constituye más que nunca nuestra tarea principal, y los lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido dejaran bien clara la necesidad de desterrar la falta de profundidad, la superficialidad y la improvisación en los estudios relacionados con las inversiones.



















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